12. Sueña, Julieta

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Ryan carraspeó incómodo.

―¿Eres casado Bennett? ―pregunté.

―¿Tiene algo que ver con el juicio? ―preguntó con fingida curiosidad.

Ryan tomó mi mano y la apretó con suavidad, no era una caricia, era una señal para que me callara.

Al auto detenerse mis nervios empezaban a hacer de las suyas. Me bajé con impaciencia y mis ojos empiezan a divagar por todo el lugar. El palacio de justicia era uno de los lugares más aterradores que existían. Las personas con trajes oscuros entraban y salían deprisa, algunas caras enfurecidas, otras aterrorizadas, lo que me hacía preguntarme cómo saldría yo de esto.

―Avancemos―dijo Bennett.

Caminamos al palacio detrás de Bennett, algunas personas lo llamaban o saludaban, a lo que él solo contestaba con un pequeño asentimiento de cabeza. Entramos a la sala del tribunal que nos correspondía pero en vez de ir a la mesa donde se sentaban los acusados, según la serie Bones, nos sentamos en los asientos de la primera fila del público.

En la sala solo nos encontrábamos nosotros, y dos personas más que parecían guardias de seguridad. Ryan se sentó a mi derecha y Bennett a mi izquierda, ambos con el rostro como si estuviéramos en un funeral. La mía no era la excepción.

―Jenkins, recuerde que usted no está en juicio aquí, solo es una testigo―desvié la mirada de los ojos severos de Bennett mientras él hablaba―. Su declaración es la más importante aquí, así que no lo arruine.

―Gracias, eso no me presiona para nada―dije con sarcasmo―, de todas formas, si no soy acusada no necesito defensa, ¿Por qué Ryan lo contactó?

―Necesitabas organizar los sucesos, o tu declaración sería nula―contestó Ryan.

―Ya verás si no me necesitas más cuando pase la primera sesión―Bennett se enderezó en su asiento.

Escuchaba el reloj haciendo tic tac mientras las palabras y reproches de Bennett se desvanecían en el aire. La sala empezaba a llenarse, más guardias, el jurado ocupaba su asiento, y personas conocidas también nos acompañaban. Dolly, Lola, y Thomas se sentaron en la fila detrás de nosotros, me quedé mirando hacia la puerta con la esperanza de ver a Zack entrar.

Entonces me congelé.

Un guardia traía a Perro esposado. No podía dejar de mirarlo, sus ojos se encontraron con los míos y él sonrió. Algo subía de mi estómago y sentí deseos de vomitar. Mis manos empezaron a temblar mientras todos los recuerdos pasaban como un video en mi cabeza. Todo mi cuerpo temblaba.

―Respira, cálmate―susurró Ryan―, tú estarás bien.

Quería contestarle, pero uno de los guardias nos ordenó ponernos en pie. Mi cuerpo trabajaba de forma mecánica, se movía pero yo no estaba totalmente conciente de lo que hacía. Mis ojos lagrimosos iban a Perro, solo podía cruzar por mi mente muchas maneras de cómo matarlo. Podía enterrarle mi tacón en la cara, pero aún así no se compararía con todo lo que nos hizo pasar.

Al estrado pasó Henderson, con su inmaculada vestidura de juez, él no ayudaba a mejorar mi situación.

―El honorable juez Gerald Henderson preside el caso Detroit-Romanov, hoy en fecha del 22 de Julio del año 2015―anunciaba el guardia―. El Sr. Ethan Graham actuará en defensa del acusado Anton Björn, la Sra. Lena Jenssen actuará en representación de la fiscalía.

El guardia asiente, y se va a otro lugar. Henderson mandó a sentar a la sala, lucía más terrorífico en el estrado.

―Este juicio entra en función por las acusaciones al Sr. Anton Björn, como cómplice de las torturas infringidas a la Srta. Julieta y el Sr. William Jenkins, y el asesinato de George y Mónica Jenkins. Pedimos a la fiscalía que proceda con la declaración de apertura.

La locura de JulietaWhere stories live. Discover now