Narra Jennifer
Estoy empezando a aburrirme de mi novio de este mes: Manuel, un chico popular y... sí, estúpido. Pero antes me divertía con él, nos lo pasábamos bien escapando de las clases, yendo a fiestas y gastando bromas. Pero él comienza a querer llegar más allá y yo no.
Yo no quiero pasar de los besos con él. No quiero que vaya más allá, no él. La única persona a la que puedo permitírselo es a alguien que me quiera para algo más que ser un trofeo. Alguien a quien exhibir. Alguien sin importancia.
Suspiro. Entonces, Adela, mi mejor amiga, me mira un poco extrañada, con el ceño fruncido y los ojos avellana achinados.
— ¿Pasa algo? — pregunta con su voz de campanilla.
Me giro hacia ella y observo como me mira, con una sonrisa incómoda, seguramente esperándose mis palabras. La pobre está demasiado acostumbrada a mis tonterías, siempre es el mismo tema.
— Manu es gracioso y eso pero...
Suspiro y Adela posa su mano en mi hombro.
— Es idiota — completa por mí, como si estuviera dándome el pésame.
Sonrío ligeramente y chasqueo la lengua.
—No sé por qué nunca me doy cuenta antes.
— ¿Algo que compartir con la clase, Jennifer? — me pregunta de repente el profesor.
Resoplo y lo miro, con mal humor por haber interrumpido mi charla. Este hombre nunca me ha tenido ni un mínimo de respeto, y yo a él menos. Es un odio mutuo.
— La verdad es que sí — digo desafiante.
El profesor frunce los labios, pero hace un gesto y añade:
— Adelante.
Me pongo en pie y me ajusto el gorro, me aclaro la garganta y coloco mis manos entrelazadas detrás de la espalda. Con aire solemne, levanto la barbilla y camino despacio y como un militar dando instrucciones, mientras digo:
— Quiero informar al alumnado de un nuevo acontecimiento — hago una pausa, notando como todos me miran curiosos y el profesor arruga la frente, esperando a que continúe para ver qué voy a soltar —. El profesor aquí presente, ha roto unas normas de política moral en este instituto.
— ¿Se puede saber qué está diciendo? — me espeta con un gruñido.
— He encontrado una fuente de información con un vídeo en el que se le ve, intentando, porque es algo que nunca va a ser capaz de conseguir; ligar con el director.
El profesor comienza a ponerse rojo, y no distingo bien si de ira o de vergüenza, por lo que, caminando hacia la puerta, continúo:
» Es una lástima que...
— ¡A dirección! — grita enfurecido el profesor.
— ¿Quiere llevarme usted? — sonrío de lado —¿O le paso una notita de su parte al director?
El profesor, rojo de ira, avanza hacia mí y me apunta con su dedo índice, blanco y tembloroso, mientras yo sonrío con autosuficiencia. Las risas ahogadas invaden la clase, algunos parecen morir allí mismo, intentando que no se les oiga, mientras yo sonrío.
— Lárguese de mi clase — murmura con los dientes apretados.
— ¡Ha sido un placer verle, profesor! — digo con rapidez, justo antes de salir disparada por la puerta del aula.
Oigo cómo se cierra la puerta de golpe y meto las manos en los bolsillos de mis vaqueros rotos. Camino por los pasillos silbando con tranquilidad, mientras observo la soledad que me rodea. Salgo al patio y me dirijo al lugar dónde siempre estoy cuando me echan de clase, pero veo a Manu allí sentado y me detengo.
ESTÁS LEYENDO
Ella es mi problema
Teen FictionHugo y Jennifer son totalmente opuestos: él es el chico bueno, con buenas notas, comportamiento excelente e invisible; ella es la chica mala y popular, que se dedica a meterse en líos. ¿Qué pasa cuando el chico bueno y la chica mala se enamoran? Emp...