Capítulo III

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"Marrón como el retorcido tronco de un viejo árbol"

Christopher Jakov había visto muchas cosas a lo largo de su vida, para él, sorprenderse es algo que no sucede muy a menudo. Pero, el vampiro se llevó una gran sorpresa ante la visión de aquella joven, quien huyó despavorida al verlo despertarse.

Aún más sorprendente, no la persiguió, dejó que se marchara en medio de su alboroto. Esperando volver a ver esos bellos ojos grises; el depredador en él quería salir y cazarla para beber el dulce sabor de su sangre, pero algo en su interior se lo impidió.

Por otro lado, Annelisse Anghel corrió, aterrada por el particular tono ambarino en su mirada y los sobresalientes caninos entre sus labios, su corazón palpitaba desenfrenadamente y su agitada respiración se escuchaba por todo el lugar mientras ella salió, azotando con fuerza la puerta del exterior.

Avanzó en un frenesí provocado por el miedo a través del bosque; ella había escuchado de criaturas como aquel hombre pero creyó que eran simples historias sobre seres que se alimentan de la esencia de la vida humana, la sangre, duermen en el día y son dueños de la noche, conocidos comúnmente como vampiros.

Aterrada ante la idea de haber entrado en el castillo de aquel ser que seguro buscaría cazarla para beber su sangre y drenarla de vida.

Colisionó contra el sólido pecho de alguien, la atraparon los fuertes brazos de Lucas por lo hombros, Annelisse se retorcía sin descanso, cegada por el temor y la histeria.

Su hermano la sacudió y cuando ella le reconoció, se aferró a su pecho en un mortal agarre. Lucas lucía preocupado y molesto, la observaba con la desaprobación grabada en la mueca de sus labios.

— ¿Dónde te habías metido, revoltosa? — inquirió Lucas mientras inspeccionaba su rostro en busca de heridas, ella sólo parecía estar presa del pánico.

—¡He visto un castillo! — gritó Annelisse, señalando a los árboles por donde había estado corriendo, su hermano no parecía creerle — ¡Habían Joyas y era enorme!

Poco a poco, ella vio a su padre acercándose tomado de la mano de su madre, así mismo, aparecieron sus otros dos hermanos, parecían prestar extrema atención a sus palabras pero sin creerle. Christian jadeaba ruidosamente como si hubiera estado corriendo por un largo tiempo.

—¡Y había un hombre!— ella se lanzó en dirección a sus padres — ¡Tenía enormes colmillos y piel pálida!

La mirada escéptica de todos la hizo sentirse como una lunática, ella siguió balbuceando, sin importarle siquiera, ahora, creía firmemente en esos seres.

—¡Deja de gritar! — la calló Adrián, posando su pesada mano alrededor del brazo de su hija, arrastrándola de regreso al campo donde dejaron el carruaje —¡No quiero escuchar más mentiras!

Como fiel creyente, su padre negaba firmemente la existencia de tal criatura, pero ella le había visto y estuvo a segundos de tocarle, insistió en regresar para demostrar que no estaba mintiendo, pero una enfurecida mirada su padre la silenció.

Sus hermanos evitaban su mirada, avergonzados por su comportamiento, por lo menos, su padre estaba siendo suave con ella, debía tener una reacción peor ante sus palabras.

Su madre, Nicolette, se mantuvo detrás de Adrián, ni siquiera miraba en la dirección de Annelisse. Su papel era quedarse calmada y callada, sin interferir ante la reprimenda que su padre le soltaría.

Ella bajó la mirada al suelo, observando sus zapatos y guardó silencio, concentrándose en ralentizar su acelerado corazón. Su padre la zarandeó un poco tirando de su delgado brazo, la irritación grabada en el semblante del hombre.

—Lo siento, padre — se disculpó Annelisse pero Adrián la ignoró. Caminaron hasta el carruaje, donde Nicolette tomó asiento y sentó su hija a su lado, mantenía la boca cerrada y expresión impertérrita, enfocada en sus manos, las cuales descansaban en su regazo.

—¡Lucas! ¡Peter! — gritó su padre, logrando que Annelisse se encogiera en su lugar y su madre diera un respingo a su lado, aún sin mirar en dirección a su esposo. — ¡Iremos al bosque!... Christian, quédate con tu madre y tu hermana.

Annelisse tragó forzosamente, observó mientras los tres hombres se alejaban, su padre y sus hermanos; ella mordió su labio inferior, probando la sangre, para impedir que más palabras dejaran sus labios pero no las pudo contener.

—¡Por favor... — ante la mirada gélida que su padre le dedicó, ella titubeó por un segundo, sintiendo las lágrimas acumulándose en sus ojos terminó de hablar — Sean cuidadosos!

Cuando desaparecieron en medio de los árboles, elle dejó escapar un sollozo, siempre terminaba metida en un embrollo; su madre la envolvió en un abrazo confortable.

La mujer creía que su hija estaba alterada por la amonestación de su padre, pero, en realidad, a la joven le preocupaba jamás volver a ver a sus hermanos con vida.

Christian no soportó ver a su hermana en tales condiciones, así que susurró palabras reconfortantes en su oído; mientras tanto, Peter Anghel cuestionaba la decisión de su padre, algo le decía que Annelisse no mentía en absoluto, un presentimiento que ignoró deliberadamente, no quería enfrentar la ira del hombre.

Caminaron entre gruesos troncos de altos árboles, tomando como guía la dirección por donde Annelisse había aparecido corriendo. Adrián marchaba a ritmo constante, sin titubeos, pero los pasos precavidos de Lucas, era lo que le preocupaba a Peter.

Él avanzo con cuidado, las palabras de su hermana hacían eco en sus pensamientos. Annelisse era conocida por su sinceridad, jamás sería capaz de inventar algo así, menos a tal gravedad.

Pero Peter no se atrevió a desafiar a su padre, algún día, tendría una esposa e hijos... Entonces, lo decidió: él nunca trataría a sus hijos de tal manera, humillándolos a tal punto. Había enfurecido al ver como Adrián arrastró a su hermana, la joven luchaba por seguir las largas zancadas de su padre, pero él no se inmutó.

Caminaron por un par de minutos, Peter estaba enfrascado en sus pensamientos pero salió de su ensimismamiento ante el jadeo asombrado de Lucas. Alzó la mirada y el asombro se apoderó de él.

Ante ellos se alzaba un enorme castillo, iluminado por los rayos de una luna plateada; Peter no se perdió la enfurecida mirada de su padre.

Annelisse no había mentido, sólo quedaba entrar y encontrar a la criatura que había descrito.

Como si de una invitación se tratase, la gran puerta del castillo se abrió cuando se aproximaron.

Nota de la autora: Gracias a todos los que se han tomado el tiempo de leer y seguir esta historia. También, un enorme agradecimiento a aquellos que comentan y votan ❤ No pensé que esta historia sería tan bien recibida... ¿Qué sucederá en el siguiente capítulo? Y ¿Qué te pareció la actitud de Adrián?

Oscura Obsesión (Corazones Oscuros #1)Kde žijí příběhy. Začni objevovat