CAPÍTULO 23.

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24 de diciembre, 2016

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24 de diciembre, 2016.

Papá y yo no hemos decorado el árbol de Navidad más bonito del mundo, pero teniendo en cuenta que, habíamos dejado todos los arreglos para el último momento, no está nada mal.

A ver, la estrella está torcida porque el abeto no da más de sí al ser de segunda mano; en un primer momento queríamos algo espectacular, pero eso de comprar árboles gigantescos, ostentosos y que no cupiesen por la puerta, no es algo que nos llamara tanto la atención.

Sin embargo, aun habiendo recolectado diferentes decorativos que nadas tienen que ver con el otro, no ha quedado tan mal.

Tras observar nuestra creación, nos miramos con una complicidad que creía haber perdido con él. Y afirmamos con orgullo.

Somos un desastre, somos González.

Mi madre siempre ha dicho que soy la mezcla perfecta para ser una González Vázquez. De hecho, cuando les pedía que me dieran algún hermano o algo porque yo era la aburrida de la clase (junto con dos compañeros más) que no tenía a nadie, se excusaban diciendo que yo ya era suficiente, porque era muy González y muy Vázquez, así que sería injusto que si tuviera un hermano pequeño no tuviera nada porque me lo quedé todo yo. Suena estúpido, lo sé, pero hace 15 años, me lo creí.

Es cierto que, mis primas por parte de madre siempre han sido como mis pequeños diablillos que intentaban mantener siempre mi atención debido a que yo era la mayor.

Por parte de padre, tengo una extensa familia de primos, primos segundos, primos terceros, primos cuartos, primos quintos y no sé si ese tipo de títulos existe después del tercero, pero es que la abuela Ángeles tuvo siete hijos, entre ellos mi padre. Y sólo uno vive sin descendencia.

La cuestión es que mamá dice que soy una González Vázquez perfecta por varios motivos: mi parte más risueña es sin duda Vázquez, el olvidarme de fechas importantes es un poquito González, llevar el orgullo por bandera es Vázquez (aunque si le preguntan a mi bisabuela, ella siempre dirá que son los resquicios O'Hannigan que hay en mí), en cambio mi disciplina a la hora de llevar todo al día es muy González.

Pues eso, una mezcla perfecta.

Incluso la gente lo dice que en mi cara se puede observar de quién vengo, porque mis facciones son puramente González (un disgusto para mi madre, pues siempre se queja de que, aunque sea la hija más guapa del mundo, a sus ojos, es super injusto que me haya tenido que llevar 9 meses completitos y luego solo haya heredado los ojos de la familia). Bueno, los de su propia abuela y su padre.

El verde irlandés de mis ojos, con mi madre, se saltó una generación.

Nueve meses esperándote para que nacieras y eres tan desagradecida que no me dejas ver nada de mí en ti, señorita.

Según la bisa, he heredado tus lunares.

¡Lunares que no se ven a simple vista!

Wild life.Where stories live. Discover now