Capítulo cuatro

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El sábado y el domingo se pasaron más rápido de lo que habría querido. No había hecho nada interesante, para variar, y había estado en casa poniéndome al día con las tareas de clase, mis libros preferidos y mis películas de siempre. Después de la desastrosa fiesta no había estado en contacto con ninguno de ellos, ni si quiera para ver si había llegado a casa sana y salva. Esperaba que ellos también hubieran llegado bien.

El lunes por la mañana me desperté al escuchar el motor del coche de mi madre salir del jardín y me levanté para ver que me había quedado dormida en la silla mientras estudiaba. Cerré los libros a la vez que bostezaba y los guardé, algunos en la mesa y otros los puse directamente en mi bolso para llevármelos a clase. Arreglar el resto de la habitación sería trabajo de por la tarde.

El día estaba algo gris, así que decidí ponerme algo más alegre que unos simples vaqueros. Registré el armario en busca de los pantalones que quería y me vestí frente al espejo, asegurándome de que todo se veía igual que en mi mente. Cuando terminé, me coloqué unos accesorios y cogí el bolso antes de bajar las escaleras. Pasé por la cocina, dispuesta a desayunar, pero seguí caminando cuando vi el reloj de la pared y lo tarde que llegaría si perdía un segundo más. Me apresuré hacia la puerta y tiré de ella con fuerza para cerrarla bien.

Los lunes eran días tranquilos, generalmente. Tenía las asignaturas más fáciles e interesantes de toda la semana y el día se pasaba rápido. Primero tenía música, donde la profesora nos daba libertad total para abrir nuestra mente y expandir nuestra creatividad, por lo que podíamos hacer lo que queríamos. Después, tocaba literatura que, independientemente de ser mi asignatura favorita, era la que mejor se me daba.

Cogí el libro que necesitaría para la clase de literatura de después y me dirigí hacia la zona trasera del instituto. En el exterior se encontraban todas las zonas posibles para hacer deporte: el campo de futbol, el de lacrosse, la pista de atletismo y las nuevas canchas de baloncesto. Los lunes solían estar llenas de gente, había muchas clases de educación física y muchos estudiantes que preferían entrenar antes que ir a clase después del fin de semana.

Apreté suavemente el vaso de plástico que me habían dado en la cafetería y le di un sorbo al café para entrar en calor mientras caminaba a la zona que nos correspondía a los estudiantes de la clase de música. Allí ya se encontraba Brooke junto a un grupo de chicos y chicas, dando ordenes enfadada mientras intentaba coreografiar un baile como trabajo de fin de curso de la asignatura.

Subí a las gradas y me senté junto al resto de la gente que prefería hacer otras tareas o simplemente mantenerse al margen de Brooke y su escuadrón suicida. Desde aquí arriba se podía verse y escucharse todo lo que ocurría, desde sus gritos a sus comentarios hirientes hacia aquellas que habían decidido unirse al grupo para ayudarla.

La música volvió a sonar con fuerza, haciendo que vibraran hasta las gradas. La gente continuó con su trabajo, decorando carteles y confeccionando materiales que podían ser de provecho para el instituto. Me uní a ellos y cogí una brocha para ayudar a una compañera a pintar un cartel. Intenté ignorar los gritos de Brooke, pero era imposible cuando estaba parando y repitiendo el mismo trozo de canción a cada segundo. Una de esas veces, escuché como humilló a Alice, una chica tímida que conocí la semana pasada.

Curioseé por encima de mi hombro y vi como se hacía pequeña ante la furiosa mirada de la líder de la escuela. Alice tenía la cabeza agachada y enredaba las manos en su vestido camisero de flores azules. Suspiré, poniendo los ojos en blanco, y me levanté de las gradas para ir a enfrentarla.

—Eres una incompetente —le dijo mientras se llevaba la mano a la frente, como si le diera dolor de cabeza.

La miré con el ceño fruncido y los ojos levemente entrecerrados durante un momento, estudiando su dramatismo, y después me dirigí a Alice con una expresión totalmente diferente y amigable.

silence » dylan o'brien (EDITANDO)Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum