Capítulo XIV

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"Cian como el reflejo en el hielo"

Las manos de Christopher recorrieron su piel con gracia y delicadeza, la vergüenza se había apoderado de Annelisse pero era incapaz de apartar la mirada, la intima posición los había hecho caer en la tentación por el otro . Los ojos del vampiro habían tomado un tono ambarino acompañado del alargamiento de sus caninos; él observó su garganta y luego sus ojos vagaron por su menuda figura.

Annelisse notó el deseo por su sangre y su cuerpo.

Se retorció bajo el cuerpo de Christopher y a su vez, el susodicho bajó la cabeza hasta presionar sus labios contra la elegante curva de su cuello, atraído por su palpitante vena y el agitado corazón martilleando en su pecho ante la situación.

  — Annelisse... —  su voz no parecía la misma de siempre, le recordó a cierta voz molesta pero no podía indicar de quién. No había coherencia en sus pensamientos.

Ella sintió el roce de los caninos de Christopher contra su piel expuesta y...

 — ¡Niña tonta e ingenua! ¡Despierta!

Se sentó sobre la cama con las mejillas teñidas profundamente de rojo, la respiración errática y los ojos abiertos de par en par. No tardó en ver a Celic posado gracilmente sobre un aparador de madera, con su mirada de superioridad y sonrisa felina.

  — Y ella se removió por toda la cama como una mujerzuela indecente... —  narró el gato lo que acababa de suceder y las mejillas de Annelisse tomaron una coloración aún más rojiza, alterada por su sueño y por el animal en su habitación. Se paró rápidamente y sacó un vestido del armario.

  —  ¡Sal de la estancia! — Le gritó a Celic, molesta consigo misma por aquel sueño indecoroso y por la presencia del felino en sus aposentos.

  — Por más que lo desee, no puedo, he decidido esconderme aquí — el gato se paseó con lentitud por toda el dormitorio y al final se posó sobre la cama, donde se acostó tranquilamente bajo la irritada mirada de la joven —. Además, ¿Quién eres tú para ordenarme?

Aquella pregunta hizo que los labios de Annelisse se juntaran en una fina línea. No estaba de humor para tratar con ese irritante felino, ni siquiera asimiló sus palabras. 

Entró en la estancia contigua con el vestido que iba a ponerse y se alistó. Extrañamente, esa mañana su apetito despertó rápidamente y un gruñido imprevisto de su estomago la dejó anonadada.

Salió de la habitación y bajó la escaleras, tomando el pasillo hacia la cocina. No vislumbró a Laury, lo cual se le hizo inusual, ya que, normalmente era la primera persona que veía moviéndose por el castillo.

Sacudió la cabeza. 

Le estaba tomando cariño al estar ahí.

Al entrar en la cocina, vio el fogón prendido pero la presencia de una mujer la dejó petrificada. Alta y de espeso cabello oscuro, la extraña detalló a Annelisse con una sonrisa en sus exuberantes labios y un brillo conocedor en su mirada.

  — Un placer conocerte, mi nombres es Danika — Su voz cálida y atrayente dejó a Annelisse sin habla. No encontraba palabras para expresarse y sus pensamientos estaban dispersos.

Danika se acercó a la joven y tomó un mechón de su cabello, lo acarició entre el dedo indice y pulgar para luego dejarlo caer. Sonrió ante la inocencia que desprendía la mirada de Annelisse, sin duda sería divertido tomar un poco de su vitalidad y robar una pizca de su juventud.

Empezó a conjurar suavemente ante la curiosa mirada de la joven, nadie se daría cuenta la despojaba de un par de meses de su vida... Las palabras fluyeron de sus labios y el encantamiento se formó lento pero constante. Las manos de Danika se aferraron al delgado brazo de Annelisse...

  — ¡Danika! — gritó enfurecido Christopher al entrar a la habitación y encontrar a la bruja haciendo lo que mejor se le daba: extraer la vitalidad de un humano. Utilizando la velocidad que le fue otorgada al ser convertido, apartó a Annelisse de Danika, haciendo que la bruja perdiera el equilibrio y cayera al suelo.

No se molestó en comprobarla, simplemente se giró para observar el pálido rostro de la Joven. La piel en su brazo estaba enrojecida donde Danika había apretado en exceso, más tarde sería un horrible cardenal.

Gruñó.

  — ¿Qué sucedió? —  preguntó Annelisse en un hilo de voz, un mareo repentino la tomó por sorpresa y se tambaleó. A pesar de haberse levantado hace poco, sentía una impetuosa necesidad de dormir.

Le tomó tiempo regresar en si misma, pero cuando ante su visión borrosa se enfocó el rostro de Christopher, se sonrojo recordando su indiscreto sueño... ¿Cómo podía haber soñado algo tan descarado e impropio de ella? 

  — ¡Ay, Christopher, que malhumorado eres! — Annelisse escuchó la voz de la mujer y recordó lo que había sucedido. No sabía con certeza que había intentado realizar esa mujer pero no fue nada inocente ni justo.

  — ¡Danika, juro que como intentes hacer una imprudencia de nuevo en mi territorio, te mataré sin piedad y quemaré tu cuerpo ¿Has comprendido?!   — vociferó Christopher. La fría amenaza le puso los pelos de punta a Annelisse pero prefirió callar antes de inmiscuirse en algo que no comprendía del todo.

Ella alzó la mirada para encontrar a la mujer, Danika, con una falsa expresión indignada y un mohín en sus labios.

  — Ahora, si no te molesta, prefiero que terminemos con lo que me debes y te largues —  el inexpresivo tono que Christopher usó dejó a Annelisse alarmada. Ella sabía que Christopher no siempre se mostraba como verdaderamente era, no había sorpresa alguna, solo que cada vez que sucedía, las posibilidades de adaptarse se hacían nulas.

Sin más que decir, Christopher tomó a Annelisse del brazo no magullado y los tres salieron, desde el exterior, contemplaron el castillo y él dijo: —Ya te he dado lo que necesitas.

Danika solo sonrió y comenzó a murmurar lo que a los oídos de Annelisse era algo ininteligible; notó que si criaturas como Christopher existían, también seres que manipulaban la magia, conocidos como hechiceros o brujas, lo hacían también y Danika era una de ellos, Annelisse no era tonta y lo que la mujer podría llegar a hacer le asustaba. 

Se prolongó el silencio hasta que el castillo comenzó a desaparecer y Annelisse jadeó, desconcertada por lo que estaba sucediendo. Antes se imponía enorme ante ellos, ahora solo había un tranquilo prado lleno de vida natural.

— ¿Qué...? — fue incapaz de terminar la pregunta. 

—  Funcionó, ahora, quiero a Celic y me iré —pidió Danika.

— No sé donde está tu gato, Danika.— dándole la espalda a la bruja, Christopher le tendió un pequeño frasco de cristal a Annelisse, ella solo lo observó con los labios entreabiertos, su semblante conmocionado le causaba gracia. — Hasta que no lo bebas, no podrás ver el castillo.

Sin confiarse de él. Annelisse observó el liquido carmesí dentro del recipiente y negó con la cabeza. Sin lugar a dudas, era su sangre.

Nota de la Autora: ¡Hola! Gracias por leer <3 Sus votos y comentarios siempre me animan. ¿Qué les pareció este capítulo? ¿Y la actitud de Danika?

Oscura Obsesión (Corazones Oscuros #1)Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon