20. Sour Cand.

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Me quité los auriculares mirando a mi alrededor. Esta sería una de las últimas veces en que miro la cuadra. Hermosa y verdosa como siempre.

— ¡Mackenzie! — escuché mi nombre y decidí bajar.

Al llegar a la última planta Hayes estaba en la entrada de mi casa.

—Hola— dice y yo sonrío a medias— ya me enteré.

— ¿No tendrás problemas con tu novia si ella te ve aquí?

—Lo sé, pero eres importante para mí.

—Me sorprendió la facilidad que te tomó olvidarme, hace unas semanas me habías dicho que te gustaba yo.

—Es que... creo que solo fue un capricho, yo también te quiero como una hermana mayor ¿O estás celosa de que esté con Scarlet?

Reí levemente.

—No, ella es una buena chica, un poco muy celosa, pero es linda ¿no?

Chistó.

—Un poco MUY celosa.

—Debes observarte. Tal vez haces cosas que no te gustaría que te hicieran a ti tampoco.

—Tienes razón, gracias por el consejo.

—Gracias por hacerme reír.

Hubo unos segundos de silencio.

—Entonces ¿Cuándo te vas?

—Dentro de una semana— torcí mi boca.

—Iré a verte todos los días. Sé que es difícil para ti dejar tu casa ya que en este lugar viviste tu infancia, pero... conseguirás nuevos amigos, yo lo sé y ellos sabrán valorarte.

Sonreí melancólicamente y él solo me abrazó.

—No será lo mismo sin los chicos Hayes, y sin ti... ¿a quién llamaré pendejo todos los días?

—Estoy seguro de que encontraras a otro pendejo, no mejor que yo, pero lo harás.

Reí por su comentario.

—Siempre logras sacarme una risa a pesar de todo, maldito pendejo— arrugué mi nariz y él se rió— Amm... Hayes, hay algo que... no te he contado.

— ¿Qué pasa?

—Solo supiste que adelantaría la mudanza ¿No?

—Si— asintió.

—Bueno, es que hay algo más... más bien "alguien".

— ¿Alguien?

—Tengo una hermana— solté con rapidez.

Él se atoró con su propia saliva al escucharme.

— ¿Qué?

—Lo que escuchaste, tengo una hermana y me enteré ayer, me desvanecí y monté todo un problema, pero ya está "resuelto"— marqué las comillas con mis dedos la última palabra.

—Wow, eso es... genial ¿Piensas buscarla?

—Por supuesto, vive en Alaska.

— ¿Piensas ir a Alaska?

—Si es necesario, sí.

Sólo me miró y me entregó una bolsa que colgaba de su mano.

— ¿Y esto? — fruncí mi ceño.

—No lo sé, Dustin me dijo que te lo entregara cuando pasara cierto tiempo, y yo creo que dos semanas ya son cierto tiempo así que... aquí está.

La desterrada  ›  Old MagconDonde viven las historias. Descúbrelo ahora