Epílogo

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Frío y agua fue lo primero que Daelie sintió como sensaciones corpóreas. A pesar del miedo que tenía, se decidió por fin a abrir los ojos al nuevo mundo. Y allí estaba, un cielo tachonado de estrellas, y su amada luna llena brillando con la misma fuerza de siempre. Se preguntó entonces sí seguían en su dimensión, si nada había pasado. Pero pronto se dio cuenta de que esto no era así: el ambiente olía extraño, como si el aire estuviera viciado, y entonces recordó que Silvan les había dicho que en las ciudades de la Tierra había mucha contaminación. Sonrío y comenzó a sentir vivos todos y cada uno de sus nuevos músculos. Su cerebro funcionaba exactamente como debía hacerlo y envió los impulsos necesarios para poder sentarse. Echó una ojeada alrededor, y vio que se encontraba en la orilla de un río, rodeada de un montón de curiosos.

-¿Te encuentras bien, chica?-le preguntaron.

Tosió un par de veces y escupió parte del agua que había tragado. Y entonces se miró el cuerpo por primera vez. Sintió pavor, porque no parecía real que fuera humana, y sin embargo, ahí estaba. Entonces se acordó de Nevin, aterrorizada miró alrededor, y entonces encontró a un muchacho inconsciente, de hermosos cabellos rubios, tendido un poco más allá, y también le rodeaba un montón de gente.

-¡Nevin!-exclamó, sin importarle lo que los humanos pudieran pensar.

Corrió hasta el cuerpo del chico, temerosa porque no se despertaba... ¿y si Nevin no había logrado hacerse con el control de ese cuerpo?

La gente le hizo un hueco y se arrodilló a su lado.

-Despierta, por favor. No me hagas esto. ¡Te necesito! ¡Despierta!

De pronto se dio cuenta de que tenía acceso a los conocimientos de la muchacha que había muerto, y sabía de primeros auxilios. Pidió a los demás que le hicieran más espacio y comenzó a presionar sus dos manos contra el abdomen del chico. Completó una serie entera y le hizo el boca a boca. Luego volvió a presionar otra tanda de veces.

Una tos ansiosa salió del pecho del joven y expulsó buena parte del agua con cada convulsión. Finalmente abrió los ojos, y lo primero que vio fue a una preocupada muchacha de diecisiete años, pelo negro y ojos azules. Reconoció de inmediato quién estaba dentro de ese cuerpo y sonrió con cansancio.

-Daelie...

Ambos se abrazaron con fuerza y la gente aplaudió contenta, enseguida se marcharon de allí, para dejarles intimidad.

-Qué raro me siento en el cuerpo de otro.-dijo Nevin.

-Bueno la vida nos sorprende, ¿o no? ¿Cómo te llamas ahora?

Nevin lo pensó unos instantes, y enseguida el cerebro adormilado del muchacho fallecido le dio la respuesta:

-Logan Thompson.

-Yo soy Brenda Mills, encantada de conocerte.

Los dos se echaron a reír. De pronto, oyeron mucha agitación unos metros más allá y vieron cuatro siluetas corriendo hacia ellos. Bajo las luces de las farolas, reconocieron gracias a los recuerdos de los verdaderos humanos, a sus padres.

-¿Qué os tengo dicho de los baños nocturnos en el río? ¡No es ni medio normal que hagáis eso! Los rápidos no son para tomárselos a broma, maldita sea.-dijo un hombre barbudo que Nevin supo enseguida que era su padre.

-Lo siento, papá.-dijo, y sonó exactamente como un arrepentido hijo de dieciséis años.-No volverá a pasar.

-Desde luego que no.-contestó la madre de Logan.-Porque los dos estáis castigados hasta que os graduéis. Ahora, andando.

Río IncendiadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora