1

55 5 2
                                    

Otro día tan largo y monótono como otro cualquiera. Las 21:00 y voy de camino a casa, donde me espera el amor de mi vida mi Pelusa, es una perrita hermosa, yorkshire de 6 años, bueno y mi novio. Lo se, debería haber dicho que el amor de mi vida era él, pero últimamente no estamos bien, aunque él diga lo contrario. Ya no siento lo mismo, o eso es lo que creo, es difícil cuando ha habido una infidelidad por medio. Mi novio se llama Patrick de pelo castaño claro, casi rubio. Tiene barba de unos 4 días, y sus ojos... madre mía sus ojos... un azul cielo, casi transparente.

Fue un día totalmente distinto a este. Había hecho un sol tremendo, de esos que te planteas ir a la playa en pleno febrero. Ese día estaba tan emocionada, había comprado lencería especial para Patrick. Cumplíamos 3 años juntos. A veces, cuando estoy triste pienso y me pregunto si hubiera sido mejor no haber despertado ese día, haber pasado directamente al día siguiente. 

Volvía de mi trabajo. Estaba cansada cogí el correo y vi que había un sobre un tanto extraño. Lo giré y no había remitente. Lo abrí y ahí fue cuando mi corazón se rompió, y no solo por la mitad. En las fotos se podía ver a dos personas desnudas en una cama. Besándose, tocándose... Sin duda fue repugnante verlas. 

Mis ojos no paraban de llorar, mi mundo se desvaneció y por si no fuera poco justo el día de nuestro aniversario. A veces hubiera preferido no haber recibido nada.

En esos momentos buscaba la razón de esa infidelidad, quizás no le daba lo que necesitaba y tenía que buscar fuera, tal vez estaba dudando y necesitaba comprobar que me quería... Con cada pregunta afirmada, la culpable era yo. Pronto me di cuenta de que el único culpable era él.

Recogí mis cosas, a Pelusa y me marché. Tuve que llamar a una amiga para que me ayude con mis cosas. Deje una nota en la puerta, en la que ponía: "Ni me busques, ni me llames. Olvídame, así como lo haré yo". Las cosas que quedaron en ese apartamento solo eran las que él me había regalado, y seguramente varias olvidadas mías. Pero llegados al caso prefería comprar nuevas a volver.

Llegue a casa y la primera en saludarme fue mi amada Pelusa, no se que hubiera hecho sin ella. Acto seguido Patrick.

-¿Cómo te ha ido el trabajo cariño? -dijo deslizando un beso en mi mejilla.

-Bien, como todos los días. Voy a darme un baño, estoy muy cansada.

Esto no puede continuar así. Nos hacemos daño mutuamente. Ni él se lo merece, ni yo me lo merezco.

Después de una semana, mi teléfono comenzó a sonar. Podía reconocer el número y se trataba de Patrick . Al principio me negaba a contestar, pero al cabo de unos días contesté, quería saber qué excusas me daba. Sí, lo hacía para sentirme aún peor... Pero en esos momento no sentía la necesidad de estar bien.

-¿Qué quieres?

-¡A ti, te quiero a ti! por favor no me cuelgues. Necesito verte. Necesito explicarte cómo sucedieron las cosas. No es como tú las piensas.

-No creo que haya mucho en que pensar, verte a tí y a tu querida secretaria follando, no da mucho para imaginar algo más.

-Te juro que no quise. No podré vivir con esta culpa, jamás te sería infiel.

-Nunca digas jamás, y menos si no puedes cumplirlo.

-¿Podemos vernos?

-¿Para qué? ¿Realmente crees que va a cambiar algo entre nosotros? ¿Acaso no leíste mi nota?

-Solo déjame explicarte y verte por última vez- Aún lo amaba... Y ese fue mi error, aceptar verlo.

Salí de mi baño tan relajada que lo único que quería hacer era tumbarme en la cama con mi bebé y dormir hasta mañana. Pero en mi casa aún estaba Patrick

Mi Fugitivo PlacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora