Capítulo XII

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"Negro como la noche que carece de estrellas"

Las palabras de Christopher golpearon el corazón de Annelisse. Ella sintió el húmedo camino que dejó la lágrima al bajar por su rostro, pero no se molestó en limpiarla.

El dolor y la ira se enrollaron como dos serpientes venenosas listas para atacar en su interior. Su mirada cayó al suelo y mordió su labio inferior para evitar que mordaces palabras dejaran sus labios.

— Annelisse... — susurró Christopher. Ella alzó la mirada para encontrarse con unos brillantes ojos zafiros horrorizados, el color natural de su mirada; parecía querer retirar sus palabras.

La boca de Annelisse se abrió ante el hermoso color en su mirada,  parecía sinceramente arrepentido y en la profundidad de sus ojos notó dolor fieramente ocultó por mucho tiempo.

Quería consolarlo pero la cólera aún ahogaba su corazón, se giró sobre sus talones y salió corriendo de sus aposentos.

Christopher soltó el aliento que contenía cuando ella abandonó la habitación, a pesar de que su corazón no latía podía sentir dolor en el hueco de su pecho. Su temor por perder a Annelisse le había llevado a mostrar una parte de él que creía haber sepultado con su humanidad.

Sus caninos se alargaron repentinamente, no se había alimentado en días y estaba causando estragos en su comportamiento. Suspiró pesadamente y salió de la habitación de Annelisse.

Agudizó su audición, uno de los beneficios de su inmortalidad. En la distancia escuchó los sollozos ahogados de la joven.

No debía importarle, se repitió a si mismo. Pero se pasó el resto de la tarde observándola en silencio, había encontrado la biblioteca del castillo y la utilizó como su refugio. Ella lloró pero no había tristeza en su rostro, sus palabras habían asentado ira en sus hermosas facciones.

El día sucumbió a la noche y era hora de cazar para conseguir lo único que lo mantenía fuerte: la sangre. Muchos vampiros escogían la abstinencia de sangre, pero se volvían débiles y al final, solo quedaba de ellos algo muy parecido a un cadáver, vivos pero atrapados por su cuerpo que no se deterioraba, petrificados en algún lugar.

A Christopher le parecía que había más en su existencia que dejarse prevalecer en el tiempo petrificado por la sed. Debía disfrutar de lo que los humanos carecían, entre ello, la eternidad.

Pero, traía la consecuencias de cargar con el asesinato para saciar la sed de sangre.

Cerró los ojos, había perdido la cuenta de las veces que había matado a sangre fría.

La oscuridad de la noche lo llamó. Salió como una sombra más, alejándose del castillo, y corrió entre los altos árboles hasta que llegó a un pequeño pueblo.

Caminando en la penumbra habían cuatro hombres, dos de ellos se alejaron. Para su sorpresa, uno de ellos tenía un innegable parecido con Annelisse, él había convertido a Peter y ese día conoció a su padre y al gemelo de Peter. No conocía de la existencia de otro hermano, pero... Él no se había molestado en conocer a la bella Annelisse.

Apretó los dientes. Ella debía odiarle y tenía todos los motivos para hacerlo.

El joven poseía la misma mirada plateada y curiosa, aún en la oscuridad Christopher logró ver perfectamente sus facciones. Tenían un parecido innegable.

Salió entre las sombras y se acercó. El joven lucía cansado y en la profundidad de su mirada nadaba la ira contenida.

Christopher estaba seguro de que esa oscura mirada se debía a él. Sin importarle si quiera, observó como los jóvenes se despidieron.

Uno de ellos, un chico de cabello castaño que rozaba sus hombros se alejo por las calles oscuras. Él inhaló profundamente el aroma de la sangre humana y lo siguió, lastimosamente, sería la última vez que el corazón del joven palpitara.

Annelisse sintió un vacío en su interior, acostada sobre su enorme cama con las palabras de Christopher repitiéndose una y otra vez en su mente.

Él se había ido y Annelisse sabía perfectamente que estaba haciendo aunque se le dificultaba imaginar la escena. Había ido a alimentarse, saciar su sed de sangre era una de sus prioridades.

Se giró sobre su costado y por un instante se permitió imaginar la vida de un vampiro y considerar la idea de un futuro como uno.

Ella era consciente de que su cuerpo envejecía con cada segundo que pasaba y si Christopher la quería mantener a su lado... La única opción era convertirla.

Se estremeció. ¿Cómo era siquiera capaz de considerarlo?

Jamás podría olvidar lo sucedido... Aunque, desde que era pequeña siempre había temido de su futuro. Había crecido con la idea de casarse con un desconocido y vivir una relación basada en una mentira.

Siempre odió aquello... ¿Y si haber seguido a Celic aquel día fue el cambio que ella había anhelado para su destino?

Christopher no parecía malvado... Solo mostraba un aura de tristeza con un pasado oscuro.

¿Cuál sería? Se preguntó Annelisse. 

Una luz cegadora iluminó los aposentos, poco tiempo pasó antes de que un estruendo se escuchara en la distancia. Una tormenta se acercaba y ella deseaba no estar sola en su habitación. 

Desde pequeña se refugió en los brazos de su madre cuando una tormenta se avecinaba, los rayos suelen ponerla de los nervios, casi parecía que una lucha se estuviera librando en el cielo. Tomó las mantas y se aferró a ellas como si su vida dependiera de ello, se cubrió, cerró los ojos y empezó a tararear. 

Empezaba a caer dormida cuando un movimiento del otro lado de la enorme cama la  despertó. Se giró con el corazón palpitando pesadamente en su pecho y abrió los ojos de par en par en medio de la oscuridad. 

Christopher estaba ahí, su cabello y rostro cubiertos por finas gotas de agua gracias a la leve llovizna que había comenzado. Acababa de llegar y Annelisse no quería ni pensar en lo que había tenido que hacer para saciar su sed.

Parecía algo demasiado frívolo hasta para él. A sus ojos, era un asesino, con sangre inocente manchando sus manos... Annelisse sacudió la cabeza apartando la horrible imagen de Christopher desgarrándole la garganta a alguien.

Ella alzó la mano y apartó un húmedo mechón de su rostro para dejar al descubierto sus simétricas facciones. Christopher no apartó la mirada, ahora sus ojos eran azules como los zafiros que guardaba en algunos de sus cofres y poseían una profundidad capaz de mostrar su misteriosa alma repleta de secretos. 

Annelisse jadeó.

Christopher alzó la mano y suavemente la colocó sobre su pecho, donde su corazón martilleaba velozmente, acarició la zona y dijo: — No recuerdo lo que se sentía tener uno.

Ella recordó sus palabras y lo hirientes que habían sido, empezó a alejarse pero él se lo impidió, la atrapó entre su cuerpo y la cama. 

— Lo lamento.

Aquellas dos palabras hicieron que el tiempo se detuviera por un segundo. La joven no podía creer lo que había oído... Se sonrojo, por sus palabras y por la íntima posición en la que se encontraban.

Nota de la autora: ¡Hola! Espero disfrutaras el capítulo ¿Qué te pareció?... Les quiero agradecer por leerme, por votar y comentar, me hacen muy feliz y... Llegamos a 8.000 leídos ❤ Graciasss. — Mélia.

Oscura Obsesión (Corazones Oscuros #1)Where stories live. Discover now