You're Crazy

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A solo dos días de la presentación en el colegio, el profesor Andreta dio permisos para salir de su clase y practicar los actos. De nuestro salón sólo salíamos Bailey yo al aula de Música, que siempre estaba vacía.

Seguíamos tocando, con mucha pasión y energía. Unos tipos entraron, nosotros paramos y los observamos, uno de ellos habló primero.

-Vaya, a nosotros también nos gusta esa canción.

-Oh, bueno... Gracias, ahora déjenos continuar que interrumpieron la inspiración.- Dijo William soberbio.

-Te diré lo que haré muñequita de porcelana, mientras tú tocas el piano yo te sigo en segunda, ¿vale?- aquel sujeto era algo intimidante- Hey tú, pelinegro, dame la guitarra.

Se la di, empezó a conectar los pedales empolvados por el desuso a los amplificadores mientras que un chico tomaba el contrabajo (a falta de bajo) y otro la batería, después me entregó la guitarra y conectó una electro acústica (por la falta de eléctricas). Bailey y yo nos mirábamos estupefactos, confundidos ante la situación.

-Bien, ahora pelinegro toca lo que hacías antes. Hasta llegar al punto definitivo los demás seguimos.

Empecé a tocar un poco tenso, me apenaba un tanto estar frente a personas que no conocía, en fin, la batería comenzó junto con la segunda guitarra, se escuchaba bien, William comenzó a dar unos leves quejidos antes de cantar. Mientras el cantaba yo le hacía segunda, nos turnábamos.

-...Feel Like I'm Knockin' On Heaven's Door

Knock Knock Knockin' On Heaven's Door... Hey... Hey... Hey Hey Yeaa- Cantábamos juntos.

- Knock Knock Knockin' On Heaven's Door...- Gritaron los demás. Los mire, uno de ellos me sonrió y yo le devolví la sonrisa. Se sentía sensacional poder escuchar el conjunto de instrumentos. Terminó la canción, todos estaban con un aire de emoción.

-Deben tocar con nosotros- dije alucinado.- Será una experiencia épica para todos.

-Tocaremos si mejoramos esta canción, tendrás que tocar un solo algo violento para el estilo de esta canción. Algo más... Hard Rock.

-Está bien, ¿Bailey, qué piensas?.. ¿Bailey, me escuchas?

No respondía, estaba recargado sobre el piano respirando algo agitado. "Pelirrojo, responde". Uno se acercó, le sacudió la cabeza alborotando su largo cabello, al fin levantó la cabeza pero ocultando el rostro. Lo tallaba, se limpiaba con un pañuelo hasta dar la cara.

-Me parece bien Jeffrey.- el labio inferior le temblaba y la cara la tenía roja, la voz entre cortada y los ojos húmedos eran una señal de que había llorado.

-Bailey, estas... llorando.-

Se lanzó a mis hombros, la euforia lo llenó por completo que no pudo evitar volver a llorar. Los chicos guardaron silencio para después romperlo con palabras de aliento, animándolo.

Secó sus lágrimas con un pañuelo que siempre llevaba en su bolsillo, luego nos miró a todos con aire enojado.

-Y bien... ¿Qué demonios están viendo? Tenemos que seguir.

Todos echamos una carcajada como en las estúpidas series de televisión, cuando al final se resuelve el problema y algún majadero hace un cometario igualmente estúpido, luego se congela la imagen. Bueno, pues algo así pareció.

-Que quede muy en claro que no soy una marica ¿vale? Las maricas serán ustedes si dicen algo

El receso llamaba al alumnado a salir, empezó a escucharse cómo bajaban corriendo los de la planta alta a los comedores, un sonido apagado por las paredes del salón.

-Pelinegro, nos vemos a la salida en mi casa. Bailey, tú también puedes ir, pero no vayas a volver a llorar.

Se fueron, William me volteó a ver con los ojos aún hinchados y una expresión sincera de felicidad, sus rasgos afeminados se hicieron aún más inocentes, parecía un niño de ocho años que acababa de recuperar a su mascota perdida después de días de llanto. Se recargó en mi hombro para obtener consuelo, lo miré, no sabía cómo reaccionar en una situación como esa, no tenía la costumbre de dar afecto. Me limité y palmee su espalda ligeramente.

Lo miré extrañado. Acomodamos todo antes de salir a almorzar, cogimos las charolas con la comida y nos sentamos. No veía a Amy por ningún lado, lo cual me extrañaba porque siempre almorzaba con nosotros o al menos se acercaba para platicar o saludar.

A la salida le pedí a Penny que avisara a nuestra madre mi salida con unos amigos, que no tardaba mucho. Pasó el padre del chico en un Mustang colorado pitando.

-¡Bryan! Vamos, sube. – gritó este.

Subimos los cinco chicos, algunos quedaron apretados contra las puertas, como fue el caso de William. Su cara mostraba un poco de disgusto, apretaba el maletero donde tenía todas sus cremas y lociones contra su pecho. Una vez arrancado el auto pareciera que viajaría por el tiempo, la aceleración que este dio fue tan veloz que los chicos se hacían cada vez más atrás.

-Y dime Bryan, ¿quiénes son tus dos amigos nuevos? ¿Acaso terminarán un proyecto de clase?-

-Algo así papá, el pelirrojo canta bien y el otro toca la guitarra. Tocaremos una canción para pasar la asignatura de artes.

-Bien.

El auto avanzaba alejándose cada vez más de lo conocido, volteaba cada vez hacia atrás para recordar el camino a casa, me estaba preocupando al igual que Bailey.

-¡Jojojo! No te preocupes chico, cuando terminen, me tomaré la molestia de regresarlos a sus hogares.- dijo el hombre.

-Espero que así sea- dice William- Porque si no es así tendré que llamar a mis padres.

La casa de Bryan era algo pintoresca, aún recuerdo la cerca de madera sin terminar, un poco maltratada y con astillas de fuera, el jardín se encontraba seco. Al entrar, las luces estaban apagadas, cada paso que uno daba rechinaba la madera, casi no había muebles, sólo se encontraban un sillón con una televisión enfrente, una mesa redonda con cuatro sillas, la estufa y seis o siete paltos en el fregadero. En el piso de arriba se encontraban las habitaciones y en el sótano todo el instrumento y equipo de sonido.

-Bien, ¿quieren comer algo primero o empezar a practicar?- pregunto el chico.

-Pues, como gustes.- respondí.

-Vendré en seguida, mientras, preparen el equipo.

Subió las escaleras corriendo, uno de los chicos comenzó a hablar con nosotros, preguntando nuestros nombres, edades, experiencia musical, etc.

-¿Entonces tocas la guitarra desde los cinco años? También debe ser interesante haber estudiado en un conservatorio. Vaya, yo apenas tengo cuatro años de experiencia en la batería. Y tú William, ¿qué otros talentos escondes por ahí?

-Pues verás, durante mi infancia tuve varios tutores antes de entrar a una escuela regular. También entré a una escuela de música, pero eran muy estrictos para mi gusto, era demasiado bueno para esa institución y por eso me salí. - se galardonaba él mismo estirando el cuello y sacando el pecho, en pose de personaje célebre.

Bryan volvió con un platón de emparedados de mortadela y queso, ofreciéndonos. Todos tomamos uno, estaban deliciosos.

La verdad no tocamos nada, sólo estuvimos haciendo los arreglos para los riffs y acordes en el bajo, el ritmo de la batería, la afinación de William y de los demás.


You Could Be MineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora