1. Ceremonia de Unión.

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Había un gran ajetreo en la hermosa casa de cristal de los Adherinvel, sobre todo provocado por el hervidero de mujeres nerephin yendo de un lado para otro, preparando cosas, arreglándose o simplemente paseándose para calmar los nervios. Ethel, la hermana mayor de Daelie, se unía en matrimonio aquel día con un hermoso y alto elfo de la casa de los Erinel. Era exclusivamente en acontecimientos tan importantes como este, en los que los elfos de agua se permitían el lujo de expresar la inmensa alegría de sus corazones o de exasperarse ante tanto trabajo. Todo debía estar perfecto, no había que dar tema de conversación entre los aldeanos de Edhelia Pero nadie había estado más atareada que la pobre Daelie, que desde primera hora de la mañana, había tenido que ir a caballo al hermoso claro del Bosque Boreal donde celebrarían la ceremonia, para ocuparse de que todo estuviera en orden. Recibió a los músicos, y escuchó sus alegres melodías mientras terminaba de decorar los alrededores de un pequeño y bello lago de aguas cristalinas. Precisamente en una de sus orillas, se alzaba un pedestal del mármol más puro que os podáis imaginar, y sustentada por tres estilizadas columnas del mismo material, una sublime cúpula de luz estelar cristalizada amenazaba con robarle protagonismo a los novios. Aquel altar había costado buena parte de los ahorros de toda la vida de la familia de Daelie, pero era tradición que la familia de la novia pagase aquella construcción. En la parte exterior de la cúpula, en delicados caligramas élficos, estaban escritos los nombres de la joven pareja, como sello de la unión eterna a la que se iban a someter, y los nombres de sus familias, como símbolo de la alianza entre el patrimonio de ambas.

Daelie lo había decorado todo tal y como Eldiva, su madre, le había exigido que hiciera: había puesto sobre el lago multitud de flores blancas que se iluminaban por la noche, lo cual había sido un duro trabajo. Luego había enrollado helicoidalmente cintas de satén azulado alrededor de las columnas del altar; había colocado todas y cada una de las sillas de hojas de plata en dos perfectos cuadrados que dejaban un pasillo en medio para una alfombra de mariposas, que más tarde colocarían para que, al pasar los novios, volaran en cortinas de pequeños abanicos de colores.

Recibió también a los elfos que se encargaban del banquete y les dio instrucciones precisas de dónde debían colocar las mesas y disponer los alimentos. Después de eso, tuvo que volver galopando a casa, para seguir ayudando allí y finalmente, prepararse ella también. Y, a pesar de que apenas tenía tiempo para pensar, y de lo alegres que estaban todos a su alrededor, ella no podía evitar que su corazón se entristeciera... Ethel, la única persona en su familia que la quería de verdad, se marcharía pronto a vivir con su marido, formaría una nueva familia, y se olvidaría de ella para siempre. En esos pensamientos estaba sumida mientras le peinaba la lisa y brillante cabellera verdeazulada a su hermana Derva. Le había exigido que le hiciera un apretado y complicado peinado, y en venganza, Daelie tiraba más de lo normal de los mechones. Derva no emitió ni el más mínimo quejido, pero no dejaba de incordiarla:

‒¿Quieres tener algo más de cuidado? No me quiero quedar calva cuando llegue a tu perjudicada edad.

‒Si no me pidieras cosas imposibles, no te dolería tanto.

‒Es precisamente en ceremonias como estas en las que una debe llevar peinados imposibles para llamar la atención.

‒Es Ethel quien tiene que brillar hoy, Derva, no tú.

‒Porque tú lo digas. Pienso encandilar al galán de Heraden, el hermano menor de su prometido. Ya verás, la próxima boda será la mía. Y por supuesto, tú no estarás invitada.

‒Gracias, hermanita, mejor para mí.‒ dijo mientras tiraba aún con más fuerza y retorcía un mechón.‒No podría soportar semejante bodorrio.

‒Ya es suficiente, retírate. Y haz algo con esas pintas, ¿quieres? No nos pongas en evidencia como en la última ceremonia a la que asistimos.

Daelie se marchó en silencio y dejó a la vanidosa de su hermana pequeña mirándose al espejo con altivez.

Río IncendiadoWhere stories live. Discover now