101.

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Capítulo 101.

Intentamos tomarnos las cosas con calma, besarnos en su cama por alguna minutos antes de continuar, pero lo necesito tanto y él me necesita tanto también, que es imposible que nuestras manos se queden quietas. Las suyas son más demandantes, me tocan por todas partes sobre la tela de mi ropa. Mis pechos tienen su atención por varios minutos antes de descender por mi estómago y tocarme entre mis muslos, donde todas las sensaciones y el calor aumenta por cada toque suyo.

Sin romper nuestro beso, me lleva con él. Me sienta a horcajadas sobre sus caderas y su entrepierna se acomoda en mi centro. Suelto un gemido de placer al sentir su dureza. Sus manos calientes me abrazan la piel desnuda de mi cintura y me empuja hacia adelante y vuelvo a gemir sobre sus labios sin dejar de mecer mis caderas.

—Déjame ver que tan húmeda estas. —Su comentario me eriza la piel.

El guía su mano hacia adelante y se mete dentro de mi pantalón y braga. Sus dedos rozan los vellos y la piel sensible de mi monte de venus antes de seguir su camino hasta mis húmedos pliegues. Ambos soltamos una respiración profunda y el deseo crece mucho más en Interior.
Sus ojos no se apartar de los míos cuando lentamente me acaricia de arriba hacia abajo, empapando sus dedos con mis fluidos. No puedo creer lo mojada que estoy.

—Oh. —Gimo al sentir sus dedos presionando mi clítoris en círculos.

—Déjame hundir mis dedos en ti. —Susurra sobre mi boca. Suelto otro gemido afirmativo. —Dime si es demasiado.

Lenta y suavemente hunde un dedo dentro de mi, luego otro más y jadeo cerrando los ojos con fuerza. El empuje de sus dedos y su palma rozando mi clítoris me llevan al mismísimo cielo. Soy un desastre sobre su cuerpo. Él me susurra que monte sus dedos, que me mueva, que disfrute.
Al principio soy tímida, sobre todo porque estamos a plena luz del día, pero todo eso queda atrás cuando el fuego baja por mi vientre y el placer se apodera de todo mi ser.

Mis gemidos hacen eco en su habitación y mi cuerpo se arquea cuando el orgasmo se apodera de mi cuerpo. Él no deja de frotar, prolonga mi orgasmo por varios segundos más antes de deslizar sus dedos fuera de mi.
Sus ojos captan las míos y en un acto que me deja sorprendida y aturdida se lleva los dedos a la boca y los chupa. No existe asco en sus facciones, él está tan caliente que los lame hasta dejarlos limpios.

-Que sabor tan exquisito. —Me dice.

No sé qué responder, y él sabe que me he quedado aturdida por lo que hizo. Una sonrisa se asoma en sus labios mientras me inclina y me besa. Puedo experimentar mi propio sabor en su boca, esto es jodidamente diferente, pareciera que estuviera mal, pero se siente tan bien.
Continuamos besándonos mientras poco a poco nos quitamos la ropa. Todo es un caos a nuestro alrededor, ropa por todas partes mientras él se mete entre mis piernas una vez que estamos desnudos.
Su miembro roza mi centro húmedo, caliente y palpitante. No hace ningún ademán de penetrarme, solo se frota contra mi, piel contra piel.

—Te necesito. —Le hago saber.

—Déjame buscar un preservativo. —Él se inclina, me da un beso en los labios y luego se levanta de la cama.

Lo veo caminar desnudo hasta el closet y hurgar en uno de los cajones. Del interior saca un paquetito plateado y luego vuelve a mi, se acomoda entre mis piernas abiertas y lo observo. Niall desliza el condón por su pene sin dejar de mirarme.

—¿Qué? —Susurro un tanto tímida.

—Eres preciosa, adoro verte a los ojos, pero ahora quiero que te acuestes boca abajo. —Me pide.

Oh Dios.

Sin decir una palabra, me giro. Él separa mis piernas con su rodilla y vuelve a meterse entre ellas. Tomándome de las caderas me inclina hacia atrás, mi trasero queda adherido a su pelvis.

—¿Que harás? —Pregunto un poco preocupada por este cambio de posición.

—Relájate. —Me pide mientras siento la punta de su miembro acariciar mi hendidura. —No sabes como deseaba tenerte así.

Con la mejilla adherida al colchón, él se hunde lentamente dentro de mi. Me llena y puedo jurar que alcanza mi útero. Es una locura, jamás creí que se sentía tan grande así, y que me haría sentir tan llena.
Mis dedos se aferran contra las sábanas cuando él comienza a moverse. Suavemente, hasta el fondo. Niall repite la acción por varios minutos, mi cuerpo se amolda al suyo, empujo mis caderas hacia atrás para encontrarlo, para sentirme completamente llena por él.

—Niall. —Suelto un gemido.

—Nena, apenas estoy dentro de ti y ya quiero correrme. —Él continúa balanceando sus caderas y suelto jadeos y gemidos entremezclados. —Ese sonido tuyo será mi perdición.

—Que lo sea, te necesito. —Le ruego mientras separo mis piernas para ofrecerle más profundidad.

Lo escucho gemir mientras me da todo de él. Con fuerza empuja sus caderas, me llena a una velocidad la cuál no puedo seguirle el ritmo. Nuestras pieles chocan entre sí mientras mis gemidos se multiplican y me aferro a las sábanas dejando que la locura se desate en este cuarto.
Esto es totalmente diferente, esto es follar.
El pensamiento me vuelve una completa salvaje, el placer se apodera de mi cuerpo y me desconozco.

Niall desacelera sus movimientos, se vuelve lento, mucho más pausado. Pero yo quiero más, mucho más. Así que comienzo a moverme, a empujar con fuerza hacia atrás mientras él se apoya en sus talones y gime detrás de mi.
Mi nombre se escapa de sus labios entre gruñidos y jadeos llenos de placer.

-Oh, nena. —Sus manos acarician mi cintura y suben por mis pechos, juega con mis pezones y luego descienden por mi estómago hasta mi clítoris.

Ese estímulo me envía fuera del planeta. El éxtasis se propaga por todo mi ser y me dejo ir una vez más.
Los espasmos de placer hacen eco dentro de mí, tiemblo contra el colchón mientras él continúa empujando hasta encontrar su propia liberación. Con su cuerpo casi sobre el mío, con su pecho adherido a mi espalda, sonrío.

—Niall... —Susurro. —Oh Dios.... Eso fue... Oh Dios.

Él se ríe y lentamente se desliza a mi lado. Sus ojos se encuentran con los míos y sonríe.

—¿No fue suficiente?

—Cállate. —Ambos nos reímos. —Fue increíble.

Él se acerca y deja un beso en mi cabeza.

—Y está recién comenzando.

—¿Qué?

—Tengo una caja llena de preservativos. No podemos dejarlos allí.

Suelto una risita.

—Entonces, vamos por ese segundo encuentro. —Digo acercándome.

Niall se ríe, sus brazos envuelven mi cintura cuando me siento a horcajadas sobre él y comienzo a besarlo.
Después de todo, solo estamos celebrando el hecho de que mi padre nos dejó estar juntos. Una celebración llena de jadeos y respiraciones entrecortadas.

+ 𝐐𝐔𝐄 𝐖𝐇𝐀𝐓𝐒𝐀𝐏𝐏 - 𝐍𝐇 𝐁𝐘 𝐍𝐀𝐓𝐇 🥀Kde žijí příběhy. Začni objevovat