-Sybill Trelawney, profesora de Adivinación -leyó Harry-. ¿Cómo vamos a subir ahí?- Como en respuesta a su pregunta, la trampilla se abrió de repente y una escalera plateada descendió hasta los pies de Harry. Todos se quedaron en silencio.

-Tú primero -dijo Ron con una sonrisa, y Harry subió por la escalera delante de los demás.

Fueron a dar al aula de aspecto más extraño que había visto en su vida. No se parecía en nada a un aula; era algo a medio camino entre un ático y un viejo salón de té. Al menos veinte mesas circulares, redondas y pequeñas, se apretujaban dentro del aula, todas rodeadas de sillones tapizados con tela de colores y de cojines pequeños y redondos. Todo estaba iluminado con una luz tenue y roja. Había cortinas en todas las ventanas y las numerosas lámparas estaban tapadas con pañoletas rojas. Hacía un calor agobiante, y el fuego que ardía en la chimenea, bajo una repisa abarrotada de cosas, calentaba una tetera grande de cobre y emanaba una especie de perfume denso. Las estanterías de las paredes circulares estaban llenas de plumas polvorientas, cabos de vela, muchas barajas viejas, infinitas bolas de cristal y una gran cantidad de tazas de té.

-¿Dónde está la profesora? -preguntó Ron.

De repente salió de las sombras una voz suave:

-Bienvenidos –dijo-. Es un placer veros por fin en el mundo físico.-

La inmediata impresión de Allison fue que se trataba de un insecto grande y brillante. La profesora Trelawney se acercó a la chimenea y vieron que era sumamente delgada. Sus grandes gafas aumentaban varias veces el tamaño de sus ojos y llevaba puesto un chal de gasa con lentejuelas. De su cuello largo y delgado colgaban innumerables collares de cuentas, y tenía las manos llenas de anillos y los brazos de pulseras.

-Sentaos, niños míos, sentaos -dijo, y todos se encaramaron torpemente a los sillones o se hundieron en los cojines. Harry, Allison, Ron y Hermione se sentaron a la misma mesa redonda

-Bienvenidos a la clase de Adivinación-dijo la profesora Trelawney, que se había sentado en un sillón de orejas, delante del fuego-. Soy la profesora Trelawney. Seguramente es la primera vez que me veis. Noto que descender muy a menudo al bullicio del colegio principal nubla mi ojo interior.-

Nadie dijo nada ante esta extraordinaria declaración. Con movimientos delicados, la profesora Trelawney se puso bien el chal y continuó hablando:

-Así que habéis decidido estudiar Adivinación, la más difícil de todas las artes mágicas. Debo advertiros desde el principio de que si no poseéis la Vista, no podré enseñaros prácticamente nada. Los libros tampoco os ayudarán mucho en este terreno... -Al oír estas palabras, Harry y Ron miraron con una sonrisa burlona a Hermione, que parecía asustada al oír que los libros no iban a ser de mucha utilidad en aquella asignatura -. Hay numerosos magos y brujas que, aun teniendo una gran habilidad en lo que se refiere a transformaciones, olores y desapariciones súbitas, son incapaces de penetrar en los velados misterios del futuro -continuó la profesora Trelawney, recorriendo las caras nerviosas con sus ojos enormes y brillantes-. Es un don reservado a unos pocos. Dime, muchacho -dijo de repente a Neville, que casi se cayó del cojín-, ¿se encuentra bien tu abuela?-

-Creo que sí -dijo Neville tembloroso.

-Yo en tu lugar no estaría tan seguro, querido -dijo la profesora Trelawney. El fuego de la chimenea se reflejaba en sus largos pendientes de color esmeralda. Neville tragó saliva. La profesora Trelawney prosiguió plácidamente-. Durante este curso estudiaremos los métodos básicos de adivinación. Dedicaremos el primer trimestre a la lectura de las hojas de té. El segundo nos ocuparemos en quiromancia. A propósito, querida mía -le soltó de pronto a Parvati Patil-, ten cuidado con cierto pelirrojo. Parvati miró con un sobresalto a Ron, que estaba inmediatamente detrás de ella, y alejó de él su sillón. -Durante el último trimestre -continuó la profesora Trelawney-, pasaremos a la bola de cristal si la interpretación de las llamas nos deja tiempo. Por desgracia, un desagradable brote de gripe interrumpirá las clases en febrero. Yo misma perderé la voz. Y en torno a Semana Santa, uno de vosotros nos abandonará para siempre. -Un silencio muy tenso siguió a este comentario, pero la profesora Trelawney no pareció notarlo-. Querida - añadió dirigiéndose a Lavender Brown, que era quien estaba más cerca de ella y que se hundió contra el respaldo del sillón-, ¿me podrías pasar la tetera grande de plata? -Lavender dio un suspiro de alivio, se levantó, cogió una enorme tetera de la estantería y la puso sobre la mesa, ante la profesora Trelawney. -Gracias, querida. A propósito, eso que temes sucederá el viernes 16 de octubre. -Lavender tembló-. Ahora quiero que os pongáis por parejas. -Coged una taza de la estantería, venid a mí y os la llenaré. Luego sentaos y bebed hasta que sólo queden los posos. Removed entonces los posos agitando la taza tres veces con la mano izquierda y poned luego la taza boca abajo en el plato. Esperad a que haya caído la última gota de té y pasad la taza a vuestro compañero, para que la lea. Interpretaréis los dibujos dejados por los posos utilizando las páginas 5 y 6 de Disipar las nieblas del futuro. Yo pasaré a ayudaros y a daros instrucciones. ¡Ah!, querido... -asió a Neville por el brazo cuando el muchacho iba a levantarse- cuando rompas la primera taza, ¿serás tan amable de coger una de las azules? Las de color rosa me gustan mucho. Como es natural, en cuanto Neville hubo alcanzado la balda de las tazas, se oyó el tintineo de la porcelana rota. La profesora Trelawney se dirigió a él rápidamente con una escoba y un recogedor; y le dijo:

La hermana de Harry Potter (libro: el prisionero de Azkaban)Where stories live. Discover now