Estaba perdido en mis pensamientos. Pero levanté la cabeza para hablar con ellos.

Y: no me pasa nada tío

C: a nosotros no nos mientas idiota

Y: callaos la boca y pedid otras cervezas.

Después de haberme bebido cinco cervezas me giré para mirar a la pista.

Y eso no podía ser real.

No podía ser real.

Estaba ahí.

La hermosa chica estaba ahí.

Me levanté y pasé de mis amigos que me llamaban pero yo solo tenía la mirada fija en ella.

Estaba de espaldas y movía sus caderas de un lado a otro.

Me acerqué a ella y cuando la tenía cerca puse mis manos en su cintura y me pegué a ella.

Se tensó enseguida. Pero yo quería que se siguiera moviendo.

Me acerqué a su oreja y le susurré.

Y: hola muñeca

Suspiró y la giré para pegarla a mi.

Su rostro estaba a centímetros del mío.

A esta distancia todavía era mas hermosa. Aunque tengo que decir que si la alejas diez metros me seguirá pareciendo preciosa.

Ella intentó apartarse de mi pero claramente yo no la dejé.

Y: como te llamas muñeca?

Mis manos estaban en su cintura apretándola contra mí mientras que las suyas se mantenían en mi pecho.

Su cintura esa pequeña pero con la curva necesaria para hacerme perder el control. Tenía cadera y quería pasar mis manos y mi lengua por ahí una y otra vez.

M: María

Sonó mas como un pequeño susurro. Pero a un así lo escuché.

Maria...

Un nombre absolutamente perfecto como ella. Por qué desde luego que le pega un nombre dulce e ingenuo. Y Maria era ideal.

Y: yo soy Jesús

M: lo se

Su voz era dulce y suave. Tal y como la había imaginado o incluso mucho mejor.

La apreté mas contra mi para sentir todo de ella.

Su olor era increíble, simplemente perfecta. Esa palabra la definía.

No podía evitar querer tenerla muy muy muy cerca.

Acerqué mi rostro al suyo.

Quería besarla. Lo necesitaba.

Pero alguien la apartó de mi.

Gruñí cuando dejé de sentir su olor.

Era una chica. Agarró del brazo a María y se la llevó entre la multitud.

Intenté seguirla pero había demasiada gente en la pista y acabé perdiéndola de vista.

Mas cabreado que nunca volví a la mesa donde estaban mis amigos y pedí otra cerveza.

D: donde estabas?

C: ya te has ligado alguna chica?

No les estaba prestando atención. Tenía tanta rabia dentro de mi que ahora mismo me tiraba cualquier chica que pasase por delante.

Y una parece haberme leído la mente.

Apareció frente a mi. Con unos pantalones que no dejaban nada a la imaginación y una camiseta que prácticamente dejaba a la vista todo.

Me levanté, la cogí de la cadera y la pegué a mi.

Su cuerpo no era como el de María. No tenía cadera. Era un palo y a mi siempre me ha gustado una chica que no estuviera bajo peso.

Que? No quiero romperla. Me gusta una mujer con un cuerpo de infarto. Su cadera bien marcada , un vientre plano, unos buenos pechos, un buen culo, unos brazos delgados, unas piernas perfectas.

Si. Con eso soñaba yo. Y desde luego que hoy lo había encontrado.

Maria era así.

Y:hola

Intenté sacar mi tono seductor y parece ser que funcionó por que no necesité nada mas simplemente se tiró a mis brazos y me besó.

La agarré con las dos manos y la hice subir sobre mi cadera.

Me dirigí con ella hacia el baño y la hice mía pensando que ella era otra.

Por qué a quien quería en ese momento ahí no era a ella.

Era a Maria.

Y si me corrí diciendo su nombre. Aunque según parece a la chavala está no le importó lo más mínimo.

------------------------------------------------

Me estaba poniendo la camisa cuando sentí unas manos que rodeaban mi cadera.

La quité de mala manera y me giré.

Y:tu y yo no somos nada, simplemente sexo y además no se va a repetir, ahora lárgate

Estaba de mala ostia. Si, en ese momento en se pensaba que está tía no era ella estuvo genial. Pero en cuanto abrí los ojos y descubrí la realidad volví a la mierda del principio.

La eché del baño y me vestí tranquilamente.

Salí como si nada y me senté junto a mi hermano. Pero se nos hizo tarde y ya nos tuvimos que ir a casa.

Me tumbé en mi cama y en mi mente solo aparecía esa hermosa chica.

Mi muñeca.

Parecía una muñeca echa a medida para mi.

Cuando la sentí tan cerca de mi. Miles de cosas estaban en mi.

Su olor era embriagador.

Cerré los ojos y la imagen de ella y yo en medio de la pista volvió a mi. Y así lentamente me quedé dormido.

Pensando en ella.

En como movía su cadera en contra de la mía.

En como su mirada se quedó fija en la mía.

Me quedé pensando en mi muñeca. Y en que aunque cueste. La volveré a ver.

La buscaré cueste lo que cueste.

Esa muñeca definitivamente será mía.

Mi muñeca... y de nadie más.

POLOS OPUESTOS-Jesús Oviedo {ACABADA} EN EDICIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora