—Déjalo ya, Oliver; nos estás sacando los colores —dijeron Fred y George a la vez, haciendo como que se sonrojaban.

—¡Y tenemos un buscador que nos ha hecho ganar todos los partidos! — dijo Wood, con voz retumbante y mirando a Harry con orgullo incontenible—. Y estoy yo -añadió.

—Nosotros creemos que tú también eres muy bueno —dijo George.

—Un guardián muy chachi —confirmó Fred.

—La cuestión es —continuó Wood, reanudando los paseos- que la copa de quidditch debiera de haber llevado nuestro nombre estos dos últimos años. Desde que Harry se unió al equipo, he pensado que la cosa estaba chupada. Pero no lo hemos conseguido y este curso es la última oportunidad que tendremos para ver nuestro nombre grabado en ella...— Wood hablaba con tal desaliento que incluso a Fred y a George les dio pena.

—Oliver, éste será nuestro año —aseguró Fred.

—Lo conseguiremos, Oliver —dijo Angelina.

—Por supuesto —corroboró Harry. Con la moral alta, el equipo comenzó las sesiones de entrenamiento, tres tardes a la semana. El tiempo se enfriaba y se hacía más húmedo, las noches más oscuras, pero no había barro, viento ni lluvia que pudieran empañar la ilusión de ganar por fin la enorme copa de plata. Una tarde, después del entrenamiento, Harry regresó a la sala común de Gryffindor con frío y entumecido, pero contento por la manera en que se había desarrollado el entrenamiento, y encontró la sala muy animada.

—¿Qué ha pasado? —preguntó a Ron, Allison y Hermione, que estaban sentados al lado del fuego, en tres de las mejores sillas, terminando unos mapas del cielo para la clase de Astronomía.

—Primer fin de semana en Hogsmeade —le dijo Allison, muy triste, señalando una nota que había aparecido en el viejo tablón de anuncios—. Finales de octubre. Halloween.

—Estupendo —dijo Fred, que había seguido a Harry por el agujero del retrato—. Tengo que ir a la tienda de Zonko: casi no me quedan bombas fétidas, si quieres te puedo traer algo Allison —

—bueno gracias—

Harry se dejó caer en una silla, al lado de Ron, y la alegría lo abandonó. Hermione comprendió lo que le pasaba.

—Harry, estoy segura de que podrán ir la próxima vez —le consoló—. Van a atrapar a Black enseguida. Ya lo han visto una vez.—

—Black no está tan loco como para intentar nada en Hogsmeade. Pregúntenle a McGonagall si puedes ir ahora. Pueden pasar años hasta la próxima ocasión. —

—¡Ron! —dijo Hermione—. Harry y Allison tienen que permanecer en el colegio...—

—No pueden ser los únicos de tercero que no vaya. Vamos, Harry, Allison pregúntale a McGonagall...—

—Sí, lo haremos —dijeron los hermanos, decididos.

Hermione abrió la boca para sostener la opinión contraria, pero en ese momento Crookshanks saltó con presteza a su regazo. Una araña muerta y grande le colgaba de la boca.

—¿Tiene que comerse eso aquí delante? —preguntó Ron frunciendo el entrecejo.

—Bravo, Crookshanks, ¿la has atrapado tú solito? —dijo Hermione.

Crookshanks masticó y tragó despacio la araña, con los ojos insolentemente fijos en Ron.

—No lo sueltes —pidió Ron irritado, volviendo a su mapa del cielo—. Scabbers está durmiendo en mi mochila.—

Allison bostezó. Le apetecía acostarse, pero antes tenía que terminar su mapa, así que siguió trabajando.

—Si quieres, puedes copiar el mío —le dijo Allison, poniendo nombre a su última estrella y acercándole el mapa a Harry.

La hermana de Harry Potter (libro: el prisionero de Azkaban)जहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें