Capítulo seis

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—Buenos días —saludó el profesor cuando entró por la puerta.

Di un respingo en el asiento y guardé rápidamente el teléfono antes de que pudiera verlo. Me alisé la falda del vestido e hice como que prestaba atención a cada palabra que decía el profesor. Después del incidente del otro día, y teniendo en cuenta lo mal que se me daba la biología, había decidido comportarme como una alumna ejemplar para conseguir, al menos, el aprobado.

—Buenos días, profesor —cantamos a coro y tuve que reprimirme de rodar los ojos.

—Hoy explicaré en qué consta el trabajo de este trimestre; así que orejas bien abiertas, señor Morgan.

El chico de tercera fila se recolocó en el asiento hasta ponerse recto y levantó las manos con una inocencia fingida que hizo que toda la clase se riera. El profesor los ignoró, dejándolo pasar solo por ser Travis Morgan: jugador del equipo del instituto.

Después de estar más de media hora explicando el tema del trabajo, pasó a mencionar los puntos clave y la estructura que debería tener. Garabateé con rapidez sobre mi libreta todo lo que estaba mencionando, esforzándome por no dejarme ni el más mínimo detalle. Cuando por fin terminó de hablar, solté un suspiro y me llevé una mano a la frente, sujetándome la cabeza como si de ese modo fuera a conseguir que me dejara de doler. Primera hora de la mañana y ya sentía que necesitaba otras ocho horas de descanso.

Observé con tristeza mis apuntes, replanteándome seriamente cambiarme de asignatura, y negué lentamente ante la gran posibilidad de sufrir durante lo que quedaba de curso.

Por si eso no fuera poco, durante los últimos diez minutos de clase nombró las parejas con las que nos tendríamos que poner de acuerdo para trabajar. Como si de una broma personal se tratase, una de mal gusto, Dylan y yo éramos compañeros de pupitre y, por tanto, trabajaríamos juntos.

Cerré los ojos con fuerza, aprovechando que no me estaba mirando, y maldije mi suerte. Por si no era lo suficiente insegura, me había tocado un compañero soberbio, con poca empatía y falta de corazón.

—Tienes suerte de tenerme como compañero —lo miré seriamente, sin decir nada, esperando que dejara de hablar— De verdad, soy bueno en biología.

—Entonces bastará con quedar un día, organizarlo todo y vamos trabajando en ello.

Me mantuve firme, apartando mis ojos de su mirada. Hoy estaba siendo agradable, pero eso no iba a bastar para que bajase la guardia.

—No seas tan dura. Despreocúpate, el proyecto saldrá bien.

—¿Que yo no sea dura? ¿Y me lo dices tú?

Me reí entre dientes, aunque al segundo me arrepentí de haberlo dicho. No debía parecer que me importara...

—Está bien. Lo siento, Bree. Lo de anoche estuvo fuera de lugar, solo quería molestarte. No debí llegar tan lejos.

Torcí la mandíbula en un gesto molesto y seguí mirando al frente, haciendo como si sus palabras me importaran lo más mínimo. En realidad, no era así. Estaba alerta, esperando atentamente a que dijera algo más. Su rodilla chocó suavemente con la mía para llamar mi atención y le correspondí la mirada con facilidad, sintiendo que me quedaba sin aire al ver sus profundos ojos marrones estudiarme cautelosamente.

—Está bien —dije simplemente, sonando seca.

Dylan suspiró y lo volvió a intentar. Nunca había puesto tanto empeño en ninguna de nuestras conversaciones. De hecho, parecía que los roles se habían intercambiado por un momento.

—Lo digo en serio. Tienes todo el derecho del mundo a odiarme, me he portado mal contigo desde el principio.

Asentí lentamente, estando de acuerdo con esa parte, pero seguí firme porque ya no sabía qué creer y qué no. Habían sido tantas las veces que lo había intentado y me había decepcionado que ya me asustaba volverlo a intentar otra vez.

silence » dylan o'brien (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora