2 • Maestra encontré algo bueno aquí

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— ¡No lo hagas idiota! – Escuche a la histérica gritar de todas maneras lo iba hacer.

Salté desde el techo para caer en medio del humo con sumo cuidado para no lastimar a nadie con mi aterrizaje, el muro no era un caparazón totalmente formado, solo cubría el frente no se cerraba completamente por lo que pude sacar la guadaña, salté hacia el muro para salir de esa molesta cortina de humo, me posicioné para impulsar mi salto y llegar a aquel akuma culpable de los disparos de hecho no se encontraba nada lejos, a unos 5 metros lo pude alcanzar, un solo toque de la guadaña bastó. Una especie de roca se encontraba al lado de Kanda, me dirigí corriendo hacia él, quien me miraba embobado. Pisé con mi pierna derecha la piedra me impulse hacia arriba y con mi pie izquierdo... Pisé la cara de Kanda para impulsarme hacia el aire donde había otro akuma y también lo hice para despertarlo estaba pensando en otra cosa en una batalla no tenía opción, me dolió en el alma pero tuve que hacerlo por su bien; sólo otra tocada de mi guadaña bastó con aquel Akuma.

— ¡Lenalee! – Le grité a la joven, ella asintió con su cabeza nos habíamos comunicado sin necesidad de palabras.

Mientras que iba cayendo posicioné mis piernas juntas, su tibial tocó mis pies y en ese preciso con ayuda de sus Black Boots de una patada me envió hacia arriba gracias a eso pude acabar con dos akumas más.

— Nada mal. – Me felicité a mí misma ahí comprendí que fue demasiado pronto para festejar. Lenalee me había mandado demasiado lejos, estaba tardando en bajar, como animal terrestre es entendible que me cueste pelear en el aire. – Mierda.

El resto de los akumas me estaban apuntando, no puedo invocar la barrera en el aire pero... Tener compañeros es genial.

Lenalee saltó sin pensarlo ni una vez, con su inocencia mato a un Akuma, mientras que Lavi con su sello de fuego se encargaba de dos más, Allen de un tercero y Kanda activaba a Muguen y con su primera ilusión terminaba con dos al igual que el pelirrojo. Antes de que callera Lenalee tomo mi muñeca para dejarme en el suelo suavemente.

— ¡Lo siento!, ¡Lo siento!

— Pero Lenalee, ¿Qué te pasa?

— ¡Te patee con demasiada fuerza!, ¡Lo siento mucho!, ¡Casi te dan por mi culpa!, ¡Lo siento!

— ¡¿De qué hablas mujer?! – Le gritaba mientras ponía mis manos en sus hombros para agitarla en una acción desesperada para esas estúpidas ideas se fueran de su mente. – ¡Fue genial, casi muero!

— Espera... ¿Qué? – Dijo el pelirrojo sin entender nada de lo que decía.

— No, no, no es eso. ¡Casi muero! Y ustedes me salvaron. ¡Lenalee te aventaste a cinco akumas sin pensarlo! Solo te dije "¡Lenalee!" Y tú ya sabias que hacer, ni si quiera te dije qué quería hacer pero tú ya lo sabías, ¡Fue!, ¡Fue genial!

Corrí unos metros hacia atrás – Vamos hacerlo de nuevo. – Dije mientras comenzaba a correr hacia su dirección mientras la pelinegra reía – ¡Lena... – Grité emocionada pero de un momento lo deje de hacer, Kanda se dirigía hacia mi... Con Muguen activado. Mierda, todavía tenía la suela de mi zapato marcado en la cara.

— ¡Ven aquí!

— ¡No!

— ¡Qué vengas!

— ¡Claro que no, tu eres como los Rottweilers* una vez que muerdes no sueltas más!

Afortunadamente mientras corría un hombre de grandes gafas se interpuso en su camino.

— Creo que deberíamos dejar descansar a la heroína, han salvado nuestras vidas en vez de pelearse porque no celebramos. – Lo escuche decir al minero mientras me acercaba. – Salvó a Eeez, el hijo de mi amigo, le estoy más que agradecido a esta señorita, sobre todo que salto desde un techo bastante alto para salvarnos.

— Eso no es problema, después de todo la General Klaud durante 7 años me hizo entrenar mis músculos y comer la comida adecuada para fortalecerlos, cuando tienes buenos músculos ellos hacen la fuerza, no tus huesos y eso es lo que evita que se rompan.

— General... - Escuche que había balbuceado algo por lo bajo pero no lo había oído bien.

— ¿Qué? – Le pregunté, no estaba muy segura de lo que había dicho.

— Tyki. – Me respondió – Tyki es mi nombre.

— Mucho gusto, yo soy White. – Extendí mi mano, el hombre me miro extrañado.

— Pensé que los exorcistas no estrechaban la mano.

— ¿Por qué piensas eso?

— Porque él no quiso estrechármela. – Señalo a Kanda a quien le estaba dando la espalda, prácticamente lo estaba ignorando y eso no le agradaba a mi compañero.

— Sí te hace sentir mejor... A mí tampoco quiso estrecharme la mano.

— Oh... Lamento decepcionarla señorita pero... Como todo trabajador de minas mis manos no están limpias como para tocarla.

Observe sus manos, y era cierto las palmas de sus manos pálidas estaban manchadas con un tono marrón oscuro, por la tierra.

— Mis manos están manchadas con sangre de Akuma, estamos igual. – Dije mientras prácticamente arrancaba su mano de su espalda pero lo solté inmediatamente – ¿O será que le molesta que estreche su mano?

— No hay manera de que me molesté que una hermosa dama estreche mi mano. – Tomó mi mano de una manera muy suave, él tenia el mismo tacto que una persona de la mas alta clase, mas tacto que muchos hombres, incluso más que la histérica (Kanda) que estaba detrás nuestro.

Su rostro estaba constituido por rasgos finos, su pelo era de color azabache con tonos purpuras, dependiendo de la luz, cabello largo y desarreglado que no pasaba de la nuca, por unos segundos pude ver sus ojos color chocolate que combinaban con su expresión despreocupada, un lunar adornaba su ojo izquierdo. Maestra encontré algo bueno aquí. No me importaría quedarme por mucho tiempo en esta misión o por siempre.


* Esto es un chiste, tengo un perro de esta raza y sé que no son malos, son tremendamente cariñosos son perros que deben tener un buen dueño que los sepa educar, sí lo tienen, son perros muy hermosos y cariñosos, amo estos perros.

❀SoloGeo❀

Las Dos Partes De La Luna ♦ Tyki Mikk - Kanda Yuu ♦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora