29. Cosas raras 3

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—Mack— murmuró desde su asiento.

—Dime— le sonreí.

—Te... te a...

— ¿Te...? — levanté mis cejas.

—Te... a...— suspiró— te adoro, eres una gran... amiga.

—También te adoro, eres uno de los hermanos que más quiero y aprecio. Pero no se lo digas a los demás— susurré.

Los recuerdos me llenaron la cabeza.

Empujé al chico con fuerza hasta que lo separé de mí y le quité el antifaz.

Si era él. ERA ÉL.

—Ahora todo tiene sentido— espeté mirándolo.

—Mack, lo siento.

— ¿Te adoro? Nunca me adoraste, si no que... me... amas ¡Son cuatro años desde que me lo dijiste!

—Nunca te olvidé— se encogió de hombros— ni he podido hacerlo.

Suspiré. Aún no puedo creerlo.

—Mack, Skylynn quiere que le enseñes a jugar a las palmas— me dice sonriendo.

—Okey, practiquemos que juego puede ser.

—Claro.

Ambos comenzamos a chocar nuestras manos y a cantar.

—Eres muy ágil— le digo.

—Y tú eres la mejor, la más perfecta y la más...

—Nadie es perfecto, cara de...

—Nunca tuviste agallas para decírmelo.

— ¿Y que ganaba? Un "También te adoro hermano".

—Lo siento— baje la cabeza.

—No es tu culpa. Sólo es la mía. Soy demasiado cobarde. Si no me hubieses presionado no te lo habría dicho y habría escapado una vez más de la verdad.

—No, no puedo permitir que hables así de ti— me acerqué y lo abracé— Matthew Espinosa no es un cobarde.

La desterrada  ›  Old MagconDonde viven las historias. Descúbrelo ahora