C-3: ¿Fantasma?

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El sueño había llegado rápido luego de la cena. Considerando la diferencia notable de espacio, el sonido de grillos y el zumbido del viento que jamás había apreciado en el medio del caos que representaba la ciudad al que estaba acostumbrada, pudo dormir bien. Aunque normalmente ella soñaba cosas sin sentido, esta vez la figura de Chris se presentó en su inconsciente. Él vestía y actuaba como siempre, se veía despreocupado y rebelde... sus oscuros ojos brillaban mientras castigaba a su cuerpo con un cigarrillo en sus labios y un vaso de licor en su mano. Lo particular en el sueño era la compañía que posaba a su lado. Una muchacha delgada y pequeña quien lo rodeaba en la cintura con una sonrisa victoriosa. Mar distinguió a la menuda rubia de ojos celestes de inmediato e hizo una mueca de disgusto. Era Sofía Rodríguez, y estaba con su novio. Estaba con Christian. Comprendió de inmediato lo que el sueño quería transmitir y la inseguridad se trasformó en decepción. No veía a Christian capaz de cambiarla, reemplazarla por alguien mejor, más bonita... pero sabía muy bien cómo actuaba la infame Sofía, quien fingía inocencia y pureza para luego acechar a los novios de las demás.

La mañana avanzó sobre su recámara y los primeros rayos del sol ingresaron en su ventana sin cortinas, arrebatándola del sueño. La luz llegó directamente a sus ojos, estorbándole.

Nota mental: Poner unas cortinas oscuras.

Arrugó su nariz y se removió inquieta antes de parpadear. Con resignación abrió los ojos y quitó los mechones de cabello que obstruían la parte derecha de su cara. Se recostó en la cama bostezando e ignorando lo que estaba a punto de presenciar.

Y sin más, sucedió...

Fue un vistazo fugaz. Una figura desconocida se encontraba sentada en el borde de su cama, cerca de sus pies. Se trataba de una mujer, pudo percibirlo cuando observó el enmarañado cabello sucio que cubría su rostro. El miedo la paralizó. Su piel se erizó cuando contempló la ropa desgarrada y la mugre en sus desnudos brazos sucios. Un zumbido irritante invadió sus oídos y pálpitos irregulares impactaban en su pecho amenazando con llevarse su vida; una parte consciente le exigió que gritara o corriera de la fantasmagórica muchacha, pero en cambió permaneció su lugar con el cuerpo paralizado.

Gotas de agua resbalaron de la joven y comenzaron a humedecer las sábanas. Su cabello estaba mojado. La figura mostró indicios de movimiento y su cabeza comenzó a girar hacia su dirección.

Parte de ella sentía una irritable curiosidad por ver su rostro, pero otra parte supo que al verla nada bueno ocurriría. Entonces cerró los ojos por instinto y suplicó internamente que no le hiciera daño. La sintió moverse, tocar sus pies con sus heladas y húmedas manos. Pero luego, el eco de pisadas acabó con el momento. Su hermano entró a la alcoba enérgico pero ella seguía con los ojos cerrados.

—Mar... De casualidad no tienes mi mp3, no lo encuentro en ninguna de las maletas y tal vez tú...—Tomas miró a su hermana con el cejo fruncido, ella se negaba a abrir los ojos, — ¿qué tienes, te duele algo?—. Le preguntó incomprensible. Mar abrió los ojos con lentitud y más seguridad. Observó el borde de la cama, en donde creyó haber visto a la joven misteriosa... nada había allí. Las gotas que habían humedecido sus sábanas se habían esfumado, pero la presencia seguía atormentándola y un aura negativa, triste y desesperada aún vagaban en su habitación. ¿Qué demonios había visto?

—Una chica...—susurró con la voz entrecortada sintiendo el pie acalambrado en donde las manos de la extraña la habían acariciando. Tomas levantó ambas cejas y se rascó la nuca sin advertir el estado de su hermana.

—Eh... ¿quieres ser más específica?—. Se burló sin intenciones de ser serio. Mar continuó temblando pensando en una posible respuesta a lo ocurrido: Tal vez había visto un fantasma, un espectro de otro mundo. Pero luego su lado racional se burló declarando que los fantasmas no existían. Porque los fantasmas no existían, ¿cierto?

La Presencia (No todos descanzan en paz)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora