Capítulo 70

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Me desperté con el sonido de un goteo. Era continuo, como si hubieran tirado una botella de agua encima de una mesa. Era molesto.

—Nair...—resoplé—. Recoge lo que hayas tirado, tengo sueño.

Era domingo, al día siguiente empezaban los exámenes finales. Necesitaba descansar. Le tiré un cojín, pero nada.

Al final, me harté, me levanté y fui a encender la luz. Todo el suelo estaba mojado, era asqueroso.

Se volvió aún peor cuando vi que era lo que estaba pisando. Sangre. Miré la cama, asustada. Había una chica pelirroja, muerta, en la cama de Nair. De Nair, ni rastro. Todo estaba comenzando.

Cogí el bate de Nair, me puse zapatos y salí fuera. Lo primero que hice fue ir a la habitación de al lado a buscar a Sara. Ella tampoco estaba dormida, pero algo me asustó más. Todo estaba revuelto, había habido una pelea.

La habitación de Sonia y Rocío estaba lejos, pero tenía que comprobar si estaban bien. Miré habitación tras habitación. No había nadie en todo el internado. Bueno, hasta que me tropecé y caí por las escaleras. Menudos recuerdos...

—Menudo susto me has pegado.

Levanté la mirada, se trataba de Álvaro. Me tendió la mano para que me levantase y resopló.

—Eres la primera persona viva que he visto en todo el día.

—¿Viva?

—Ven.

Me llevó del brazo. Por los pasillos de la planta baja había un montón de personas muertas, profesores y alumnos. Por más que miraba, no veía a ningún amigo.

—¿Has ido a buscar a Rocío?—le pregunté, esperanzada.

—Sí, y no está. Ni ella ni Sonia—cerró los ojos. Tenía miedo.

—Deberíamos llamar a la policía.

Negó con la cabeza.

—Mira por la ventana.

Por curiosidad, lo hice. La torre de control de electricidad, telefonía e internet había caído. ¿Quién era tan lioso para montar todo eso?

—¡Paula!

Se me encogió el estómago. Era David. Lo abracé con fuerza, al menos alguien estaba bien.

—Tenemos que salir de aquí, están ocurriendo cosas horribles.

—No sé si podremos.

—Debemos intentarlo.

Álvaro a la cabeza, luego David y yo la última, avanzamos. En determinado pasillo, me distraigo. De repente, Álvaro no está.

—David, no está.

—Joder...

Pasé por delante suya, no podíamos perder al único adulto responsable vivo.

—David, no...

Me di la vuelta. Él tampoco estaba. Estaba sola.

Internadas (Auryn)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora