Capítulo 4: Invitación inesperada

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Esperé durante media hora y luego me fui a casa.  Me preguntaba por qué Taylor me había dejado tirada, ¿acaso me había gastado una broma?.

Al llegar a casa mis padres me esperaban en la cocina.

- ¿Dónde has estado? - preguntó mi madre en tono  incriminatorio. Odiaba los putos interrogatorios de mi madre más que nada en el mundo. ¿Es qué una no puede tener vida personal?

- Me he quedado en la entrada del colegio hablando con mis amigas y se nos ha hecho tarde, mamá- mentí.

- ¿Es que no sabes usar tu teléfono movil?. Estábamos preocupados por tí.

-  ¡Pero si solo ha sido media hora! Me voy a mi habitación. - exclamé y me fui de la cocina antes que ninguno de los dos pudiera decirme nada más. Odiaba a mi madre cuando me interrogaba y odiaba a mi padre por ser un cobarde; parecía que tuviera miedo de mi madre.

Cerré la puerta de mi habitación, tiré la mochila en la cama deshecha, encendí el ordenador y le di un buen golpe al escritorio. Estaba cabreada con mis padres, pero sobre todo con Taylor, no me podía creer que me hubiera llamado lesbiana en toda la maldita cara y que luego no se hubiera dignado a aparecer. Decidí conecterme al Facebook pero antes de poder hacerlo mi hermana aparecio por la puerta.

- A mí no me engañas, Katia. Ni de coña te quedarías hablando con esas tías, te conozco demasiado como para tragarme esa basura de mentira.- me amenazó con la mirada. Celia solo tenía catorce años, dos menos que yo, pero era astuta y despiadada como una serpiente.

- Me alegro.- Me estaba empezando a hartar de la puta niña. Siempre tenía que tener la razón y ser más buena que yo en todo. ¿Por qué no me dejaba en paz?

- Sabes que lo voy a averiguar ¿verdad?

- Vete a la mierda. - dije levantándome y cerrándole la puerta en las narices. Maldita cría.

Ese día me fui a dormir cabreada y como era de esperar me levanté al día siguiente con el mismo humor. Me vestí con mi camiseta de nirvana y mis botas viejas y me fui de casa sin dar siquiera los buenos días a mis padres. En el pasillo principal del instituto vi a Taylor hablar animadamente con un chico que parecía mayor, me pareció que se intercambiaban alguna cosa que no supe identificar. Necesitaba hablar con ella y aclarar lo que había pasado entre nosotras pero no se me daba bien empezar conversaciones. Tampoco es que tuviera muchas ganas de hablar con ella.

Me pasé la primera hora de clase mirando a Taylor. Me sentía confundida: Yo no era homosexual. ¿o sí? Todo el mundo en el instituto tenía fama de algo: los empollones, los músicos, los rebeldes, los frikis, los pijos... ¿homosexuales? . Cuando sonó el timbre del final de la clase Taylor se levantó y se dirigió a mí.

- Siento lo de ayer, me surgió algo importante. - dijo. No sé por qué, me sorprendió que se disculpara y otra vez no supe qué responder. - Te lo voy a compensar.

- ¿Cómo?- intenté pronunciar esa palabra con indiferencia; no sé si lo conseguí.

- Tienes una voz bonita. No me la había imaginado así.-  ¿se había imaginado mi voz? - Este fin de semana doy una fiesta en mi casa, será en pequeño comité, si quieres te puedes pasar. - No me esperaba para nada que me fuera a invitar a una fiesta así que me volví a quedar sin palabras. -Sí no quieres no pasa nada.

- ¡No, no! ¡Sí! Es que me has pillado por sorpresa. - Me maldije por ser tan idiota. - Claro ya me pasaré, ¿dónde vives? 

- Dame tu número y te envío la dirección.- ¿me acababa de pedir el número?.

- sí claro, apunta...- Tan pronto dije eso la profesora de química entró por la puerta y Taylor volvió a su mesa sin mi número de teléfono. - Maldita sea...- susurré.

Me encontré con Taylor en la hora libre y le di mi número de teléfono, ella me envió la dirección y nos despedimos como si no hubiera pasado nada. Me acababan de invitar a mi primera fiesta. 











MALA INFLUENCIAWhere stories live. Discover now