Don't Cry

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Después de algunos días mi amigo y yo planeábamos la presentación, porque en la asignatura sí que estábamos jodidos. A menudo visitaba la casa de Will para organizar todo, no sabíamos pintar, recitar, actuar y mucho menos bailar, sólo tocar instrumentos.

-Ya sé Jeffrey, como lo único en lo que somos útiles es la música hagamos una presentación. Tú con la guitarra y yo con el piano- dijo entusiasmado.

-Pero... se escucharía demasiado plano. Le faltaría algo, percusiones y ¡el ritmo del bajo maldita sea! La voz... ¡todo!

-Bueno, ya veremos eso.

Volví a casa, me sentía verdaderamente desesperado, con ganas de llorar. Si no pasaba el curso recibiría un castigo severo. En ocasiones anteriores había observado como Penny se relajaba después de sus sesiones en casa de sus amigos, pensé en probarlo para ver si en verdad daba resultados.

Tomé un poco, tres cigarrillos nada más. Con un cerrillo tuve que encender uno, lo observé cómo se extinguía lentamente el papel que envolvía todo ese taco cancerígeno. Inhalando ese humo potente que provocaba una sensación de mareo lo coloqué entre los labios y absorbí todo ese sabor alucinante, al principio sabía amargo pero entre más se probaba más delicioso se sentía.

Aquel cigarro ofrecía auxilio en los momentos más difíciles, un simple consuelo para la vida de mierda que uno tenía. Ahora entendía a mi hermana, después de los problemas con nuestros padres era necesario desconectarse de ello, olvidando todo por completo para preocuparse sólo de uno mismo.

La calma reinaba en mí ser, sentía el cuerpo relajado hasta el punto de quedar dormido. Unos sueños demasiado locos.

Al otro día comencé a rendirme, si no salía como quería era mejor no hacer nada. Durante la clase de historia no podía dejar de mirar a Amy, que estaba tan sólo a unos lugares frente a mí. Su cabellera castaña delicadamente ondulado, pómulos definidos y cachetones, unos ojazos brillantes adornados con unas cejas deslumbrantes que mostraban la más infinita misericordia y rizadas pestañas, pero lo más hermoso en ella eran esos labios de princesa, delicados pétalos de rosa aterciopelada a veces con un tono melón o rosado.

Estaba tan hipnotizado por esa belleza que no di cuenta que la profesora me estaba hablando.

-Joven Isbell, creo que debe compartir con la clase esos pensamientos tan profundos que tanto lo dejan perplejo.

-Perdón profesora, pero estaba pensando en si esto estará relacionado con el examen.

-Tenga por seguro que sí.

La arrogancia de los maestros era tan molesta que ni motivos daban para pasar sus clases. Las asignaturas que tanto me gustaban ahora las detestaba, en el futuro ya no sabría nada de eso.

Durante el receso le conté a Will lo que había hecho el día anterior, me escuchaba con atención y se veía interesado, nuevamente escuchamos el chelo.

-Carajo, ya no aguanto más la intriga.- azoté las manos en la mesa del comedor- Ahora mismo iremos a ver quién es ese chelista, porque no me cabe en la cabeza que sea ese profesor de mierda que no sabe ni tocar un Re en flauta.

-Tranquilo Isbell, no porque hayas fumando tu primer cigarrillo signifique que estés de neurótico todo el día.

Caminamos a la entrada del aula, se veía una figura femenina en la rendija de la puerta que se sentaba con una gracia fascinante, tomó el chelo entre sus manos y comenzó a tocar.

Entramos poco a poco sin hacer ruido, por fin la vi, era ella.

Emocionada interpretaba armónicos afables que excitaban el corazón, cuando termino la pieza aplaudimos por el breve concierto que había dado en privado, se asombró.

You Could Be MineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora