FLASHBACK [II]

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A que no me dejas - Alejandro Sanz

[El uso de flashbacks es para una mayor comprensión de la lectura. Aviso : quedan un par de capítulos para que Fall For You acabe. La secuela es Loved You First. Espero que os esté gustando la historia. Gracias si has llegado hasta aquí. All the love, María del Mar x]

La noche no decía mucho. Yo tan solo oía como el interior del gimnasio bullía cada vez que revisaba las correspondientes entradas de las parejas, abrían la puerta, y parecía como si olas de gritos y ruidos salieran estridentes y alocadas por todo el hall. Aquello me estremecía e incluso me llegaba a asustar. Pero era lo que había.

Sí, mis compañeros de curso no tuvieron otra maravillosa idea más que copiar el final de curso americano, y por tanto celebrar una ''prom'' en el gimnasio del instituto. Y bueno, ahí estaba yo, encargada de darles el pase. Aquello no me interesaba ni quería formar parte de algo que me parecía absolutamente ridículo, al contrario del noventa y nueve por ciento de la población estudiantil. Supongo que soy algo rara.

Me encontraba sentada junto la entrada del gimnasio, encargándome de que al menos afuera todo estuviera en orden. Llevaba un vestido sencillo, ya que tampoco quería desentonar plantándome allí en unos vaqueros cortos y una camiseta de tirantes. La noche estaba calurosa pero aun así se podía sentir la leve humedad típica del mar cerniéndose sobre nuestra ciudad. La luna estaba en todo su auge, resplandeciente como una perla, iluminándolo todo con una clara y plateada luz.

No cesaba de entrar gente y aquello comenzaba a ser cansado. El hecho por el que me disgustaban estos bailes era porque son aquellos que aparecen en los grandes filmes de Hollywood, haciéndonos creer a chicas normales y corrientes, como yo, que todo podría ocurrir en una noche tan única como esta. Chorradas.

El momento más incomodo fue sin duda alguna cuando tuve que darles acceso a Thomas... y Ágata. Este me miro con un ''lo siento'' escondido en los ojos, tras la discusión de ayer noche cuando por enésima vez le pedí que dejara de jugar con aquello que sentía. Él tan solo respondió que no lo hacía, que no sabía cómo manejarlo. Y yo como débil ante su persona que soy, lo dejé ir. También por innombrable vez.

Ahora el ambiente está más calmado, pues estamos a punto de alcanzar la medianoche y puedo oír como se desliza una balada lenta en el gimnasio. Casi me quedé durmiendo, pero aquella interrupción y esos pasos enojados me despertaron de mi ensimismamiento.

¿Ese había sido Thomas?

- ¡No puedo más! ¡Estoy harto!

Los gritos provenían de una de las gradas situadas en los laterales del gimnasio. La calma de la noche permitía escuchar sus respiraciones alteradas y sus maldiciones por lo bajo. Sin ser consciente, me levante curiosa a buscarle. Y cuando me percato de su estado, casi pude sentir como algo en mi interior quería chillar de pena. Encogido, rodeando sus piernas con los brazos, y la cabeza gacha entre ellos, veía la espalda de Thomas moverse violentamente, sin restricción alguna.

Intenté acercarme con sigilo a él, lo que fue totalmente en vano.

- Que quieres.-tan solo afirma, intentando que su voz sonara firme y seria, como si aquellos sollozos no se le hubieran escapado.

- Yo...bueno, pensé que...-dudé.- da igual, me voy, lo lamento si te molesté.-suspiré resignada con la cabeza gacha mientras retomaba mi camino hacia el puesto que me correspondía.

- ¡No te vayas!-pronunció con la desesperación de un niño pequeño camuflada en la voz.-quiero decir, si no tienes nada que hacer, puedes quedarte.-rectificó. Algo temerosa a sus cambios de humor, subí por las escaleras laterales y me senté junto a él.

Un silencio casi tenso embriagó el espacio que apenas nos separaba. Podía ver la incertidumbre reflejada en cómo sus hombros estaban rígidos, el nerviosismo paralizando los músculos, y su mirada alejada de la mía. Odiaba verle en aquel estado.

- Sabes cuándo... has estado con alguien, le has querido, más bien tenido cariño... y resulta que esa persona tan solo pretendía hacerlo de vuelta, para burlarse de ti.-dijo en voz baja, avergonzado.- pero ¿sabes qué es aun peor?, mantener algo que no es sano, aun sabiendo cómo te mueres por dentro por no tener el valor de decir en voz alta lo que quieres por miedo. Provocar el sufrimiento de otra persona tan solo por ser un cobarde que solo se centra en que es bueno para él. Respiraba por aquella persona, vivía por aquella persona, y aun hablando en pasado lo sigo haciendo. Quisiera haber sido más valiente... Helena. Creo que jamás me perdonaré...

- ¡Thomas! ¿Qué haces ahí? Baja ya hombre, hemos sacado a Lucas del gimnasio.-una voz, concretamente la de su mejor amigo, Izan, le interrumpió.- oh perdón, no te había visto Helena.-saludó con una avergonzada sonrisa al ver que nos había interrumpido.

Entonces, sin más preámbulos, sus ojos verdes, ahora con matices rojizos, se clavan en los mío de forma casi dolorosa. Iluminados por aquellos rayos plateados, brillaban de por sí con un toque casi sobrenatural. Sus pupilas dilatadas y las lágrimas acumuladas en los bordes de sus parpados. Casi suspiré de tristeza al verme incapaz de hacer nada para solucionarlo. Sin aviso, toma mis manos de mi regazo, pasa con lentitud sobre sus labios resecos su lengua, deja una leve exhalación, y retoma el contacto visual.

- Gracias por tu silencio. A pesar de todo, es reconfortante. Y lo siento.-pronunció en susurro casi apenado.

Finalmente baja a reunirse con Andrés, quién intenta levantarle la moral y acaba por arrancarle una leve sonrisa, que muere en mis ojos antes de que desaparezcan de mi vista. Entonces supe, que al igual que lo hube perdido, se había acabado.

Night Changes | normal fiction | EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora