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La herida por la mañana se encontraba mejor. Pero el dolor palpitando por todo mi cuerpo seguía estando y no podía si quiera moverme.

Había olor a comida en la habitación y al mirar alrededor pude darme cuenta que la luz había sido encendida y al lado de la cama había sobre un banco una bandeja con comida. Mi estómago protesta y tomo conciencia de lo débil que me siento.

Estiro la mano y tomo la bandeja, sin esperar tiempo para meter un trozo de carne en mi boca.

Después de haber comido absolutamente todo lo que había en la bandeja la puerta se abre entrando Darius por ella.

  – Me alegra que hayas terminado tu desayuno – se sienta en el extremo contrario y me analiza – Te sigo amando Lenna. 

  – ¿Qué piensas hacerme? – pregunto alejándome de él. 

–No pienso hacer nada malo al menos que me provoques. Pero pronto habrá un eclipse lunar, ese día, esa misma noche todos tus recuerdos regresaran y sabrás quién de verdad eres. Después de todo podremos cumplir nuestra venganza juntos.

  – ¿Venganza contra quién? – interrogo. 

  – Contra Marcus y todos los suyos.

– Supongo que él fue quien te desterró, ¿por eso estás tan desesperado por un poco de venganza? –sus ojos se vuelven más oscuros y abandona la habitación.

Lo tomaría como un sí.

El resto del día había sido aburrido y no había vuelto a tener noticias de él, a las horas de la comida venía una muchacha y luego de que terminara de comer, curaba las heridas que tenía en todo el cuerpo. Su nombre era Lea y no entendía el por qué se encontraba allí cuando era diferente a los demás y no solo por el hecho de ser humana, podía darme cuenta su ojos llenos de sufrimiento y preocupándose por mí.

Ella no era como los demás. Y esto dos días me lo habían demostrado.

Y todo tuvo una razón cuando me contó que la tenían retenida solamente para complacer las necesidades de uno de ellos y para aprovecharse de sus conocimientos sobre todo tipo de hierbas.

–Tengo algo para proponerte, Lea.

–Te escucho, Ether –había estado toda la tarde quemando mis neuronas y pensando algo. 

Una hora después en la que Lea sabía todo lo que tenía planeado, acepta y sé que está de mi lado. Las dos queríamos escapar de acá y juntas podíamos hacerlo. 

Pero primero que nada ella tendría que conseguir un poco de saliva de lobo. Se despide y vuelvo a quedar sola.

La horas pasaban y no había señales de nadie, aunque era claro tomando en cuenta que ya era de madrugada. Pero esta noche sería el eclipse.

Sentía muchas emociones a la vez, la ansiedad de que todo saliera como Lea y yo lo habíamos planeado, los nervios, el querer irme y sobre todo estar con los demás y sentirme segura.

Lo peor de todo es que apenas se estaba comenzando a curar la pierna y justo en el último momento tendría que ponerme lo que Lea me consiguió y que ahora estaba guardado debajo de la cama.

¿Y si Darius salía ganando y yo perdiendo? ¿Qué iba a pasar conmigo? ¿Se atrevería a matarme? 

Esas y muchas preguntas más ocupaban toda mi mente y terminaban provocándome dolor de cabeza. 

Lea entra en la habitación un poco agitada y habla –:Es hora.

Busco el pequeño tarro y vierto todo su contenido sobre mi herida, sintiendo cómo comenzaba a actuar y el alivio se extendía por todas mis extremidades.

Ambas esperamos que la gran herida sea curada mágicamente mientras me ayudaba a ponerme de pie. Tardé unos minutos en poder estabilizarme y caminar por mi propia cuenta.

La casa estaba vacía y pudimos salir de ella. Una vez fuera gritos y gruñidos se hicieron presente. Lobos y desterrados otra vez se estaban enfrentando.

Ellos habían venido. 

La ilusión y esperanza llenaron mi corazón, y por un momento quise gritar de felicidad.

Busqué en todas direcciones y los encontré, uno cuidando la espalda del otro. Tomo el codo de Lea y corro hasta ellos.

Al ver la mirada de Duster quedé sin aliento, ésta reflejaba; alivio, felicidad y más adjetivos que no me atrevería a describir, porque era prácticamente imposible.

Acorta la distancia y palpa mis mejillas comprando mi estado –¿Estás bien?

  – Estoy bien –respondo sonriéndole.

  – Toma esto –me entrega unos cuchillos y se da vuelta tomando una postura protectora.

Veo a Darius caminar hasta nosotros y algunos lobos poniéndose en su camino, pero de un solo movimiento los alejaba.

Vi a uno de los cazadores del pueblo con su arco y flecha, voy a esta él y le pido el arma. Vuelvo a colocarme detrás de Duster e intento apuntar. 

Sabia que sus reflejos serían extraordinarios, pero me arriesgaría. Lanzo la primera pero la toma y destroza en dos, lanzo una segunda y una tercera, pero obtuve el mismo resultado.

Ya cerca de nosotros Duster y Allen se lanzan sobre él. Darius era fuerte y Allen se estaba llevando la peor parte.

Veo a Darius morder a Allen y saco otra flecha y lanzo esperando que impactara contra Darius.

Abro los ojos y veo a Darius y a Allen tendidos sobre le tierra. Allen gimiendo de dolor mientras Duster se encargaba de Darius. 

–Todo estará bien Allen, solo necesitas curarte rápido o Duster puede ayudarte –lo miro y espero que responda, después de una eternidad asiente y lo ayudo.

–Voy a necesitar más ayudar para poder curarme.

Mi corazón se encoje ante sus palabras y pienso en alguna opción. 

–Yo puedo ayudarlo –habla Lea –llevémoslo a mi casa.

Entre Lea y yo tomamos a Allen y nos encaminamos a una pequeña casa llena de especias y hierbas. Sus aromas inundaban todo el ambiente.

–Tengo lo necesario pero voy a necesitar que sostengas a tu amigo –asiento y veo a Duster aparecer dentro de la casa.

Lea camina de un lado a otro preparando una crema y todos la seguimos con la mirada. Nos indica que lo sostengamos y vierta una especie de crema sobre la herida. Allen grita y se mueve con desesperación, pero no podíamos hacer nada más que sostenerlo y rogar que dejará de dolerle.

Al poco tiempo después Allen se calma y sus heridas comienzan a desaparecer, le damos un momento de descanso y una vez fuera del lugar nos encontramos con Marcus. 

Era momento de volver.

  – ¿Mi padre vino? – pregunto mientras lo busco entre la multitud. 

  – No pero tus padres está bien. 

Todos los hombres de Marcus tomaron todo lo que pudieron de la ya inexistente aldea y comenzaron a marcharse. 

–¿Cómo es que llegaron a tiempo? – le pregunto a Duster.

–Es una larga historia...

  – Tengo tiempo – respondo y lo veo pensar para después pasar sus manos sobre su cabello. 


No quiero ser tu lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora