—Buenas tardes señorita Jauregui, señorita Cabello, estaremos a su orden para lo que necesiten— manifiesta una de ellas quien imagino que era la jefa. Deben ser nuevas o algo porque nunca les había visto.

—Buenas tardes señoritas, necesitaré un baño de agua tibia, mi sirviente aquí ya ha tomado uno antes de llegar y solo tiene permitido un baño al día, di ed que se lo gana. También sirvanme una copa de vino y dejen la botella en la habitación, necesito relajarme— fui tan clara y precisa que hasta yo misma me sorprendí—. Rápido, que estoy muy estresada— las mujeres salieron en fila rápidamente. Había usado un tono tan frío y seco que seguro no les quedan ganas ni de decir un hasta luego cuando me vaya.

Parece que lo del baño y lo tenían arreglado, cuando Camila iba a quejarse conmigo, porque vi su cara, claramente iba a reclamar algo, tres entraron de nuevo cargando el agua mientras la otra imagino que salió corriendo a buscarme el vino. Me pareció una buena idea pedirlo para "empezar a tomar" desde ahora. Camila seguía en la puerta y me miraba confundida, lo que me causó cierta risa y le lance un beso al aire.

Me quité las botas mientras tanto las muchachas me preparaban el baño. Me recosté apoyada en mi codo viendo a Camila fijamente, quien no sabía que hacer para no sentirse tan nerviosa ante mi insistente mirada, mordía sus labios y suspire al pensar que eran los mios los que mordía.

Vi entrar a la muchacha restante con una copa y una botella de vino de no sé qué, sirvió parte del oscuro líquido en la copa, mucho más arriba de la mitad, y se lo entregó a Camila, con intención  de que ella me lo diera a mi. Camila como estaba en otro lugar se había quedado viendo la copa confundida, la muchacha le hizo una seña con las cejas hacia mi. Mi sol movió sus cejas también y luego las amplio entendiendo lo que le quiso decir la muchacha número cuatro. Caminó hacia mi y tuve que aguantar mi risa, casi fallo y tuve que toser en su lugar.

—Aquí tiene señorita Jauregui ¿Dónde le gustaría que colocase la botella?— en cambio ella sonreía libremente al estar de espaldas a la muchacha número cuatro.

—Colocala en aquella cómoda— en la habitación ya había copas, vasos y una botella de whisky esperando, me di cuenta cuando le pedí que llevara la botella a aquel lugar. Las otras tres mujeres salieron y se colocaron en fila frente a mi.

—¿Se le ofrece algo más Señorita Jauregui?— habló la jefa de nuevo.

—¿Tiene la llave de esta habitación? Por lo que escuché vendrá mucha gente, y la gente es curiosa, no me gustaría que se desaparecieran mis cosas. Y nadie quiere pagar siendo culpable o no si eso sucede— pasé mi dedo por la cubierta de la copa y la miraba detenidamente como si eso fuera más interesante que todas ellas; una falsa amenaza nunca cae mal. Vi a Camila temblar por una extraña razón que desconozco con mi rabillo del ojo derecho.

—Tengo una a mi disposición— sacó un gran manojo de llaves y comenzó a buscar entre ellas, todas me parecían iguales y no sé cómo es que en unos segundos ya había sacado la que pertenecía a esta habitación—. Aquí la tiene— llamó a Camila con su mano y se la entrego a ella, para que ella me la diera a mi.

—Gracias, pueden retirarse, cuando esté vistiéndome las llamo para que me ayuden, no creo que ella sepa poner un vestido adecuadamente— le di un sorbo a la copa. Si no decía al menos gracias a esas trabajadoras no me sentiría bien conmigo misma.

Se retiraron en fila justo como entraron y la ultima cerro la puerta tras ella. De inmediato con la llave que me habían dado me levante y fui a cerrar la puerta, comprobando que estuviera bien cerrada intentando abrirla. No se abrió lo y una sonrisa maligna creció en mi boca.

—No se vale Lauren, yo quería bañarme— se quejó cerca de la cama donde la dejé. Me acerqué a ella con la copa en boca, dándole un sorbo más grande.

Mar Dorado | Camren.Where stories live. Discover now