Capítulo 39

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Lauren's POV

Lo único que me consolaba aquellos días tan largos en la Orlando y sin mi familia, eran las fotos de mi móvil. Nada especial, simplemente Camila durmiendo con Karla entre sus brazos, o fotos que solía mandarme Camila de Karla durmiendo, comiendo con toda la cara manchada de tomate, y además de enternecerme, hacía que las echase muchísimo más de menos.

En el avión, anunciaban que íbamos a llegar por fin a Los Ángeles, a casa. Pero no cesaban las charlas ni las llamadas de móvil, por eso al bajar del avión recibí las primeras llamadas que quemaron mi teléfono y unos mil mensajes. De esos, el único que me interesaban era el de Camila. "Te esperamos en casa :)" y una foto adjuntada de Karla en pijama en su tacatá mientras ve la tele. Sí, tenía que llegar a casa.

Apagué el móvil y me apresuré a coger mi maleta, tampoco muy grande. Simplemente para llevar un par de trajes.

Cuando salí para justo correr a por un taxi, Camila estaba allí de pie con Karla en brazos que al verme se estiró en sus brazos apretando las manitas. La puso en el suelo y se sostuvo en pie, era diminuta, aún un bebé, pero salió corriendo con pasos inestables hacia mí, abriendo y cerrando sus manitas. Caí de rodillas al suelo, sosteniéndola entre mis brazos y dándole besos en las mejillas que la hacía reír a carcajadas.

—¿¡Cuándo has aprendido tú a andar!? ¡Te dije que no crecieses sin mí! —Me levanté con ella en brazos, caminando hacia Camila. —¿Y cómo estás tú? —Un beso tras otro, le saqué una sonrisa a Camila mientras Karla mordía las solapas de mi chaqueta.

—Mejor ahora que te veo. —Asintió dándome la mano, aunque ella cogió la maleta que tenía a mi espalda. —¿Estás bien?

—¿Eso no debería preguntarlo yo? —Pasé mi brazo por encima de sus hombros, pero no dije mucho más, porque Karla reclamaba toda mi atención.

Al llegar al coche, la senté en su sillita y le puse el chupete en la boca, dándole un beso en la frente.

Camila parecía algo ausente, en silencio, simplemente acariciaba mi mano cuando la tenía en la palanca de cambios. El silencio no era incómodo, era mi mujer así que, nada podía ser incómodo con ella.

Llegamos a casa, y mientras yo dejaba la maleta en la habitación, Camila dejaba a Karla en la suya para que descansase un poco. Suponía, que ella estaba algo cansada también, cuidar de una niña de un año embarazada no era nada fácil.

—¿Lauren? —Entró en la habitación mientras yo me quitaba la chaqueta y la dejaba en el armario.

—Te echaba de menos. —Caminé hacia ella, poniendo las manos en su vientre que comenzaba a notarse por esos tres meses de embarazo.

—Ayer fui al médico. —Apretó mis manos pegándome contra ella, y quise que siguiese hablando. —Es... Es un niño.

—¿En serio? ¿Hablas en serio? —Camila asintió, pero no parecía demasiado emocionada.

—Pero... —¿Pero? En estas cosas no había ningún pero, no debía haber ningún pero.

—Camz, qué ocurre. —Ella desvió la mirada, comenzando a sollozar levemente.

—Nuestro hijo tiene un setenta por ciento de probabilidades de ser ciego. —Camila rompió a llorar, y yo la abracé evitando llorar. ¿Cómo había pasado esto? ¿Por qué nos pasaba esto a nosotras? Éramos felices, ¿no era así? Todo el mundo debería tener su final feliz, una vida tranquila, una vida plácida y feliz, pero ni de lejos. Podía tener todo el dinero del mundo, podía ser la mujer más influyente y rica del mundo, que eso no evitaba que a veces la vida me golpease a mí también.

room 72; camrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora