Capítulo trece

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Frustrada y con un ceño en la frente me giré para ir a casa. Con una montaña de trabajo y temas para estudiar, en lo único en lo que podía pensar era en cómo conseguir terminar todo a tiempo y que no terminara con dolor de cabeza. En parte, agradecía tener algo en mente que me distrajera, pero al final siempre conseguía distraerme y redirigir mis pensamientos a la frase que me había dicho Alison; la frase que me había estado torturando toda la noche y tampoco me había dejado dormir. Había dado vueltas en la cama, moviendo la almohada y las sábanas en busca de alguna manera de conciliar el sueño, y cuando lo conseguí, sólo pasaron diez minutos hasta que sonó el despertador.

Solté un bufido y levanté la cabeza con lentitud, mirando dónde había terminado. La mitad de mi cuerpo se había caído de la cama y tenía la cabeza apoyada en el suelo mientras la sábana se había enredado en mi cintura y me sostenía para que no cayera de cabeza contra el suelo.

—Luego yo soy el raro —comentó Isaac mientras pasaba por el pasillo, mirando hacia mi habitación con una media sonrisa burlona.

Negó, rodando los ojos y bajó las escaleras con rapidez. Lo ignoré y me levanté del suelo con torpeza, enredándome aún más en las sábanas. Gruñí por lo bajo y di vueltas sobre mí misma para soltarme. Corrí hacia el baño y me arreglé con rapidez, haciendo especial hincapié en cubrir las ojeras que había dejado la noche de insomnio.

Cuando estuve lista, avisé a Isaac y ambos salimos de casa para ir al instituto. Con cada paso que daba estaba más nerviosa, sabiendo que era otro día más en el que iba a evitarles, aunque sabía que iba a ser imposible. Me froté las manos varias veces, llamando la atención de Isaac, que me miró con el ceño fruncido pero después volvió la atención a su música.

Cuando llegamos a la entrada, había decidido que iba a hablar con Dylan y le iba a preguntar directamente por Alison. Caminé con pasos rápidos y seguros hasta la puerta, la abrí y encontré a todo el grupo reunido, hablando sobre temas aleatorios, compartiendo risas y momentos mientras esperaban a que sonara el timbre que los separaría hasta la hora del almuerzo.

—Creo que iré por la otra puerta —le susurré a Isaac y apreté los labios con fuerza mientras me daba la vuelta, apretando las manos en un puño a la vez que las levantaba en el aire, auto regañándome por ser tan cobarde.

Cuando conseguí llegar a clase, me metí en esta escurridizamente y me senté en uno de los asientos del final, donde me solía sentar normalmente, dónde Dylan esperaba encontrarme. Saqué un cuaderno y me puse a garabatear mientras esperaba con nerviosismo a que llegara el momento de hablar.

—¡Bree! —chilló Alison desde la puerta, llamando la atención de todos.

Levanté la vista de entre mis brazos y la miré con el ceño fruncido, sintiéndome irritada por su voz chillona. Cerré el cuaderno cuando la vi acercarse y apoyé los codos encima, sonriendo con los labios apretados y ocultándoselo.

—¿Qué tal, Alison?

—¡Genial! —gritó, levantando los brazos con entusiasmo y moviéndolos en el aire con una sonrisa— Oye, antes estábamos hablando de ti. ¿Dónde te metes? ¡Llevamos años sin verte!

Abrí los ojos con sorpresa, sintiendo que me quedaba sin palabras; lo último que esperaba era que hubieran estado hablando de mí, eso me puso aún más nerviosa. Levanté las cejas y la miré con los ojos entrecerrados, no entendía muy bien a Alison.

—No es para tanto.

Ella se rió y negó, haciendo un gesto con la mano para restarle importancia. Soltó su bolso en una silla cerca de mí y se sentó, apoyando los codos en el respaldo de la silla y mirándome con una sonrisa cómplice.

silence » dylan o'brien (EDITANDO)Where stories live. Discover now