Me despierto con la sensación de besos en mi frente.
-¡Buenos dias!-Dice Nash efusivamente mientras me mira con una sonrisa.
-Holaa.- Le respondo yo y al instante me acuerdo fugazmente del tenso momento de la noche anterior.
-Vamos a bajar a desayunar con todos no?
-Cinco minutos maas.-Digo yo cerrando de nuevo los ojos.
-De eso nadaa!-Responde Nash con una carcajada.
Viendo que no me levanto, se levanta él y cuando está de pie me coge y me levanta a la fuerza de la cama.
No me queda más remedio que levantarme definitivamente.-Bueno, me voy a cambiar de ropa, o quieres que vaya con el pijama?-Le pregunto divertida.
-El pijama te favorece-Me responde ofreciéndome una mirada profunda tras mirarme de arriba a abajo intensamente.
Sin ni siquiera tocarme, esa mirada hace que todo mi cuerpo tiemble.-Mejor me cambio.-Digo yo intentando disimular las grandes sensaciones que me hace sentir.
A continuación cojo la mochila con mi ropa y entro en el cuarto de baño.Lo primero que hago es mirarme al espejo mientras apoyo los brazos a los lados del lavamanos.
-Te estás volviendo loca por el. -Le digo a mi reflejo casi en un susurro.
Me aseo, me maquillo y me cambio de ropa, eligiendo unos vaqueros pitillo largos de un color clarito con rajas en las rodillas, mis adidas superstar y una camiseta de manga corta de algodón ancha.
Salgo del cuarto de baño y veo a Nash sin camiseta.
-mmm me puedes explicar que haces?-Le pregunto a Nash mientras me pregunto porque resistirme a él se ne hace tan difícil.
-He pensado que voy a ir a la piscina. No tengo ganas de desayunar. Y si voy sin camiseta, puede que por el camino pueda llamar la atención de alguna chuca, ya sabes...- Me dice y me guiña un ojo.
-¿Perdona?- Le pregunto estupefacta, ya que si no he entendido mal, va a ir asi para ir provocando y poder ligar y a saber qué hacer con otra chica.
Se me acerca, serio, con esa mirada profunda lentamente con pasos relajados hasta quedar a milímetros de mí. Es mucho mas alto que yo, por lo que tengo que mirar hacia arriba, ya que Nash me coge la barbilla con una mano y me hace mirarlo directamente a los ojos. Con el pulgar de la mano que tiene en mi barbilla, realiza un recorrido por mi labio inferior.
Esto es demasiado para mí.
Se acerca un poco más, y en una voz baja y rasposa me pregunta:-¿Te tengo que pedir permiso?
Yo no respondo. No puedo. Tampoco creo que él esperara una respuesta. Se limita a echarme el pelo por detrás de la oreja y murmura:
-Eso pensaba.