―Quedaría mejor con un poco de nuez.

Thomas abrió los cajones en la cocina, mientras yo encendía el horno.

―Es alérgico―abrí el grifo y lavé mis manos, sacando toda la harina de ellas.

Thomas tomó una toalla y limpió la mesa donde preparamos la mezcla de las galletas. Él era muy hábil en la cocina y mientras trabajábamos juntos en casa de Ryan, me di cuenta de que amaba la repostería. Thomas era una persona divertida, siempre y cuando yo no estuviera cerca.

―Tremenda cosa debiste haberle hecho para que me pidieras ayuda―dijo. Se detuvo frente al refrigerador y observó los dibujos de Alex colgados―. ¿De donde sacó al niño?

―No lo sé―me acerqué a observar también. Los dibujos eran de autos y uno solo de personas, imaginé que eran Ryan, Helena y Alex―. Y es como si con la mirada te prohibiera hacerle preguntas.

―Él parece tan racional―Thomas soltó un suspiro dramático―, no entiendo cómo se fijó en una loca como tú.

―La vida está llena de misterios―le di la espalda―. Rostros vemos, pero la historia detrás de ellos no sabemos.

Sentí una punzada en el estómago. No solo lo decía por Ryan, sino por todo. Por mi hermano, por Zack, por Margaret y por Samuel. Todo el mundo guardaba secretos, hasta las personas que parecían ser buenas.

Sobre la mesa estaba la libreta donde Zack y yo habíamos estado tomando notas la noche anterior. No avanzamos mucho, ya que ambos éramos demasiado cercanos a Sam como para relacionarlo con su padre. Nos sentíamos como traidores al tratar de juzgarlo por los hechos de su padre. Decidimos no seguir especulando sobre él, dejé un mensaje en el contestador de la casa de Ryan diciéndole que estaba con Zack y me fui a dormir.

Hoy cuando desperté, tomé la decisión de ir a la cita con Sam, él era el único que podía ponerle fin a estas dudas, pero esperaría unos días antes de buscarlo. Zack me dejó en casa de Margaret muy temprano, no les comenté nada sobre Sam creyendo que no estaban enterada, pero ella y la morena me contaron que Ryan las llamó de inmediato y que Margaret envió a los gemelos a evitar que Ryan apareciera en la casa de los Henderson y le prendiera fuego a la casa, como él había amenazado.

Le hice unos cuantos arreglos a la verdad antes de contarles. Les dije que vi a Sam, salí detrás de él y salimos a tener una conversación lejos de Ryan, después que hablamos sobre nosotros, decidimos mantener la distancia.

Después de hablar un buen rato con las mujeres, Margaret le marcó a Ryan para decirle que iba para su casa. No me extrañó que él no estuviera, imaginaba lo enojado que él estaba, así que llamé a Thomas para que me ayudara a prepararle algo que le gustara.

Esperaba que Ryan apareciera en cualquier momento, pero la puerta no se abría, el teléfono no sonaba y yo empezaba a sentirme culpable.

―¿Entonces tu noviecito está aquí? ―la voz de Thomas me sacó de mis pensamientos. Su voz tenía una pizca de humor y asombro―. Que interesante... Esto ya parece una telenovela.

Miré la cara burlona de Thomas.

―¿Sabes que he tenido problema con su padre?

―No lo culpo, yo tampoco quisiera que mis hijos salieran con personas como tú.

―Hablo en serio―gruñí.

―Yo también―respondió―, pero dime al punto que quieres llegar.

―¿Dirías que estoy loca si te digo que por un momento tuve miedo de Sam y quise alejarme de él?

Salí de la cocina sin ver la expresión de su rostro. Thomas me siguió y se sentó en el sofá.

La locura de JulietaWhere stories live. Discover now