Capítulo 4

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Pasados dos minutos, Marylin por fin pudo reaccionar. Se levantó de la cama y corrió hacia la habitación de al lado.

Jack, asustado, miraba a todos lados tratando de encontrar lo que le había hecho eso.

— Dios mío —susurró cuando se acercó a su novio, y vio la marca de cinco líneas de sangre que estaban dibujadas en su pecho— ¿Estás bien? —le preguntó luego de sentarse a su lado.

— Eso creo. Pero arde mucho —contestó confundido y a la vez temeroso.

Marylin notó como se helaba la habitación. La ventana estaba abierta, y reconoció a la chica que caminaba hacia el campo, alejándose más y más.

— ¿Fue ella? —indagó la muchacha mirándolo fijamente.

— ¿De quién hablas? —fruncio el ceño—Aquí no había nada.

— Entonces, ¿Cómo aparecieron esas marcas en tu piel? —preguntó algo enfadada. Jack parecía tonto.

— Yo me las hice con una alambre de púas —rió— Cuando cicatrice se verá como un tatuaje natural, ¿No es estupendo, amor?

- Claaaro - respondió despacio. Ya no entendía nada.

- Que descanses - dijo Jack y volvió a apoyar su cabeza sobre la almohada, cerrando sus ojos.

Marylin se limitó a cerrar la ventana, pero cuando lo hizo, vio a la chica acercarse de nuevo. Su cuerpo no respondía a ningún estímulo, ella quería salir de ese cuarto pero no podía. La desesperación se hizo presente en su respiración. Se acercaba cada vez más hasta estar frente a frente a la pobre joven asustada.

Sus ojos ya no eran azules, se habían convertido completamente negros y su rostro tenía líneas violetas dibujadas.

— Te lo advertí —susurró contra la ventana, provocando que un bloque de hielo se formase en ella. Y desapareció. Por fin pudo recuperar el control de su cuerpo y salió disparada del cuarto.

Se acostó en su cama, y el calor comenzó a aparecer en su habitación.

- ¿Qué quiso decirme? - se preguntó - ¿Por qué yo? - respiró profundamente y cerró los ojos.

•°•°•°•

La luz de la ventana hizo que Mary abriera los ojos y sonriera, se levantó, descalza llegó hasta el baño y se dio cuenta que nadie más se había levantado. Era un jueves, que raro, pensó.

Se lavó los dientes, se quitó el pijama y lo cambió por una remera negra y pollera blanca.

Se acomodó el largo cabello negro en una coleta bien alta y salió.

Stella, ya se había levantado justo después que Marylin. Vio que preparaba tres tazas de yogur de vainilla con un poco de cereal azucarado.

— Buen día —saludó sonriendo la muchacha.

— Buen día —respondió la mujer, se notaban sus ojeras en el blanco rostro algo arrugado.

Se sentó al lado de su suegra, la verdad era que tenía mucha hambre.

— ¿Has dormido bien anoche? —preguntó mirándola fijamente.

— Si, gracias —respondió pero al instante todos los recuerdos vinieron a su mente. La chica del vestido rojo. Las marcas de Jack.

— Buenos días, familia —dijo una voz varonil. Se trataba de Vin.

— Hola cielo —sonrió Stella. El hombre se acercó y le besó los labios. Luego, se sentó al otro lado.

— ¿Qué tal te pareció el cuarto, Mary? —preguntó Vin, y probó un bocado del rico cereal.

— Lindo, además es cómodo —sonrió. La verdad es que le parecía un asco, tenía un olor a humedad horrible y la cama era una piedra maciza.

— Que bueno —todavía seguía masticando— ¿Jack no se despertó?

— No —contestó su esposa.

— Marylin, ¿Podrías ir a despertarlo? Si no te molesta, claro —lo dijo sonriendo traviesamente. Quién lo veía así al viejo ese.

— Claro, no hay problema —respondió sonrojada, y se apresuró a abandonar el comedor.

Caminando por el pasillo, escuchó que una tv estaba prendida. Entró a la habitación de Jack y lo sorprendió mirando las noticias.

— Hola príncipe —lo saludó recostada a la puerta. Pero no le contestó, siguió mirando la tv. Ella, también dirigió su mirada hacia la pantalla.

"Se ha encontrado el cuerpo sin vida de un joven de alrededor de 20 años al costado del pantano de Victorious Park. Lo único que se sabe hasta el momento es que se ahorcó con una soga atada a un árbol. Lo curioso es que, en su pecho, se encontraban marcas de haber sido rasguñado por cinco especies de garras o uñas filosas. Ampliaremos"

— ¿Qué demonios sucede en este pueblo? —susurró mirando fijamente a Jack.


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