20. Desolación

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-Qué raros que son los enanos.

-Calla, Silvan, no te vayan a oír. Han sido de lo más generosos acogiéndonos en su casa.

-Ya, pero es que el cuarto de baño está separado de la cocina por biombos, ¿es eso normal?

-Si es por eso, tranquilo, nunca se me ha ocurrido mirar mientras te duchabas. No tengo ni el más mínimo interés.

Él le dio un codazo. Estaban en el establo, pasando un rato con el dragón. Aunque le habían dado refugio, le tenían encadenado. Por supuesto, los dos muchachos se habían opuesto al principio, y habían ofrecido mil razones para no hacerlo, pero los padres de Urik se negaban a que el dragón pudiera destrozar la casa.

Urik entró en ese momento.

-¿Poniéndonos verdes ya desde tan temprano?-preguntó, trayendo un barreño lleno de agua para el dragón.

Ellos se rieron. El joven enano no había tardado en cogerles confianza, y en encariñarse con Oryll.

-Perdona, pero no me negarás que es... antihigiénico.-dijo Silvan.

-Llevo años diciéndoselo a mis padres. Ya nadie tiene ese tipo de instalaciones en casa, pero no quieren gastarse el dinero en una remodelación. Dicen que lo necesito para entrar en la academia militar.

-¿Quieres ser soldado, Urik?-le preguntó Daelie.

-Yo... bueno... -titubeó, luego bajó la voz y dijo.-En realidad... quiero ser actor.

-¿Actor? Pues me parece que te has equivocado de camino.

-Son mis padres los que están equivocados. Ellos me han impuesto mi futuro. Todo porque nuestro tataratatarabuelo Urshman fue General Supremo hace unos cuantos siglos. Todos mis hermanos están metidos en el ejército con el propósito de restablecer el antiguo prestigio de nuestra familia.

Los dos elfos se miraron, comprensivos.

-A nosotros nos han estado obligando toda la vida a ser quienes no éramos, Urik.-dijo Daelie.-Tuvimos que descubrir un pequeño secreto para tener una excusa y atravesar las murallas que separan dos reinos antagónicos. Y desde entonces hemos crecido.

-Ya lo creo.-corroboró su amigo.-Mira, yo antes era un fracasado que apenas sabía usar sus poderes o se atrevía a decir lo que pensaba, pero cuando me deshice de todo lo que me cohibía, conseguí encontrar el valor que necesitaba para ser quien soy hoy. Y sigo sin ser mucho... pero algo es algo.

-Lo que te queremos decir con todo esto es que desde el momento en que tus ojos se abrieron por primera vez a la luz de este mundo, te convertiste en el dueño de tu destino, aunque tú no lo supieras. ¿Acaso tus padres saben cuál es tu sueño?

-Daelie, sé que soy un enano y que comparado con los de vuestra raza parezco un neandertal recién vestido, pero por lo menos tengo la prudencia de no pronunciar nada que pueda darle razones a mi madre para dejarme colgado de la cuerda cual pata de cerdo.

-Uno nunca sabe cómo van a reaccionar los demás ante algo tan... chocante.-dijo Silvan.-Pero si no lo intentas, entonces sí que serás una deshonra para tu familia. Un enano cobarde, ¡habrase visto!

-Silvan, no te pases...

-No, Daelie, quiero que lo entienda para que no le pase lo mismo que a mí. Cree en ti mismo. Que no te importe decepcionar a los que se interpongan entre tú y tus metas, incluso si esos son tus padres. Al fin y al cabo, sólo tenemos una vida... Supongo que no querrás llegar a viejo y decir "hice todo lo que se supone que un soldado que se precie ha de hacer".

Río IncendiadoWhere stories live. Discover now