XXVIII

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Lauren's POV

Después de una semana llena de exámenes, al fin me dieron el alta para irme a casa, o mejor dicho a casa de Camila. Con el dinero que daba el gobierno por el tsunami, y el dinero del trabajo, Camila decidió alquilar una casa aquí en Denver, ya que hasta que no acabaran los diez meses que le dio el trabajo no tenia donde ir. Seguramente al cabo de esos diez meses la enviaran en algún lugar de América para trabajar. Por lo que es de mi, dejé oficialmente el Seattle F.C, estoy en búsqueda de un club y en cuando Camila vuelva al trabajo firmaré un contrato con la empresa Hardley. Hasta entonces tengo diez meses de tranquilidad, diez meses en los que pretendo centrarme en enamorar a Camila y de la misma manera enamorarme también.

Estos últimos días encerrada en mi habitación de hospital, he tenido la visita diaria de Camila y Lukas todas las mañanas, y por las tardes venían con Emma. No puedo decir que nuestra relación haya avanzado mucho la verdad. Aún me odia, o como prefiero decirlo, me ignora. Ally ya salio del hospital hace unos días llevando a su precioso bebé a casa, es realmente el recién nacido más lindo que he visto y Troy babea delante de su hijo, aún se me hace raro saber que ambos son padres, pero lo son y no puedo ser más que feliz por ellos.

-Ya.- Dijo Camila entrando por la puerta de la habitación dando saltitos, y con una amplia sonrisa en el rostro, era imposible no sonreír la al verla de esa manera. -He firmado los papeles, definitivamente puedes venir a casa.- Dijo agarrando mi cintura con sus brazos y besar mi cuello lo que me hizo sonreír. Di media vuelta quedando frente a ella.

-Ya te lo he dicho, puedo quedarme en casa de Normani un tiempo si hace falta.- Repetí por enésima vez desde el comienzo del día.

-Emma no te odia, solo necesita ver que sigues siendo la Lauren de siempre, su Lolo.- Explico antes de dejar un suave beso en mis labios y acercarse al cochecito de Lukas en el que el rubio dormía tranquilamente con su chupete que le compró Dinah y en el que ponía: Super Baby. Sin duda Lukas era el más lindo bebé que nunca había visto. Y empezo a acercarse mucho a mi y también había empezado a llamarme Lolo lo que se veía realmente gracioso. -Mira, vamos a recogerla al colegio y los llevamos al parque, ¿te parece?- Dijo mirando por la ventana.

Denver solía ser una ciudad bastante fría, pero era principio de abril y todo era bonito, el sol brillaba y hacia calor. -Me parece genial.- Dije sonriendo, antes de colocarme la mochila con mis cosas en la espalda, pero Camila me lo impidió. -Venga amor que yo puedo.- Dije sin darme cuenta del apodo que usé, ella se ruborizó y empezó a sonreír quitándome la mochila de todos modos, me gusta el efecto que unas simples palabras le hacen sentir.

-Prefiero que cojas a Lukas, amor.- Dijo guiñandome un ojo al decir el mismo apodo, me volteé y vi que el pequeño ojiazul ya estaba despierto sonriendo y alzando sus manos hacia mi. Lo desate de su cochecito y lo cogí en mis brazos con un brazo, y con la otra mano conducí el cochecito para bebés.

-¿Dormiste bien pequeñin?- Le pregunté mientras el bostezo y empezó a reír. -Creo que si.- Reí también.

Salimos del hospital y entramos en el coche de Camila, primero instalé al pequeño en su silleta, y después me senté en el lado pasajero. Vi la hora y entendí que ya iríamos a recoger Emma, de pronto los nervios subieron rápido. Podía parecer idiota ponerse nerviosa porque a una niña no le caías muy bien, pero no era una simple niña, era Emma, la hija de Camila. Llegamos frente al colegio de Emma, esta vez no llevaba puesto su típico uniforme, sino un bonito vestido turquesa que me recordaba mucho a algo, miré extrañada a Camila y ella sonrió, aunque era una sonrisa fingida.

-Se lo regalaste para su sexto cumpleaños.- Dijo y asentí. Recordaba muchísimas cosas de estos últimos cinco años, pero muchos detalles se me escapaban aún, y a veces no eran simples detalles pero recuerdo importante que yo no recordaba. Y sé que Camila se sentía afortunada por tenerme a su lado, pero también sé que mi perdida de memoria le dolía tanto a ella, como a mi.

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