No está

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Después de eso ya no recuerdo nada hasta que desperté en una camilla y un intenso foco me dio de lleno en la cara. En cuando mis ojos se acomodaron a la luz pude ver a Normani y Ally hablar con un enfermero y a Dinah ver la lluvia caer por la ventana de la habitación.

Me sentía como si de un saco de boxeo me hubieran utilizado.

—Dinah... —murmuré pero rápidamente la aludida se giró y se colocó al lado de la camilla.

—Tranquila, ya estás a salvo —me dijo mientras me daba un beso en la frente.

Sus ojos estaban rojos e hinchados.

Normani y Ally dejaron de hablar con el doctor y se acercaron a mí también. No dijeron nada, solo me abrazaron mientras lloraban. Quería llorar, quería llorar hasta quedarme sin lágrimas pero sentía que no debía, todas estaban abatidas y sentí que debía mantenerme fuerte por ellas.

Pasé la noche en esa habitación, por lo que me había dicho el doctor, no tenía ningún hueso fracturado, un gran milagro, pero mi cuerpo entero estaba lleno de moratones que dolían casi más que una rotura, por lo que me recomendaron pasar la noche en el hospital y mañana volver al hotel.

Durante la noche quise mantener mis ojos abiertos, me preocupaba por ellas que, evidentemente, se quedaron a mi lado y no se movieron ni un segundo, pero estaba cansada y a pesar de la pastilla que me habían dado, los huesos seguían doliendo, por lo que, irremediablemente, caí en los brazos de Morfeo.

Cuando abrí los ojos por segunda vez en esa sala, las volví a ver a todas, estaban a mi lado y me miraban atentas. Ahora ya no dolía tanto y me vi capaz de sonreírles, lo que pareció aliviarles bastante.

Después de varias recomendaciones, todas salimos del hospital. Podía andar perfectamente, las piernas era lo que mejor tenía, pero el torso y brazos seguían doliéndome incluso si los rozaba con una pluma.

De camino al hotel hablé con ellas. Ally ya había sido informada de todo lo sucedido y en cuanto Normani le llamó para informarle de lo que había ocurrido, como un rayo se presentó en el hospital.

—Esto se está yendo de las manos chicas —dijo Dinah cuando estábamos todas en mi habitación—. No tengo ni idea de lo que está pasando y cuando te vi en el suelo, tirada y toda magullada, me sentí tan impotente...

Los ojos de Dinah amenazaron con empezar de nuevo a llorar por lo que la abracé y ella con delicadeza me lo devolvió.

—El caso es que tenemos que hacer algo, ir a la policía o algo, necesitamos pedir ayuda — dije aún entre los brazos de Dinah.

Ninguna dijo palabra, sólo se miraron entre ellas e incomodas evitaron mirarme.

—Mila... —comenzó Ally justo antes de yo preguntar—, cuando te llevaron al hospital, encontraron otra carta dentro del coche.

—¿Es que acaso pretendíais ocultármelo? —pregunté separándome de Dinah.

—No, por supuesto que no —dijo Normani—, pero no quieras que te lo hubiéramos dicho nada más despertarte en el hospital.

Aquel esporádico cabreo se pasó, tenían razón, yo en su lugar habría hecho lo mismo.

—¿Y qué ponía? —pregunté impaciente turnando mi mirada cada vez en el rostro de una.

¿Por qué huis de mí? ¿Ya no me queréis? —leyó Dinah después de sacar la hoja de su bolso.

Si todas habíamos dejado claro que la que estaba mandando estas cartas no era Lauren, ¿quién se estaba haciendo pasar por ella? ¿Quién se estaba haciendo pasar por una muerta? Lo único que teníamos claro era que la señora sabía más que nosotras y su hijo también pero este se negó rotundamente a decirnos algo, ¿temía que alguien o algo le hicieran daño? Además, él parecía tener muy seguro que no había sido un suicidio sino que alguien le había matado, ¿habrían sido los mismos que me agarraron a mí? Y de ser así, ¿quién eran ellos?

Como siempre y para no variar, en mi cabeza aparecían tropecientas preguntas y de esas preguntas más preguntas.

Mientras descansaba junto a Dinah y Normani, Ally había tenido que volver con Troy; recordé el anillo, el anillo que la camarera llevaba y que era exactamente igual que el de Lauren.

—¿A dónde vas? —me preguntó Normani al verme levantar rápidamente de la cama.

—El anillo —simplemente dije.

—No —dijo de repente Dinah levantándose para frenar mis movimientos—, estará ahí, ahora descansa.

—No, Dinah, necesito verlo —en ese momento me recordé a Gollum.

Tras intentar varias veces que volviera a descansar, finalmente desistió y me dejó buscarlo tranquila. Siempre que salía de viaje lo llevaba en la pequeña cajita que mi madre me regalo con una pulsera dentro cuando tenía apenas seis años. Saqué toda la ropa de dentro de la maleta y la tiré sin importarme dónde. Finalmente encontré la cajita y suspiré aliviada. Con ella entre mis manos me gire y Dinah y Normani me sonrieron.

Pero cuando la abrí estaba vacía. La caja se resbaló de mis manos y calló sobre la moqueta.

—No-no está —susurré con mi mirada perdida.

Normani se levantó corriendo y agarró la caja que yacía en el suelo para comprobar la veracidad de mis palabras. Ésta, al ver que era cierto y que dentro de la caja no había nada, miró a Dinah sin entender nada, pero conocía a Dinah, Dinah sabía más de lo que estaba hablando y ella se dio cuenta por mi mirada que me había dado cuenta.

—Vale, joder, vale —suspiró dejándose caer sobre la cama—. Yo esto ya lo sabía, quiero decir, cuando me dijiste que habías visto el mismo anillo sabía que, o te habías equivocado de anillo o era el de Lauren.

—¿Y cómo lo sabes? —pregunté rápida.

—Recuerdo que cuando su abuela murió fue a casa de Ally que a su vez estaba yo y la consolamos —relataba—. Entonces vi su anillo y le pregunté por él, ella nos dijo que su padre le había dicho que su abuela lo había dejado para ella.

—Sigue, Dinah, por favor —atosigué.

—Nos dijo que su abuelo había mando crear esa joya, que era única en el mundo porque con ella había querido decirle a su abuela que para él era igual de única.

Where is Lauren?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora