Plan pre-ruptura.

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No haré preguntas...

Porque sé que el trémulo silencio que antecederá cada respuesta me partirá aún más el corazón. Simplemente asentiré mientras mi dignidad rebuscará las palabras menos mártires para aceptar tu adiós.

Escucharé atentamente todas las razones cobardes con las que excusarás tu huida. Memorizaré cada partícula de momento en mi mente para recordarlo una y otra vez, para así intentar encontrar entre cada gesticulación, entre cada letra que pronuncies, el soez error que te delate, que dicte la cruda verdad detrás de tus trilladas excusas; y también para, suicidamente buscar (con ligera esperanza de equivocación) el error en mí, aquel factor que te empujó a dar fin a lo que un día, por tu propia convicción y masoquismo, poniendo un pie en el abismo, decidimos empezar.

Fingiré estar bien, temiendo que tu llegaste a conocerme tanto que adivinarás lo destrozada que estoy; y recordarás mi patética manía de revisar el celular continuamente cuando estoy incómoda, mirando la hora, restando mentalmente los segundos que quedan para que llegue la hora de alejarme de ti. Sonreiré tontamente, deseando que no seas lo suficientemente perspicaz para notar las gotas de agua salada que se asomarán bajo mis parpados.

Solo diré: ¡Gracias por todo! Y cuando consideradamente preguntes cómo me siento respecto a tu decisión mi ego herido mentirá intentando reivindicarse: muy bien, no hay problema.

Haré promesas a ciegas, sabiendo profundamente que son imposibles de cumplir: claro que podremos seguir siendo amigos.

Buscaré un atisbo de tristeza en tu mirada, para saber que no soy a la única que le ha dolido, antes de guardarla para siempre en los recuerdos de esta despedida.

Permitiré que poses un suave beso en mi mejilla, en señal de tregua y obligada amistad.

Diremos adiós con la emotividad con la que se despide una buena historia, con la complicidad con la que un día la empezamos, ahora ya mutilada. Con las mismas manos empapadas, esta vez no por emoción. Con los mismo ojos brillosos esta vez no por ilusión. Con el mismo corazón acelerado, pero trágicamente, esta vez mas roto que siempre.

Te veré partir o me verás partir, depende de cuanta suerte tenga yo.

Finalmente llegaré a mi habitación, y aunque lastime magistralmente mi orgullo: lloraré, lloraré por todo y tan poco...

Por cada canción que ya no cantaremos juntos, incluso también por cada canción que no alcancé a dedicarte

Por cada beso que murió en mis labios por temor a que mi padre nos viera.

Por cada risa que lograste robarme heroicamente cuando las razones para sonreír se me habían extinguido ya.

Por cada momento a tu lado que me salvó de pensar que mi vida era aburrida y sin contrariedad.

Por cada noche que no aproveché para charlar contigo, porque el sueño logró vencerme.

Por aquellos propósitos que planeamos al borde del ensueño y la locura, que ahora ya no serán más que eso: sueños de muchachos locos, enamorados y desvelados.

Por toda esta historia, que pronto será tan solo el recuerdo de un noviazgo de juventud, un triste cuento de amor que contar a los nietos, una nueva musa de que escribir...

Y mis lágrimas no mentirán... me dolerás-irónicamente- justo en el lugar donde te quiero ahora...

Y escribiré, y escribiré, y escribiré.

Y una vez que todo lo que tuve que sentir por ti quede plasmado en letras. Y una vez que todo haya sido vaciado y marchito, podré decir que me curé de ti.

Al siguiente día sonreiré y seguiré, tal vez algún pedacito de ti se cruce en mi mente de vez en cuando, pero estaré perfectamente bien porque no serás más que eso: un cachito de vida, solo el recuerdo de una historia, tal vez triste, tal vez feliz, pero que sin duda ha valido la pena.



Delirios de una patética soñadoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora