32. Hasta nunca.

4.6K 332 7
                                    

Hoy Magcon hace fiesta ¿Saben por qué? Por qué los dejaré tranquilos y no tendrán que verme la cara todos los días durante las vacaciones. En parte también estoy feliz, comenzaré con mi vida de nuevo.

Entré a la escuela con una gran sonrisa, hoy es el último día de clases y también...

[Dustin]

...es el día en donde recuerdo que mañana se cumplen cuatro años desde que no somos amigos, cuatro años de odio y cuatro años de completa tortura y sufrimiento para mí, tengan en cuenta que esto es lo último que les digo. Si un día todo se aclara tal vez... y solo tal vez, llegaré para decírselos, para plantarles en la cara la verdad y ver sus caras de arrepentimiento, solo me gustaría darles las gracias por la gran infancia que me dieron hasta los 12 años, por los grandes momentos juntos, por las risas, las sonrisas, los pequeños detalles, las canciones, los vídeos y todo aquello que jamás olvidaré. Sólo me tendré que resignar a superarlos, pero jamás olvidaré el bello recuerdo que tengo de ustedes y que marcó mi vida para siempre.

Mackenzie.

Todos me miraban impactados.

—Es el fin— dice Matt golpeando su casillero enojado y se va.

— ¿Que haremos? — pregunta Shawn.

—Nada— responde Nash— ninguno de ustedes moverá un dedo con respecto a esa carta.

Se acercó a mí y me la quitó de las manos.

—Yo guardaré esto— dice.

— ¡Nash! — Lo llamé y se volteó a verme— dile la verdad.

—Ni pensarlo, y tú tampoco hablaras— me advirtió.

Negué con la cabeza y comencé a buscar a Mackenzie. Cameron caminaba delante de mí sin saberlo hasta que se quedó apoyado en la pared de la cafetería. Seguí buscando a Mackenzie y la encontré sentada en una de las mesas de la cafetería. Me senté junto a ella y la miré mientras comía su almuerzo.

— ¿Pasa algo? — me dice con la boca llena.

—Ya se las di y la leí más bien.

— ¿Que dijeron?

—Nada.

—Lo supuse— rodó sus ojos.

Ella no imagina todo lo que le podría llegar a decir en tan solo segundos. Verdades y más verdades.

[Mackenzie]

Llegué a casa y ya casi no quedaba nada.

—Mamá— la llamé.

Ella apareció por la cocina y me saludó.

— ¿Que tal la escuela? — me pregunta.

—Normal— respondí encogiéndome de hombros.

—Sólo quedan las cajas de aquí y las de tu habitación ¿Me ayudas? El camión de mudanza llegara en unos minutos.

—Claro— le sonreí y subí a la segunda planta.

Miré mi habitación. No había nada más que un par de cajas con cosas pequeñas o frágiles, abrí una y me encontré con los binoculares ¿Por qué no echar una última miradita?

Miré la escalera que dirigía hacia el tejado y la subí sin pensarlo dos veces. Ya arriba me puse de pié con el mayor cuidado y miré a mi alrededor.

Cuanto extrañaría esto.

— ¡Hasta nunca querido vecindario! — grité alzando mis brazos y luego solté un pesado suspiro— Hasta siempre mis chicos...

— ¡Ten cuidado Mackenzie! — me grita mamá.

— ¡Esta bien!

Suspiré y me senté en el tejado. Sin temor a que me vieran comencé a mirar a las casas de mis queridos vecinos, que ya poco les quedaba de serlos. Finalmente, mi vista se centró en la ventana de Nash, él estaba ahí, en su habitación hablando con Hayes y con Skylynn. Vi que Sky comenzaba a llorar y abrazaba a Nash. Esta mira a Hayes y lo abraza igualmente. Me había olvidado completamente de mis niños. Rápidamente bajé, tomé las cajas de mi habitación y las llevé hasta el camión de mudanza que no había llegado hace más de unos minutos.

Sin fijarme casi tropiezo y una de las cajas cayó al suelo, pero no sentí ningún ruido.

— ¿Necesitas ayuda? — escuchó una voz y veo a Matt con la caja en sus brazos.

Mi corazón saltó.

—Matt, estoy algo apurada ¿Si? — dije incomoda, aún no olvido lo del otro día.

— ¿Tan pronto te quieres ir? — espetó.

Le entregué las cajas al señor de la mudanza y lo miré.

—Si— respondí— pero antes debo despedirme de personas importantes.

Él sonrió.

—Permiso— dije y lo pasé para dirigirme a la casa de Nash.

Seguro eso no se lo esperaba.

Toqué el timbre y me abrió su madre.

—Hola— saludé— ¿Estarán Hayes y Skylynn?

—Sí, claro— me dice ella— puedes pasar.

—Gracias señora Elizabeth.

Entré y ella llamó a los chicos. Al verme ambos corrieron a abrazarme.

—No quiero que te vallas, Macky— dice Skylynn llorando.

La tomé en mis brazos y la abracé.

—Vendré a verte, no te preocupes.

—Te voy a extrañar, Mack— me dice Hayes.

—Y yo a ti, pendejo, no sabes cuánto— le dije y nos abrazamos.

—Bueno, ya debo irme— dije y nos separamos— adiós señora Elizabeth.

—Adiós, cariño— dice y me abraza.

Hayes, Skylynn y Elizabeth salieron y vi a Nash frente a mí, con su rostro serio. Mi corazón saltó otra vez y comencé a temblar.

—Yo...— dijimos al mismo tiempo y sonreímos con tristeza.

—Los chicos te van a extrañar— me dijo.

—Lo sé— musité.

Con Nash, desde lo sucedido, el único contacto que teníamos eran nuestras miradas al cruzarse, pero no existía ningún otro tipo de acercamiento. Pero hoy pasó algo distinto, algo que pensé que jamás volvería a hacer mientras estuviéramos con el resentimiento a flor de piel. Mis lágrimas no se retuvieron y corrí para abrazarlo mientras que él me recibía soltando un suspiro de alivio. Mis brazos lo presionaron contra mí como si jamás quisiesen soltarlo, porque realmente no quería, comenzaba a sentir cosas que jamás había experimentado. Cosas que no sé a qué punto puedan llegar.

Lo solté luego de varios minutos y lo miré a sus grandes ojos celestes que aún permanecían fríos.

—Te deseo lo mejor— susurró y besó mi frente.

—Gracias— dije y salí finalmente.

Me despedí nuevamente de Hayes y Skylynn quienes tristes se abrazaban por mi partida. Me subí al auto de mamá y lo demás que vi fue de allí fueron casas que no volveré a recordar luego de varios años más.

La desterrada  ›  Old MagconDonde viven las historias. Descúbrelo ahora