Capítulo 10

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Lauren's POV

Yo no solía beber. De hecho lo único que tomaba eran aquellas copas de vino en las comidas, o quizás, si estaba estresada un dedo de whisky y quizá un cigarrillo. Y así es como estaba ahora, apoyada en el borde del escritorio de mi despacho, con un vaso con whisky en la mano y devanándome la cabeza. Moví un poco el vaso mirando cómo el líquido entre anaranjado, dorado y marrón se pegaba al vaso y volvía a su sitio, pero yo ni siquiera tenía tiempo para pensar en aquello.

Miré una vez más los papeles encima de la mesa y ladeé la cabeza, dándole un trago al vaso, que bajaba por mi garganta casi quemándome, pero en aquél momento no me importaba.

-¿Lauren? –Escuché la voz de la nueva secretaria en la puerta y me di la vuelta con una mano apoyada en la mesa, mirándola de forma seria e impasible. -¿Tienes ya alguna solución?

-No. –Respondí. Apreté la mandíbula viendo cómo volvía a salir y volví a mirar la ciudad por la ventana. Era de noche, y las luces de los edificios se mezclaban entre las sombras que dejaban estos mismos, creando así un efecto que provocaba perderse en ellos.

De un trago me acabé el vaso, cogí la botella de cristal y volví a echar otro poco en el vaso. ¿Cómo ahorrar millones de dólares sin pérdidas? Esa era la pregunta que no podía resolver. Hasta ahora, todo iba bien. Los ingresos eran abundantes y aún más los beneficios, sin desmerecer a los clientes. Pero habíamos llegado a un punto que las deudas se estaban comiendo los beneficios y casi no teníamos margen de ganancias.

-¿Puedo entrar? –Una voz me hizo despertar de mis pensamientos. Me giré con el vaso en la mano y sonreí al ver a Camila, sonreí por primera vez en todo el día.

-Puedes. –Respondí dejando el vaso en la mesa. Me acerqué a ella y nos fundimos en un abrazo. Sus manos acariciaban mi espalda y mi cara estaba escondida en el hueco de su cuello, buscando algún refugio en ella.

-Hey, ¿estás bien, cielo? –Se separó de mí y me cogió la cara entre las manos y yo asentí con una sonrisa.

-Saturada de trabajo. –Me separé un poco y me senté en el sillón, tirando de su mano para sentarla en mi regazo. Camila rodeó mi cuello con los brazos y miró los papeles frunciendo el ceño.

-No entiendo nada. –Rio levemente y me miró mordiéndose el labio. -¿Qué tienes que hacer?

-Básicamente son cuentas. Y tengo que hacer que, con un cambio ganemos dinero. Y no sé qué cambio hacer, porque ya está todo bien hecho. –Me froté la cara con las manos y suspiré, apretando mis sienes con los dedos.

-¿Dónde compráis las verduras, carnes, frutas...? –Camila frunció el ceño y miró los papeles.

-Una empresa. –Dije enseñándole el papel de alimentos, kilos y precio.

-¿Por qué no se las compras directamente a los agricultores y ganaderos? Cobran muy poco por todo, y sólo con que les pagues un poco más que las empresas multinacionales te lo venderán a ti directamente. –Entreabrí los labios y señalé a Camila, sin poder creerme lo que acababa de decir.

-¡Dios! ¡Claro que sí! ¡Eres un genio! –Dije levantándome de la silla, dejando a Camila allí sentada. Cogí el teléfono y marqué el número. –Hey, soy Lauren. Tenéis que romper el contrato con la empresa que nos vende la carne y la verdura. –Me movía por el despacho con el móvil en la mano, mientras veía a Camila jugar con uno de los bolígrafos, que aunque ella no lo sabía podía costar perfectamente unos cien dólares. –Lo sé. Sí, lo sé. Pero tenemos que hacerlo. –Suspiré girando de nuevo la mirada hacia Camila, que miraba el despacho que era bastante grande. –Lo haremos, porque soy la dueña de esto. Y se hará porque sé que las cosas saldrán bien. ¿Tienes jefe? Pues soy la jefa de tu jefe, y del jefe de tu jefe. Y del jefe, del jefe de tu jefe. Así que anula el puto contrato y paga la cláusula que tengas con la empresa, ahora. –Suspiré mientras Camila jugaba con sus manos. –Gracias.

room 72; camrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora