24. Donde casi todo tiene sentido.

4.4K 318 33
                                    

3 años atrás...

—Esperé por esto todo el año, chicos— dije emocionada lanzando mi bolso a los pies de Nash.

— ¡Amo las vacaciones! — gritó Matt.

—Si bueno, ya suban a la camioneta o se hará tarde pendejos— dice Sierra quien nos llevaría hasta la cabaña de mis padres.

Más bien es un terreno en donde un rió rodea una gran cabaña que contiene muchas habitaciones y mi padre las había habilitado solo para nosotros como inicio de vacaciones. Cam se fue de copiloto con su hermana, en el primer asiento iba Aaron, Jacob, Matt y Nash. En el segundo yo, Jack Johnson, Gilinsky y Sam y en el último Taylor, Shawn, Hayes, Brent y Carter. Eran los más apretados.

—Que sea el más pequeño, no significa que sea almohada o asiento o cualquier otra cosa, chicos— habla Hayes costosamente debido a lo apretado e incómodo que estaba.

—Solo aguanta una hora, Hayes— le dije sonriendo.

— ¿Una hora? Ay no.

—Digan Sour Cand— habla Gilinsky y me volteo confusa.

Ya era tarde cuando me di cuenta de que era una foto.

—Eso fue a propósito— le di un codazo leve en la costilla.

—Sí, hay que admitirlo— se rió.

Todos comenzaron a hablar ruidosamente pero solo los ignoré a todos por tanta tontería, abracé a Sam y me apoyé en su pecho. Él pasó su brazo por mis hombros y acarició mi cabello.

—Te quiero— me susurró y lo miré.

—Yo mucho más— le sonreí y me dio pequeños besos en los labios.

— ¡Hey, se callan o los bajos de la camioneta y los abandono! ¡Callen a ese pequeño de Hayes, la idea no es que llore Taylor, déjalo en paz! ¡Ustedes la parejita, Sam y Mack, nadie trae violín así que ya dejen de besarse! — Gritaba Sierra exasperada mirando por el espejo retrovisor— es increíble que esta pendeja tenga novio y yo no— murmuró para sí misma y Cam se rió.

— ¡Perdedora! — se burló.

Veinte minutos después todos nos quedamos dormidos.

— ¡¿Cómo está el agua Jack?!— grité.

—Helada— respondieron ambos al unísono y me largué a carcajadas.

Amaba hacer eso.

—Pagaras por eso, Jack— me grita Gilinsky y se acerca hasta a mí.

Comencé a correr hasta que me atrapó y me lanzó a las frías aguas sin piedad. Grité al sacar mi cabeza del agua para luego volver a hundirme.

—Supongo que nunca entendiste la frase que te decía en la piscina de la escuela— escuché decir a Johnson.

Seguí pataleando en el agua mientras intentaba salir a flote.

— ¿Qué cosa? — dice Gilinsky confuso.

Unos brazos me atraparon y me hicieron volver a la superficie del muelle.

— ¡No sé nadar idiota! — le grite tosiendo incontrolablemente.

— ¿Ah sí? Qué raro porque ayer por la mañana te vi nadando de lo más bien justo a esta orilla del muelle— señalo su lado izquierdo.

—Mackenzie no sabe nadar Jack, tal vez era Sierra— me defiende Sam.

Me senté junto a Hayes en la mesa para cenar y él me miró raro.

— ¿Qué pasa, pequeño? — acaricié su cabello.

La desterrada  ›  Old MagconDonde viven las historias. Descúbrelo ahora