Capítulo XVII

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"Carmesí como la sangre recién derramada"

La inmaculada nieve caía en la frondosidad del bosque, cubriendo el paisaje de blanco puro y haciendo que la calma se posara entre los árboles. Los sonidos característicos de la naturaleza en invierno tranquilizaron a Annelisse.

Cada día se acostumbraba más y más a su nueva vida, al destino que en un principio le había parecido cruel y despiadado ahora lo veía como una oportunidad que se le presentó sin pedirla. Christopher había cambiado desde aquella visita inesperada de Danika, el anillo que le había dado le regresó parte de su humanidad.

Annelisse reconocía el brillo dichoso en su mirada, últimamente, más azul que ambarina... Parecía que había dejado ir una enorme pena que cargó como un peso muerto a lo largo de los años y eso hacía que la felicidad brotara en su corazón como las flores en primavera.

Aunque, ella sabía que Christopher aún guardaba secretos.

El tiempo que llevó en el castillo le enseñó cuan cegada había estado ante la magia del mundo y que su felicidad se encontraba ahí, no el futuro gris que le esperaba de no haber seguido a Celic aquel día en el prado.

Seguramente, para esta época, su padre le habría conseguido un prometido y para el próximo año, se llevaría acabo su boda, para más tarde, tener hijos y seguir con el aburrido curso de aquella historia que, por suerte, no sucedió.

Algunas veces pensó que ver a Celic aquel día no había sido una coincidencia, parecía un plan elaborado por el destino para liberarla de la monotonía a la que estaba acostumbrada y aún añoraba un poco... Pero, el enfoque de su tristeza era su familia.

Peter había estado ocupado con las obligaciones de su nueva vida... Lo único que sabía sobre eso es que Synneva proviene de una adinerada familia con una linaje vampírico sin igual. Christopher le había explicado que Synneva es una Natural, un vampiro nacido no creado... Aún le costaba asimilar ciertas cosas, pero, cada día, deseaba saber más.

Dejó de retorcer sus manos en su regazo y bajó una hacía la nieve que cubría el césped. A pesar de que los rayos solaren aún no hacían presencia, Christopher se negó a salir del castillo pero no le prohibió degustar una fría mañana de invierno.

—Ella en silencio está y desde aquí puedo escuchar su cerebro maquinar... ¿Qué piensas, niña tonta?—La voz de Celic se abrió paso entre sus pensamientos y se giró para verlo caminar en sus cuatro patas en su dirección.

Se pelaje oscuro creaba un gran contraste con el blanco de los alrededores. Al irse, Danika lo regresó a un felino y juró regresar por él. También dijo que en un futuro, no muy lejano, necesitaríamos de su ayuda.

—Nada —contestó Annelisse sin querer hablar de más sobre todo lo que rondaba en su mente y se levantó del suelo. La túnica que llevaba para cubrirse del frío había absorbido la humedad de la nieve y le impidió seguir admirando el paisaje invernal, tendría que entrar o se enfermaría.

—¡Debes decirme! Solo sé que estabas algo melancólica por la expresión de tu rostro — La voz de Celic se convirtió en un murmullo mientras caminaba cada vez más rápido hacia el castillo y entraba para refugiarse de las ráfagas de gélido viento.

Justo antes de cerrar el portón, Annelisse sintió la curiosa mirada de alguien posada sobre ella, detalló el bosque pero no logró captar nada, ni el más mínimo movimiento.

—¡Niña estúpida! Cierra o nos congelaremos.

Rodó los ojos ante la orden de Celic, hace unos minutos habían estado fuera sin ningún problema, pero, aún así, cerró la puerta con más fuerza de la que debería. Celic afinó su mirada en dos rendijas verdes y se alejó con gracia por el pasillo principal hacía la cocina.

Annelisse solo se rió. La guerra silenciosa entres ellos la mantenía entretenida la mayoría de los días... Aunque quería saber más sobre él, debía recordar que acribillar con preguntas no es un buen comportamiento y que Celic prefiriera llamarla con apodos despectivos no ayudaba en absoluto. Sin embargo, aquel día con Danika, Celic cambió, no parecía el mismo minino orgulloso y seguro de sí mismo.

Annelisse se encogió de hombros y decidió pasar el resto del día en la biblioteca. Los amplios pasillos nunca se le habían hecho tan largos ni fríos como en ese instante... Normalmente, Laury o Sedric la acompañaban, ya que no hablaba mucho con lo demás sirvientes de Christopher, solo un cordial saludo de vez en cuando.

Laury solía hablar sobre todo aquello que sucedía entre los sirvientes del castillo, no eran muchos, pero eran suficientes para cotillear y Sedric poseía gran conocimiento sobre distintos temas, así que, era fácil quedar atrapada en una conversación con él. Pero, Laury había enfermado y Sedric había salido a un largo viaje para hacer unos recados.

Christopher le explicó que la enfermedad de Laury no tenía cura... Simplemente, era algo que se daba cuando llevabas largos años viviendo gracias a la sangre de un vampiro. El cuerpo humano tenía un punto de quiebre, tarde o temprano, se presentaría la hora de su muerte. También le dijo que cuando les ofreció su sangre no sabía de aquellas consecuencias, de haber sido así, jamás se las hubiera dado.

Razón por la cual, no ha tenido ni tendrá más sirvientes, solo esperará hasta que ellos mueran y tendría que continuar solo. Por eso consideraba que su existencia era una maldición, aunque no para todos era así, el lo veía como un castigo.

Un castigo que tengo merecido — le había dicho días atrás.

Annelisse entró en la biblioteca con las palabras de Christopher repitiéndose en su mente. Se acercó a los estantes y comenzó a sacar libro tras libro hasta que halló uno que atrapó su atención. Lo abrió y comenzó su lectura.

Los minutos pasaron y Annelisse no logró concentrarse para leer si quiera la primera parte. Su mente estaba atrapada por todo aquello que desconocía y deseaba saber más... Alzó su mano para tocar el relicario que Danika le había dado, acarició el metal entre sus manos y pasó sus dedos sobre el diseño ¿Para qué lo necesitaría?

La puerta rechinó cuando fue abierta y Christopher entró. Al parecer no sabía que ella se encontraba ahí, pero en cuanto la vio, su ojos se tornaron ambarinos y Annelisse se estremeció. Una sensación cálida se arremolinó en su estomago, como sucedía últimamente cuando lo veía.

—¿Interrumpo tu lectura? —preguntó él mientras se acercaba y el daba un vistazo al libro. Annelisse no había pasado de la primera página. Sonrió y le sacó el libro de las manos. —No llevas mucho tiempo leyendo.

Annelisse asintió decidiendo omitir el hecho de que llevaba ahí lo suficiente para haber leído un par de capítulos.

Christopher se sentó a su lado en el sillón y le entregó de nuevo el libro. Ella observó la cubierta y luego lo soltó. Para su sorpresa, Christopher tomó su barbilla y la obligó a mirarlo. Sus ojos ambarinos atraparon su mirada y la mantuvieron.

Annelissé tomó una respiración profunda mientras Christopher se inclinaba.

N/A: ¡Gracias por leer! Me hacen muy feliz con sus comentarios y este capítulo es mi regalo de navidad ¡Feliz Navidad! Este podría ser el último capítulo del año... ¡Gracias por todo! Por leer mi historia, por sus votos y por sus comentarios.

Oscura Obsesión (Corazones Oscuros #1)Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang