Capítulo 6: prefiesta

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- ¿ Me vas a decir lo qué te ocurre o vas a estar lloriqueando toda la noche? 

- ¿De verdad te importa lo qué me ocurra?- dijo sin parar de llorar.

- No lo sé, Celia. ¿Me lo quieres contar o no?.

- ¿Alguna vez has sentido como si nadie te quisiera? - Dejó de llorar y me miró intrigada.

- Cada día. Cada minuto. Cada segundo... pero sé que aunque sienta que no soy querida no voy a no ser querida. No sé si me entiendes...

- Pues no, la verdad.

Nos miramos durante dos largos segundos y luego sin decir nada nos dimos un abrazo. Al fin y al cabo mi hermana y yo no éramos tan diferentes. Y la quería, aunque no se lo demostrase, la quería mucho. Nos quedamos unos diez minutos más y luego volvimos a casa andando tranquilamente. No dijimos nada durante el camino de vuelta y al llegar a nuestras habitaciones la llamé.

- Eh, Celia.

- ¿qué?

- Te quiero.

- Y yo a ti, hermanita rara.

El viernes me levanté  pero no fui a clase: me hice la enferma para poder pasar el día en casa arreglándome para la fiesta del Sabado. Cuando mis padres se fueron a trabajar encendí mi reproductor CD y me puse el disco de Bring me the Horizon a máximo volumen. Me puse en la bañera llena de agua caliente y me zambullí en ella hasta no poder respirar. Disfrutaba la sensación que me producía el estar debajo del agua, como si estuviera envuelta en una burbuja protectora. Me depilé, me planché el pelo, probé distintos maquillajes, distintos peinados, distintos modelitos, canté hasta dejarme la voz, me pinté las uñas, me hice las cejas,... Terminé hacia las dos del mediodía y me hice una tortilla de patatas para comer.

Esa noche no pude dormir de los nervios.No podía creer que mañana tuviera una fiesta, normalmente hubiera preferido quedarme en casa que ir a una fiesta pero esta vez había algo diferente, tal vez el hecho de que me hubiera invitado ella, no sabía muy bien por qué pero sentía una extraña sensación hacia ella; no sabría definirla. ¿Admiración tal vez? ¿Envidia? ¿atracción sexual? No, yo no era lesbiana. ¿O sí? Esa pregunta se me mantuvo durante todo el día. No dije nada durante toda la mañana y a la hora de comer le dije  a mamá:

- Mamá, hoy me voy a una fiesta - Pronuncié esas palabras con la suficiente convicción para que mi madre se tomara en serio la conversación.

- Katia por favor, no digas tonterias - dijo mi madre acompañándose por el típico gestito de mierda ese.

- Mamá, te lo digo en serio, por favor prestame atención por una vez en tu vida. Hoy a las onze de la noche voy a salir por esa puerta - señalé la puerta de la entrada - Y nos volveremos a ver por la mañana. 

- Tu no vas a ningún sitio jovencita, y menos sin que yo conozca  las compañías con las que vas - miró a papá, que asintió -como no- y luego me miró a mí desafiante.

- Mamá, yo casi cada semana voy a casa de mis amigas, o al cine, o a celebrar cumpleaños. ¿Por qué Katia no puede ir solo un día a una pequeña fiesta? - No podía creer que Celia hubiera salido en mi defensa.

Mamá se quedó también sin poder pronunciar palabra y al final cedió.

- Está bien, Katia. Puedes ir a esa fiesta, pero mantén tu teléfono cerca y no dudes en llamarme si pasa algo. ¿entendido? 

- ¡Claro, mamá! Te quiero - Y dicho esto le di un beso y me fui sin recoger mi plato todavía intacto.

Unos minutos más tarde Celia llamó a la puerta de mi habitación.

- ¿Cuánto hace que no vas a una fiesta, Katia? ¿o es una trola y te vas a fugar de casa? 

- ¡Cállate!- Exclamé a la vez que le tiraba un cojín en la cara. - Hoy voy a mi primera fiesta de verdad. Gracias por defenderme ahí abajo.

- De nada, hermanita rara. Para eso están las hermanas. ¿Ya sabes lo que te vas a poner? La verdad no es que tengas un armario bastante fiestero, más bien tienes un armario más para ir a un funeral, no es por ofender pero...

-No, tienes razón. Había pensado ponerme eso de ahí - Le dije señalando la ropa que estaba encima de la silla - Es lo más "mono" que he podido encontrar.

Celia miró la ropa que había escojido durante unos segundos y luego me miró a mí. No dijo nada pero su mirada revelaba sus intenciones.

- Celia, no voy a ponerme tu ropa ni en un millón de años. - Me negaba a ponerme su ropa, teníamos estilos super distintos y además, seguro que me quedaba fatal.

- ¡Joder Katia! Almenos pruébatela, no hace falta que te la pongas.

- Te odio - Me levanté y me fui a su habitación.

- Te quiero.

Me probé muchísimos modelitos que iban de horrible a más horrible. No sabía que mi hermana tenía tanta ropa; Tenía casi el triple de mi armario. Estaba a punto de mandarlo todo a tomar por el culo cuando Celia fue a mi habitación y regresó con mis botas rojas y mi camiseta de los guns "n" roses, cogió unos vaqueros rotos ajustados suyos y su cazadora negra.

- ¿Qué te parece esto? - dijo juntando todas las piezas de ropa.

- Celia, creo que hemos encontrado mi super outfit molón para la fiesta.

Nos pasamos toda la tarde hablando. Mi relación con mi hermana había cambiado de  manera vertiginosa en dos días. Me gustaba esta nueva relación. Cuando fueron las nueve de la noche Celia me ayudó a prepararme: Ducharme, peinarme, maquillarme, vestirme,... A las diez y media de la noche ya estaba lista para ir a esa fiesta. Me puse muy nerviosa.

- Tranquila, Katia. Solo es una fiesta, no te van a comer. - Intentó tranquilizarme, Pero no lo consiguió. ¿Y si la fiesta era en una piscina? No llevaba bañador. ¿Y si los amigos de Taylor no me caían bien? Que era lo más provable, ¿Y si sólo me ha invitado para que sea el hacmereír?...

- No creo que pueda hacerlo... tengo arcadas, creo que voy a... - y poté. 

Salí de casa a las once después de haberme lavado los dientes tres veces en media hora. Cogí un Taxi y le indiqué la dirección. 











MALA INFLUENCIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora