C-8: "Ataque de nervios"

58 2 0
                                    


Sus párpados se elevaron y su iris enfocó una figura que endureció cada parte de su cuerpo. Flotaba sobre ella, sangre negra cubrían sus facciones, su cabello se revolvía con violencia ensombreciendo su aspecto demacrado por la mugre que se entrelazaba con la sangre; en su intento por no temblar, observó que la figura le dedicó una sonrisa macabra. Sus oscuros y siniestros ojos delataban una descomunal furia hacia ella, que erizó su piel y la obligó a gritar como jamás lo había hecho en toda su vida... Para su sorpresa, la figura que parecía volar sobre ella desapareció en su brusco parpadeo. Lágrimas inundaron su rostro, evitando que asimilara lo ocurrido. Pasó con lentitud sus manos en su rostro sabiendo que estaría manchada con la sangre de ella.
Se horrorizó ante la visión ya prevista en sus manos y volvió a gritar, esta vez su madre irrumpió en la alcoba alterada y preocupada.

— ¡Hija! ¡¿Qué ocurrió?! ¿Estás bien?

Norma no esperó respuesta: su hija se encontraba en el piso, con las piernas dobladas y la cabeza oculta entre las rodillas. La abrazó como a una niña, la consoló mientras ella se limitaba a llorar y observarse con pánico las manos llenas de sangre. Ya no se trataba de una alucinación... sabía lo que había visto. Sabía a quién había visto...

—Mar, hija, háblame—pidió Norma mientras la acomodaba en la cama y apoyaba sus manos en los hombros de su hija. Mar miró sin parpadeos la ventana, en la habitación de la casa de en frente. No podía hablar... se oía a Peter llorar a lo lejos pero Norma insistía en que su hija dijera algo ignorando con fuerza de voluntad al recién nacido.

—Fue horrible—soltó la joven, rompiendo a llorar. Su garganta ardía entre gemidos infantiles, su cuerpo temblaba y algo en su estómago daba vueltas generando repugnancia. Sintió nauseas pero su boca sólo se limitaba a sollozar. Norma volvió a abrazarla mientras oía desde la distancia a alguien subir las escaleras.

—Ya llegué... ¿mamá?... ¿por qué nadie atiende a Peter?—La voz de Tomas fue haciéndose cada vez más fuerte conforme llegaba al cuarto de su hermana. La flamante sonrisa en su rostro descendió con lentitud al ver a su madre envolviendo a Marianela en una inesperada situación. — ¿Qué pasó? ¿Mar estás bien?—Preguntó él, se acercó hasta ambas pero no supo cómo consolarla. No entendía nada.

—Tomas, por favor ve con Peter—suplicó Norma en un hilo de voz mientras su hermana seguía llorando. Él lo hizo aunque seguía sin entender nada de lo que ocurría. Jamás había visto a su hermana tan asustada y afligida a la vez.

>> Mar, tranquila, cuéntame qué sucedió—inquirió Norma suavemente, implementando aquel tono profesional. La joven observó sus manos, la sangre se había esfumado.

—Algo malo está sucediendo, ella... ella me persigue—confesó con frustración y miedo mientras daba vueltas ambas manos desesperada porque la sangre había desaparecido.

— ¿Ella? ¿Quién?—. Preguntó Norma insistente y deteniendo los bruscos movimientos de su hija para envolver sus manos con los de ella. Mar se secó el rostro con la manga de su saco y recuperó el aliento antes de mencionarla.

—Creo que es Ana Hilton—concluyó la joven con la voz entrecortada recordando la figura en una de las ventanas de la casa de enfrente. Norma contrajo su rostro aturdida.

— ¿Ana? ¿Cómo sabes de Ana Hilton? ¿Quién te dijo...?

—Estoy segura de que es ella... ella me busca... ella quiere algo conmigo—comenzó a balbucear tartamuda.

—Mar, no quiero que te involucres en esto, es un... tema delicado.

—Sí, ella me está buscando... está muerta lo sé, pero no... No descansa—continuó espetando.

La Presencia (No todos descanzan en paz)Where stories live. Discover now