Días contados. II

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—Oye. —Chasqueó los dedos delante de mis narices porque esta vez era yo la que se había quedado mirando las musarañas—. ¿Qué ocurre?

— Oh, nada, nada. —Y a la mierda el gato, di el más largo de los sorbos y tomé aire. En ningún momento le miré a los ojos.

— Lo mataste. —Murmuró intentando hacerme reír.

— No seas inmaduro, Atreyu. —Dije con cierta seriedad.

— ¿Perdón? —Percaté molestia en su voz pero en seguida trató de salvar la situación. Me enternecía porque me soportaba, era demasiado bueno para ser real. Ni siquiera entendía el por qué era yo quien le acompañaba por las mañanas y no una Francesa con las tetas bien puestas y las ideas claras—. Oye ¿no ibas a grabar? —Sonrió terminando el último trozo de croissant que quedaba en su plato.

—Gracias, lo olvidaba. —Desbloqueé la pantalla del móvil—. No grabaré casi nada pero al menos un saludo... ven, trae la silla aquí. —Mandé desplazando mi asiento unos centímetros.

— ¿Quieres que aparezca en el vídeo? te voy a opacar con mi belleza. —Vaciló y vino a mi lado—. Tus seguidoras me amarán, ya lo verás.

Le miré unos instantes con cara de odiar al mundo y me acerqué a su oído. Él, dudando, se mantuvo quieto.

— Se van a masturbar con tu cara. —Susurré intentando sonar lo más perturbadora posible.

— O igual mejor me aparto... —Sonrió exageradamente y levantó su silla para volver a trasladarse, no le dejé y comencé a grabar.

— Bonjour otra vez, por fin os puedo presentar a el Francesito. —Agarré su cara con una mano apretándole las mejillas, aquello que él me había hecho minutos antes—. Estábamos desayu...

— O sea que hablas de mi. —Vi a través de la pantalla como me miraba con una sonrisa orgullosa.

— No. —Respondí sin pensar—. O sea sí, pero no, pero sí... —Fruncí el ceño y dejé de mirar el aparato para mirarle a él—. A ver, es que si cuento mi experiencia en París y es contigo con quien más relación estoy teniendo pues te tendré que mencionar, así... levemente.

— ¿Levemente? —Alzó una ceja y entre nosotros se perdieron un par de centímetros.

— Sí, s-sí. —Espera ¿me estaba temblando la voz?—. Muy... por encima. ¿Atreyu? ¿quién es ese?

— Ajá. —Asintió sin creer palabra alguna y me empezó a temblar la mano con la que sostenía el móvil al sentirle cada vez más cerca.

— Creo que estás muy c... —Me callaron sus labios y sí, realmente eran tan suaves como parecían. Traté de corresponder aquello lo mejor que pude pero me sentía patética cada vez que hacía algún movimiento, estaba muriendo poco a poco de la vergüenza por no haber besado a nadie antes. El sonido del móvil apagándose por no tener batería hizo que me separase, y de paso, aprovechase para tomar aire. Bien, no podía mirarle. Me senté correctamente en la silla, guardé el móvil y di un último sorbo al café. Lo había dado por acabado ya que solo quedaba en el fondo aquella gota fuerte que todo el mundo deja... pero no sabía qué hacer. De repente las cosas minúsculas de la vida parecían tener sentidos relevantes, miraba hacia todas partes como embobada, me entretenía jugando con la cremallera de la chaqueta y daba vueltas con la cuchara a la taza vacía de mi desayuno.

— Creo que habré metido mucho la pata si no me vas a hablar en lo que queda de día. —Irrumpió Atreyu.

— Sí, bueno, no sé qué decir. —Solté una risa y sonó de lo más cortante. No era esa mi intención, joder.

—Si te ha molestado lo siento pero te vas mañana, me habría sentido la peor mierda si no lo hubiese intentado siquiera... Habría sido toda una tortura quedarme con las ganas.

— No lo ha hecho ¿vale? tranquilo. —Dejé los ojos en blanco.

— ¿Y por qué pareces molesta? —Se llevó las manos a la nuca y ejerció presión en ella haciendo una mueca.

— Por que si no lo hubieras hecho me iría y en un mes como mucho me habría olvidado de ti pero por culpa de esto no voy a poder sacarte de la cabeza en mucho más tiempo del que tenía planeado. No lo auguro nada divertido, vaya. —Me metí casi una mitad de croissant entera en la boca porque si no lo hacía seguramente habría seguido hablando y diciendo verdades que después querría retirar. En ese entonces, quería que el suelo se abriera y de manera literal me tragase la maldita tierra.

HAYLEY

La noche había caído antes de que Lana y yo pudiésemos darnos cuenta. Sobre las seis llegamos a casa pero antes por la mía para que pudiese coger algo de dinero del baúl secreto en el que Monique guardaba sus ahorros. Respecto a Andrew, ninguna le había visto en todo el día, no daba señales de vida. ¿Debería sentirme traicionada? pensé. Se supone que habíamos quedado en que ese día daríamos el paso de conocernos un poco más. Me sentí frustrada, me ponía tanto como tanto era el asco que me daba. No le conocía realmente, por eso me negaba a aferrarme a cualquier idea que mi mente crease sobre él, como que era un engreído, prepotente y narcisista... Lana le quería con locura, no podía ser tan odioso. Preferí alejar los prejuicios y conocerle desde cero, otro día, si es que no resultaba estar ocupado.

Llevábamos todo el día juntas por lo que nos habíamos abierto bastante la una a la otra en el buen sentido. Ella me contó las cosas que tuvo que sufrir gracias su preferencia sexual y yo le conté un poco por encima sobre mi infancia y George. Nos habíamos quedado sin saber de qué tema hablar así que optó por poner una película. Esperé paciente en el sofá mientras ella buscaba y rebuscaba DVD's en busca de algo bueno.

— Mhm, esta me encanta. —Me miró elevando el disco—. Si no me la he visto mil veces no me la he visto ninguna. Tranquila, no es pornografica.

— ¿Por qué tantas veces? —Reí ante su último comentario y abracé un cojín—. Yo aunque una película me guste mucho no puedo verla de nuevo. Es como... spoiler continuo.

— Porque siempre intento que Andrew la vea pero se queda dormido en la mitad. —Dijo con un fingido tono triste y corrió al sofá conmigo porque teníamos manta y hacía frío pero fue en vano pues en ese mismo instante sonó el timbre. Lana frunció el ceño y en seguida su rostro cobró la expresión de quien se encuentra entre la espada y la pared—. Mierda, América. —Se tapó con la manta hasta la cabeza y fue tiritando a abrir la puerta.

LANA

— Buenas noches... ¿fantasma? —Murmuró América con aquella voz tan dulce y me dio dos besos en las mejillas. Estaba nerviosa.

Maldición, maldición, maldición. ¿Cómo pude olvidar que hoy sería la primera vez que nos veríamos después de haber puesto las cartas y los sentimientos sobre la mesa? Joder, joder, joder.

— Buenas noches, nena. Estábamos esperándote... —Sonreí un poco forzada y la invité a pasar con un gesto de manos.

— ¿Estábamos? —Preguntó mientras se quitaba la chaqueta y la colocaba en el perchero.

— Sí, eh... Hayley —Llamé la atención de la morena del sofá y le guiñé el ojo disimuladamente para que me siguiese el juego—. ¿recuerdas a América?


Mensaje para los/as lectores:

¿Dónde coño se nos ha metido Andrew? si estaba todo ilusionado con eso de quedar con Hayley. En fin, se ha complicado todo con Lanerica. Hayley, sujetavelas. 

No os olvidéis, por favor, de comentad preguntas a los personajes en el capítulo anterior a este que dice IMPORTANTE.

Ejemplo: "Lana, ¿cómo conociste a Andrew?"  

No vale copiar el ejemplo. :D


Labios de hieloWhere stories live. Discover now