La Presencia (No todos descanzan en paz)

C-11: La amiga reemplazo

Las opciones eran de poco agrado. Ahora debía retomar su dieta y era claro que la hamburguesa estaba descartada del menú, al igual que la gaseosa. Sintió la penetrante mirada de Kimberley en la fila mientras llenaba su bandeja de fideos con salsa blanca y varias frutas. Estaba confundida con el gesto que la rubia había hecho por ella hace rato... era su futura competencia y aun así la había ayudado con su delatante aliento de cigarrillo. La pregunta era por qué...

A pesar de que el generoso y sospechoso gesto de la rubia era un enigma que debía resolver, decidió volver a concentrarse en la comida y confrontar a Kimberley Wilson más tarde. Le echó un vistazo a la tanda de comidas que se exhibían en frente y se sintió desalentada con lo que se encontró; supo que Brighton High School era un colegio con escasas probabilidades de llevar una dieta como la que debía llevar desde ahora de modo que dedujo que tendría que empezar a traer su propia comida. Christopher la mantenía distraída con sus conversaciones durante el recorrido hasta la mesa en donde se hallaba Hank Miller. Él observó con cierta amargura al asiático por un breve momento en el que permaneció parado, luego se excusó con pretextos infantiles para ir a la mesa de Kimberley y se alejó. Mar no comprendió por qué parecía no congeniar con Hank puesto que este era un chico muy agradable, pero no le afectó verlo marcharse hacia la mesa en donde estaban sus amigos. Christopher tenía su grupo, y Hank el suyo. La pregunta era, ¿a dónde pertenecía ella? Se acomodó al lado de Brisa, quien a su vez estaba muy apegada a Tomas. Frente a ella estaba Hank Miller y una hermosa joven de cabello oscuro con movedizos bucles, ojos diminutos de cachorro juguetón y una sonrisa adorable. La joven tenía semejanza asiática a Hank, lo cual dedujo debía tratarse de su hermana o algún pariente. No se atrevió a preguntar cuando la chica se presentó.

— ¡Hola!, soy Joyce, hermana de Hank—su voz era aguda y vivaz. Mar se presentó con la misma energía y le sonrió. Había una notable diferencia entre la mesa de Christopher y la de Hank Miller; estar sentada con Kimberley y Danielle, excluyendo a Alex, era incómodo. Se sentía la mala vibra, la tensión entre las chicas quienes no parecían estar a gusto con su presencia. En cambio estar rodeada de personas genuinas como Hank y Joyce Miller, o como Brisa, que no fingían o la celaban por motivos incoherentes se sentía casi como estar rodeada de sus antiguas amigas y eso relajó sus músculos.

>>Así que Mar, ¿qué hay entre tú y Christopher?—Lanzó Joyce en un tono sugerente y sin molestarse en ocultar su pregunta tan directa con una sonrisa maliciosa. El fideo se atoró en la garganta de Marianela provocándole una tos fuerte. Tomas quiso reír ante la torpeza de su hermana.

—No sé de qué me hablas...—dijo ella con ingenuidad. Joyce levantó ambas cejas como quien está a punto de decir un chisme.

—Desde ayer no paran de hablar sobre ustedes, algunos dicen que él se te va a declarar en la fiesta... Christopher Biaggio no es de los que caen tan fácil—aclaró con extrema emoción logrando sonrojar a Marianela. Tomas tensó su mandíbula en desacuerdo mientras que Brisa contenía la risa ante la actitud sobreprotectora de él. Mar no sabía qué decir al respecto de modo que intentó ganar tiempo masticando con más lentitud. ¿Christopher se le iba a declarar en la fiesta que había mencionado en el salón? Un escalofrío recorrió su espina dorsal de tan sólo pensar en la imponente figura del joven, mirándola fijamente con sus ojos verde zafiro y acercando sus labios en busca de un beso al que ella no correspondería... ¿o si lo haría?

Estaba tan confundida. Claro que lo creía atractivo, agradable y un tanto coqueto, pero ella aun pensaba en Christian, incluso aunque este había decidido reemplazarla por alguien más y continuaba su vida sin ella...

—Bueno... él dijo que sólo sería una reunión de 10 personas máximo—comentó ella indiferente, luego de tragar con brusquedad. Hank rió ante el comentario.