C-4: "Bienvenida a Brighton High"

81 3 0
                                    

Los pasillos eran impecables y silenciosos. Los tacones de Norma retumbaban en un eco ruidoso que atrapaba la atención de las aulas entreabiertas. Marianela tomó a Peter, quien había comenzado a llorar con euforia debido a su interrumpido sueño; Norma guió a sus hijos por el interminable pasillo, hasta llegar a la recepción. La mujer los miró con una sonrisa prematura y los invitó a tomar asiento en la espera del director del colegio. Ella se presentó como Margaret y, mientras ponía disimulada atención en Marianela, por motivos que ellos desconocían, llamó a la puerta del director. Minutos más tarde les indicó que pasaran a su oficina, aunque Mar se rehusó debido a que Peter se había acomodado en sus brazos y no quería arriesgarse a despertarlo con movimientos bruscos; Norma le envió una mirada poco amigable y le exigió que fuera respetuosa. La joven sintió un sabor amargo en el paladar mientras obedecía a su madre y veía al hombre que descansaba en su asiento con una sonrisa rebuscada. El director del colegio era un hombre cabizbajo, de cabello casi inexistente y una mandíbula sin afeitar. Cejas espesas que escondían unos ojos azules oscuros penetrantes y una nariz pronunciada. Llevaba puesto un traje usado que delataban vergonzosas arrugas en los codos y el torso. Mar asumió que debía ser soltero, o viudo, por su imagen desalineada y su atuendo descuidado que sólo una mujer reprocharía.

—Tomen asiento—indicó mientras despejaba las carpetas apiladas en su escritorio—, mi nombre es Hugo Biaggio, y... ustedes... deben ser los famosos Jensen—. Asumió con emoción contenida. Norma asintió alagada y el director se dispuso a leer la información de los hermanos. Claro que ya los conocía, su antiguo colegio y BHS* se habían cruzado en las competencias nacionales, y los Jensen siempre resultaban triunfadores.

Tomas Jensen presentaba múltiples premios en toda la categoría deportiva masculina, buenas calificaciones y asistencia impecable. Marianela Jensen, por el contrario, tenía notas regulares, llamadas considerables de atención en clase y varias faltas. Pero su reputación era pulida por los premios del Primer Lugar en Natación. Los ojos de Hugo brillaron, ella sería su nueva campeona. Precisaba a alguien como Mar, quien se atreviera a competir en las piscinas de Brighton High. Volvió a concentrarse en la información que estaba frente a él. Por alguna razón le resultó extraño que tuvieran la misma fecha de nacimiento pues Tomas aparentaba más edad. ¿Serían mellizos o gemelos? No quiso preguntar, aunque le llamó la atención que no resultara de ningún parentesco físico. Y más fue su extrañeza al dedicarle una rápida mirada a los tres. Norma era una mujer gruesa, de expresiones duras, mirada azul imponente que llevaba el cabello liso sobre los hombros de un color negro azulado, mientras que su hija tenía un rostro suave, con ojos brillosos y labios medianamente gruesos en la parte inferior y fina en la parte superior. Llevaba el cabello castaño alzado y alisado, a simple vista era muy opuesta a su madre.

Tomas mostraba una semejanza con su madre, en sus pequeños y ondulados mechones que sobresalían cerca de la frente. Tenía un cabello espeso y oscuro, cejas rectangulares y un rostro sinuoso. Todo determinaba que era una copia masculina de Norma excepto por el detalle que lo caracterizaba: sus oscuros ojos marrones el cual volvía a reforzar la falta de semejanzas con su hermana y madre. La foto de Marianela se apareció en uno de los papeles. Su rostro le resulto familiar... demasiado familiar.

Una luz se encendió en su cabeza con brusquedad y el nombre de una antigua tragedia se deletreó. Con rudeza cerró el expediente y sus dedos temblaron.

— ¿Ocurre algo malo?—. Preguntó Norma extrañada. Mar y Tomas intercambiaron miradas.

—Eh...—, el director sintió un mareo al dedicarle una mirada más detallada a Marianela y ella lo percibió. Imágenes del pasado se instalaron en su mente y no hubo manera de reprimirlas—. Disculpen un momento—, se excusó y se retiró de su oficina hecho un tornado de confusiones. La familia Jensen quedó boquiabierta, excepto por Peter que en un llanto suplicó leche materna, petición que Norma no pudo denegar mientras desabotonaba su camisa blanca de seda.

La Presencia (No todos descanzan en paz)Where stories live. Discover now