14. Fiel al corazón

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Ryan estaba ahí de pie, con su cara de enfado, sus ojos se clavaron en mí e hizo una mueca en un intento de sonrisa. No pude asar por alto que su cabeza casi se veía rapada, su cabello castaño claro no se veía. No lo pensé, caminé hacia él y envolví mis brazos en su cintura.

―Vas a estrujar mi ropa―refunfuñó.

―¿Qué pasó con tu cabello?―no contestó―Dime que vienes a sacarme de aquí―casi rogué.

Él hizo silencio, lo solté para mirar su rostro.

―Solo vine a ver que estés bien―dijo como si ya que me había visto, iba a marcharse de inmediato.

―Bueno ya me viste―puse las manos en mi cintura―, estoy bien, esto está de lujo y estoy feliz sin saber qué pasó después que perdí el conocimiento en el maldito juicio.

―No hay nada que pueda hacer―movió su mano con resignación.

―¿Voy a podrirme en este lugar?

―Depende de cómo te comportes.

Dejé escapar todo el aire de mis pulmones.

―Al menos dime qué sucedió.

―Después que saliste gritando que el juez te tendió una trampa, te desmayaste. Obviamente fuiste descartada como testigo.

―¿Qué pasó con Perro? ―lo interrumpí.

―Fue extradictado, cumplirá condena en su país. Prohibieron que vuelvas a usar tu identidad como Braden Collins, y estarás en este lugar hasta que superes tus adicciones y controles tus acciones perjudiciales.

Pasé mis manos con desesperación por mi cabello, nada me salí bien, nada de lo que planeaba resultaba bien. Sentí angustia, pero no lloré, me prometí no hacerlo. Pero me faltaba algo más.

―Ryan, ¿Crees que mentí? ―lo miré a los ojos―¿Crees que utilicé narcóticos?

―Las pruebas hablan solas.

Fue como una daga incrustada en mi pecho.

―¿Y mi hermano? ―logré controlar mi voz, para que saliera firme.

―Está mejorando.

Asentí.

―Gracias―dije. Ryan entró sus manos a los bolsillos de su pantalón―, por todo.

Di media vuelta pero Ryan me sujetó del antebrazo y me haló hacia su pecho. Me quedé helada cuando bajó sus labios posandolo en mi oído.

―En dos minutos. Parte trasera.

Me soltó dejando mi cuerpo traidor con estraño frío. Ryan sale e Igor entra casi de inmediato.

―Debo ir al baño―le informé.

No le di tiempo a responder y tomé otro pasillo que conducía a las habitaciones, me detuve unos segundos y miré que no me seguía. Retrocedí y corrí hacia el jardín, los demás desayunaban así que no era difícil pasar desapercibida.

Bordeé el jardín frontal hasta llegar a la parte de atrás, había un pequeño estacionamiento medio abandonado. Miré alrededor, no había posibilidades de que tuvieran cámaras instaladas, ellos se concentraban en la parte frontal. A travesé el estacionamiento, vi a Ryan del otro lado, solo nos separaban las rejas del portón.

Ryan tenía un metal en su mano, lo introdujo en la cerradura y después de forcejaer un poco, logró abrirlo. Miré hacia atrás y no dudé en poner mis pies fuera. Caminamos hacia su auto.

La locura de JulietaWhere stories live. Discover now