Capítulo 26

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Harry 

Pasaron tres años y algunos meses desde la muerte de Kate y a pesar de todo el tiempo, seguía pensando en ella de vez en cuando, aunque algo me había ayudado en el camino, aproximadamente tres meses después del accidente me había venido a vivir con Susan, éramos solo amigos pero ella era una persona increíble conmigo al igual que su hijo Cárter, quien solo tenía 7 años, pero al cual quería mucho.

—Sabes tío Harry— habló el niño en plena cena —deberíamos ir de vacaciones a la nieve.—

—¿A la nieve de vacaciones?— pregunté —Oh no, eso debes decírselo a tu mamá— me encogí de hombros. Susan entonces dejó un plato frente a nosotros y cuando estuvo listo ella se sentó.

—Quiero ir de vacaciones a la nieve— no tardó en hablar Cárter, Susan se sorprendió un poco.

—¿Por qué quieres ir de vacaciones de la nada?—

—Mis amigos lo hacen cada año y pensé que la nieve sería una buena idea— dio una sonrisa tierna y Susan le acarició la mejilla.

—La nieve nos queda un poco lejos Cárter— ella se ríe —te propongo otra cosa.—

Y así fue como terminamos saliendo de esta angustiante ciudad directo a la playa por dos semanas.

—En serio, el lugar es muy bonito y Laura nos ofrece hospedaje por todo este tiempo, es increíble— comenta con extrema felicidad Susan.

—Si que lo es— agrego, todos estábamos muy felices en realidad.

El viaje fue de un par de horas, llegamos directamente a la casa de la amiga de Susan, quien a pesar de su cara de amargada era muy atenta con nosotros, sobre todo con el niño quien no parecía notar ningún problema en ella.

—¿Cuándo iremos?— preguntó Cárter, lo habíamos hecho esperar unas cuantas horas desde que llegamos y parecía que no podía contenerse demasiado.

—Mañana, después del desayuno— Susan contestó sin apartar la mirada del televisor.

—Pero Mamá— se quejó de inmediato —ya estamos aquí ¿por qué no podemos ir ahora?—

—Porque he dicho que no Cárter— Susan miró al niño —hay que desempacar.—

El pequeño no volvió a hablar, cuando Susan decía que no era no y pareciese que nada la haría cambiar de idea. Así fue, desempacamos y vimos televisión un momento antes de ir a dormir, Cárter, quien parecía ser el más enérgico de todos cayó de los primeros a la cama.

—Ya sabía que estaba cansado— lo miró Susan dormir mientras yo estiraba las colchas de la cama continua —siempre que se emociona por algo duerme fácilmente en la noche.—

Susan era una excelente madre, no era demasiado estricta ni demasiado liberal, y por sobre todo no juzgaba ni una mínima parte de lo que él era.

—Buenas noches Harry— fueron las últimas palabras que escuché antes de que se durmiera ella también, la casa quedó en silencio y no me quedó otra opción más que cerrar los ojos e intentarlo también sin pensar en nada malo.

*

Pasaron 5 días desde que llegamos a la playa, era increíble ver como cada día Cárter se entusiasmaba por ella, era un niño genial, parecía que sus fuerzas eran inagotables. Hoy a diferencia de cada tarde iríamos a una feria que Laura nos había comentado, no quedaba muy lejos y para variar un poco con estos días parecía una maravillosa idea.

Fue ahí donde todo lo que yo creía se derrumbó.

Apenas habíamos llegado y subido a uno que otro juego simple cuando Cárter quiso subir a la rueda de la fortuna.

—No gracias, no soy bueno para esa cosa— le respondí a Susan cuando me preguntó acerca de subirnos.

—Pero la vuelta es larga y te dejaríamos solo por un buen tiempo— argumentó ella sujetando al niño de la mano.

—Estaré bien con ello— me encogí de hombros —no quieres verme vomitar—

—Entonces no nos subiremos— Susan miró al niño y este le puso una cara de espanto.

—No, no— me agaché a la altura del niño —mientras ustedes suben yo podré ir a ver esas tiendas que vi afuera— le removí el cabello al ojiazul —¿Buena idea?— pregunté y este asintió, su madre suspiró pero aceptó de todas formas. Fue cuando se pusieron tras la larga fila cuando desaparecí fuera de la feria.

No había más que una librería y un 7 eleven abierto, opté por este último en busca de algo para beber. Paseando por los pasillos con una coca cola y mirando las estanterías para perder algo de tiempo fue cuando me la topé. Seguía tan joven como siempre, tenía esa cara de niña que había visto la última vez pero a pesar de todas la cosas ella había cambiado y oh, ella definitivamente no estaba muerta.

—Kate— murmuré y con una sonrisa ligera se había vuelto a mirarme, su cara se transformó en agobio, dejando caer lo que no que no quiero ni pensar por qué tenía en las manos aunque parecía bastante obvio. Ella dio unos pasos para atrás y sin pensarlos dos veces salió corriendo.

No lograba entenderlo, Susan me había dicho que ella ya no estaba ¿me habían mentido? Salí corriendo tras de ella sin prestar atención a los gritos del vendedor que se quejaba por alguna razón, sin que se diera cuenta solo la seguí, la miraba correr lento hasta llegar, un par de calles más allá, a una casa en la costa.

Tocó desesperada la puerta de la preciosa casa blanca, de esta abrió un hombre bastante joven pero que nunca había visto en mi vida, ella se sujetó de él mientras le acariciaba la cabeza y susurraba cerca de su oído, entonces entraron y ya me imagina como mi Kate le explicaba acerca de mi existencia.

Fue cuando decidí rodear la casa cuando una llamada llegó.

—Harry ¿dónde estás?— preguntó en un tono feliz -no te imaginas lo que pasó.-

—Creo que tú tampoco— respondí bruscamente —o tal vez si ¿has visto muertos caminantes?—

—¿De qué hablas?— su voz sonaba a preocupación ahora.

—Vi a Kate, viva ¿hay algo que quieras decir al respecto?— su silenció me hizo perder la cordura —me lo imaginaba— entonces colgué.

Apagué el móvil y me dediqué a observar el ventanal sin cortinas que me permitía ver parte del segundo piso, ninguno de los dos estaba ahí. Es una mala idea tener tan poca privacidad cuando eres acosada por tu ex esposo ¿no crees Kate?

Con el poco dinero que tenía me quede en un motel de cuarta dispuesto a volver a la casa de mi ya no fallecida ex esposa, con un par de botellas de alcohol y mi desconfianza por el mundo de vuelta a mi cuerpo. Eso es lo que le tocaba a las personas como yo.

A la mañana siguiente encendí el móvil, 14 llamadas perdidas y 20 mensajes, pondría atención a ello luego, ahora, un poco ebrio y sin estar completamente seguro de lo que vi ayer decidí volver a la costa a eso de las siete de la mañana.

Con las manos en los bolsillos me paré debajo de un árbol para poder ver y no ser visto por los dueños de la casa. Pasó un buen rato hasta que ella se acercó al ventanal, y estaba como la recordaba de anoche.

Una taza humeante en las manos, una camiseta ajustada a su abultado vientre de embarazada, el pelo revuelto y la mirada perdida, se veía excelente. El hombre de anoche apareció detrás de ella y sin duda alguna la abrazó por detrás, ella no se asustó ni un poco.

Me los imaginaba, susurrándose cosas como '¿qué estas mirando?' 'cuéntame acerca de ello' '¿qué significa esto para ti?' llenos de confianza, eso era lo que Kate quería en su pareja, lo que yo no tenia.

Con un nudo en la garganta y el corazón roto decidí retirarme sin rumbo alguno, ella ahora tendría un hijo, un hijo que no sería mío, pero esto no sería lo último que quedaría de nosotros. Volvería algún día, volvería por Kate.

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falta el epílogo y esto termina.

Beast |h.s|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora