Capítulo 6

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¡Hola! ¿Cómo están?

Me gustaría saber que opinan sobre la historia

Aquí va otro capítulo♥

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Marylin y Jack, emprendieron el camino hacia la ciudad. Mientras pasaban campos y más campos, la chica solo se limitó a mirar por la ventanilla, contemplando los árboles que pasaban a alta velocidad por su vista. Pensó que quizá su hermana, quería llamar la atención, tenía la esperanza que sea solo eso. Que no le haya hecho nada. Con cada minuto que pasaba, perdía las últimas esperanzas que le quedaban y poco a poco, las lágrimas caían de sus ojos color verde esmeralda. El tiempo a paso lento, torturaba a Marylin, causando que la desesperación se apodara de ella.

— ¿Cuánto falta? —preguntó sin mirarlo.

— Muy poco —respondió nervioso.

— ¿Cuánto exactamente? —insistió, en ese momento lo miró.

— Diez minutos, amor —le dijo tratando de tranquilizarla. Quitó una mano del volante y la depositó en una de ella.

— Gracias por todo cariño —susurró tratando de sonreír— Te amo mucho

— Yo más —compitió, sonriendo como un galán de telenovela.

— Ajá —bufó— Ya quisieras.

— Eres una tonta —comentó riéndose— No puedes competir conmigo, siempre gano

— Claro, señor perfecto —puso los ojos en blanco.

— Impaciente

— Perfeccionista

— Amargada

— Presumido —dijo Marylin, cantando.

— La belleza ya es de nacimiento —comentó, haciéndose el importante— Por eso, todas caen a mis pies

Ya había arruinado el momento, logró sacarle una sonrisa y al final, provocó que se borrara en un instante. El recuerdo de Catherine le hizo nublar la vista con lágrimas de nuevo.

No dijo nada, solo lo observó. Ese día llevaba una camisa rosa, los dos primeros botones estaban desprendidos, no se lograban ver las marcas. Le pareció extraño que un rosario esté en su cuello. Nunca se lo había visto.

— ¿Por qué usas un rosario? Nunca he visto que lo lleves antes

— Es tradición familiar —siguió mirando hacia la carretera— Somos católicos, pero yo cuando estoy en la ciudad, estudiando, no lo uso porque no soy muy creyente —suspiró— Mi madre me obliga a usarlo aquí. Ella es extremadamente religiosa —sonrió de lado.

— En la madrugada no lo tenías —susurró Marylin. Por eso ella pudo hacerle daño, aunque él no lo reconozca.

Él, hizo que no la escuchó, porque en realidad, no quería hablar del tema.

Marylin se negaba a tener relación con esa chica. Ella sabía que era su tía. Y que asesinó a un chico sin piedad. Eso le provocaba miedo.

El abuelo Alfred le había contado sobre su asesinato, la mudanza de la familia hacia la ciudad y el cierre del caso por no encontrar los culpables.

Pero ella no sabía que su espíritu seguía en esa ciudad. Una vez, Samira, le había contado que a la madrugada siempre la visitaba, le preguntaba cómo estaba su padre y que había una forma de que ella descanse en paz. Marylin nunca le creyó, consideraba a su hermana loca, malvada y mentirosa. Pero esa noche la vio y reconoció porque su abuelo tenía una foto de ella en la sala de estar, con una sonrisa elegante, su cabello recogido y con un vestido amarillo patito.

Esa foto se tomó en el casamiento de los padres de Marylin y Samira.

•°•°•°•

— Tocará timbre, y tú, solo dirás que pasé a saludar, en ese momento sonó el teléfono y atendí. ¿Entendiste? —aclaró con tono amenazante.

— Si Sami —respondió el anciano.

Lo había sorprendido durmiendo, ya que en vacaciones nunca se levantaba temprano. La chica entró por una ventana que daba al fondo y sin más, buscó comida, se sentó en el sofá y comenzó a ver una película de acción. Hasta que el teléfono sonó. Supuso que sería su hermana, entonces, no dudó en contestar. Sabía que sus pensamientos serían negativos, estando ella allí, y eso le sirvió. Todo saldría bien.

Tocó el timbre, rápidamente le señaló a su abuelo que abriera la puerta, mientras ella se dirigía a la ventana del costado izquierdo.

Marylin se encontraba frente a la puerta, nervios y preocupación se reflejaban en su cuerpo. Movía su pierna izquierda, al mismo tiempo que se apretaba los dedos de su mano derecha.

Por fin abrió. Vio a su abuelo sano y salvo. Se tiró a sus brazos.

— Hola pequeña—sonrió el hombre— ¿Me extrañaste?

— Si, pensé que te había sucedido algo —lo miró directamente a los ojos— ¿Por qué mi hermana estaba aquí? ¿Sigue aquí? —preguntó preocupada. Hace mucho tiempo dejó de confiar en ella.

— Tranquila. Ella solo vino a saludar, yo estaba durmiendo y atendió el teléfono, me dijo que eras tú así que no me preocupé, te habría llamado más tarde

— Está bien —quitó de sus pulmones todo el aire que llevaba reteniendo.

— ¿Quieres ir al restaurant de Don Alexander? No he hecho nada para almorzar —le preguntó luego de que la separara de sus brazos.

— Está bien, le diré a Jack —sonrió.

Él, estuvo todo el tiempo recostado en la puerta del conductor, y de lo que Marylin no se dio cuenta es que, luego de que salió Samira por la ventana, dirigió su mirada hacia el novio de su hermana, guiñándole un ojo, y él, respondió con una sonrisa.

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