Lavanda

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-Oh, Eren~ que puntual eres- exclamó Hanji al abrir la puerta del penthouse. Eren sólo miró el reloj de su muñeca y sonrió tontamente.

-¡Vaya, vaya! Mira quien ya está listo- habló la mujer al ver a su hijo adoptivo bajar las escaleras. El niño llevaba unos preciosos shorts negros que hacían juego con unas calcetas del mismo color y un coqueto suéter a rayas. En su espalda cargaba una pequeña mochila, seguro con alguna muda de ropa.

-¿Estás listo para irnos?- preguntó Eren. Levi sólo se limitó a asentir

-¿A donde irán?- interrogó curiosa la castaña

-A un pequeño pueblo al sur del país, allá no está tan frío como acá y si tenemos suerte encontraremos esos magníficos campos de lavanda que se fusionan con el trigo- habló el alemán emocionado.

-Entonces cuidense mucho- dijo Hanji, abrazando maternalmente al niño.

-¿Estás llorando?- preguntó Levi al sentir su hombro húmedo

-Ou... seguro tengo una infección en el ojo- la mujer se acomodó las gafas y soltó una risa nerviosa: un extraño presentimiento le perseguía. Ignoró su sexto sentido y se despidió de ambos chicos.

Eren y Levi bajaron del edificio, caminaron hasta la estación de autobuses y escucharon el anuncio de abordaje de su transporte. Ambos subieron al autobus, donde la gente les miraba como si fueran un par de hermanos... que equivocados estaban.

Eren trató de hacer el camino de Levi ameno, pero este cayó dormido en el  brazo del alemán.

-Hey, Levi- el castaño movió el cuerpo de su amante que despertó automáticamente -Mira a tu derecha-

El niño obedeció y pudo ver los bellísimos campos de lavanda cubrir las llanuras del country side.

-Bajemos aquí- dijo Eren tomando la mano de Levi.

-¿Se te ha safado un tornillo? Estamos en medio de la carretera ¡El chófer no va a detenerse!-

-Ve esos campos Levi- insistió.

De repente, al niño se le antojó caminar entre esos tupidos. Lo miró con decisión y de sus labios salió un suave "Hay que hacerlo". Ambos se levantaron de los asientos ante la mirada atónita de los demás pasajeros.

-¡Necesitamos bajar! ¡O mancharemos el autobús de vómito!- exclamó Eren una vez que llegó a la puerta cerca del conductor. El chofer sólo hizo un gesto de desagrado y abrió las puertas.

Ambos bajaron del transporte y se dedicaron a caminar en la orilla de la carretera. Entre los campos había un espacio cubierto por árboles frondosos y decidieron que su picnic tomaría lugar en la sombra de esos gigantes de la naturaleza.

Ambos montaron la franela y comieron los alimentos tranquilamente mientras que Eren relataba algunos recuerdos de su infancia en Alemania. Al terminar recogieron todo y observaron que en el árbol más grande colgaba una llanta de tractor a modo de columpio.

-Levi... ¿quieres?- preguntó Eren ansioso, como un chiquillo. Levi sólo le sonrió a modo de afirmación, cosa que sorprendió al alemán.

Ambos se treparon a la llanta, Eren comenzó a elevar el columpio improvisado usando la fuerza de sus pies hasta que este obtuvo la suficiente fuerza para que la llanta se columpiara por si sola. Las risas por parte de ambos no se hicieron esperar: el trigo les golpeaba la cara, el viento les despeinaba los cabellos y el olor a lavanda les perforaba la nariz.

La llanta estaba un poco desgastada y llevaba más peso del que podía soportar, por lo inevitablemente terminó rompiéndose, botando a Eren al suelo y a Levi encima de su pecho.

-L-lo siento- susurró el castaño. Su disculpa murió ahí, en un susurro, al ver la cara de Levi tan de cerca. Llevó una de sus manos a la mejilla del niño que se estremeció con el cálido tacto.

-Eren... te amo- susurró el niño.

-Yo también- contestó el castaño acercándose a los labios del chiquillo con piel de porcelana.

Depositó un suave beso, un roce, casi como el aire sobre sus cabellos. Levi cerró los ojos al igual que Eren, quien comenzó a juntar la punta de su lengua con el labio inferior del francés. Levi se estremeció ante la humedad y solamente soltó un suave suspiro, por lo que Eren pudo formar un beso mejor, aunque los labios de Levi permanecieran estáticos y temblorosos.

-P-perdón, no debí hacer eso- dijo Eren al de separarse después de unos segundos del beso.

-E-está bien. Hanji me dijo que a cierta edad empiezas a sentir... cosas...- susurró Levi con ese tono monótono, pero en su cara se podía ver la vergüenza.

-Entiendo lo que tratas de decir- dijo Eren sentándose en el pasto. Por la posición en que estaban, Levi se vió obligado a sentarse en las piernas del alemán -Quiero más- susurró el mayor besando la mejilla de su amante. Levi se sonrojó inmediatamente. Hanji le había hablado de besar pero... también de otras cosas que se podían hacer incluso con otro un hombre, señaló que las podía hacer cuando creciera siempre  y cuando se cuidara y amara a esa persona.

-Eren, yo todavía soy muy j-joven, ¿no te parece?-

-Sólo quiero besarte, no pasará nada. Lo prometo, voy a esperarte- dijo Eren con una cálida sonrisa. El aura que desprendía tranquilizó al niño: era dulce y sincera.

-Confiaré en ti- susurró el pequeño francés.

Eren volvió a apoderarse de los labios de Levi, esta vez el niño trató de seguirle el ritmo, aunque le resultaba muy difícil. El alemán reía un poco entre beso y beso, le parecía de lo más cómico y tierno que Levi no pudiera hacerlo correctamente, además que estaba muy feliz. Jaló el labio inferior del francés una vez que se sintió satisfecho. Levi se acucurrucó en su cuello y pecho después de eso.

-Mm, Eren- susurró Levi

-¿Qué pasa?- preguntó el alemán tranquilamente

-Me siento extraño-

-¿A que te refieres?- preguntó preocupado

-Siento cosquillas cada vez que te veo, cada vez que te abrazo y c-cuando nos besamos-

-Son efectos secundarios del amor-

Levi escuchaba el mar. No, más bien eran corrientes de aire que se rompían al chocar con las copas de los árboles, arrastrando granos de trigo que se tornaban naranjas al chocar con el cielo vespertino. Eren lo abrazaba muy fuerte, tanto que escuchaba latir su corazón. Escuchaba el corazón del otro latir mientras que el suyo dejaba de bombear. Pronto se empezó a quedar dormido para siempre, su sangre estaba helada, el alma de Levi abandonaba aquel infantil cuerpo.

-¿Levi?- preguntó Eren asustado. Se acercó para sentir su respiración pero no estaba ahí, buscó su inexistente pulso, sintió su frío cuerpo y lo comprendió: Levi era un talismán tan poderoso que al final se había autodestruído.

Eren lo dejó morir en sus manos, mirando el sol, llorando en el campo...

TalismánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora