Paciencia

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Una vez más en el autobús, William estaba sentado a mi lado, mirándose en el espejo revisando si tenía alguna imperfección. No tenía ninguna, su rostro estaba perfectamente cuidado, a comparación de los demás que teníamos uno que otro grano o cicatriz por ahí.

-Jeffrey, hazme un favor y pásame la crema que está en la mochila, es de un envase azul.

¿Una crema dijo? La saqué y me quedé viéndola, "Desodorante crema de vainilla y lavanda. Humectante refrescante. Para piel seca"

-¿Y mi crema dónde está?

-Aquí tienes, ¿por qué la traes? -Me miró indignado, como si fuera esencial saberlo. Abrió su maleta y me mostró todo lo que traía.

-Mira, tengo todo un Kit para cuidados del cutis, cabello y manos, toda clase de desodorantes y perfumes. Puedes probarte algo si quieres.

Tuve las sospechas de que era homosexual, un hombre no era demasiado vanidoso. Ahora sabía por qué su padre era estricto con él.

Dio el autobús una parada en la casa a la que había ido el día anterior, subieron dos chicas y un chico. Entre ellos la señorita de estatura baja, no era como la recordaba, esta vez tenía una sudadera en vez de la blusa a tirantes y unos jeans sustituyendo la corta falda que seducía a la vista de cualquier hombre, también la chica que me había ofendido, tenían un pequeño parecido.

Pasaron a un lado, la mayor se quedó mirando con una sonrisa pervertida, ignoré su gesto y miré a mi amigo, que estaba atento en un espejo mirándose el rostro.

No le perdí de vista a la menor en ningún instante, desde que tomó asiento hasta que bajó del vehículo, ni siquiera prestaba atención a lo que William estaba diciendo. Las seguí hasta su destino, 2-B.

-¡Bien! Compartimos salón Will.

-¿Compartimos con quien?

-Con la chica, la chica que... Olvídalo, entremos.

Nunca la había visto en mi vida, seguramente era de nuevo ingreso. Tomó asiento al final, en una esquina, intentando ser invisible ante, los demás. Hacía un poco de calor como para usas sudadera, a comparación de el chaleco de mezclilla que llevaba yo. Entre más la miraba más me gustaba y más hermosa parecía.

Tocó clase de música y ahí se supo el verdadero monstruo que podía llegar a ser el profesor.

Empezó uno por uno, poniéndolos de pie y preguntando sus experiencias en la música, si alguno decía que no sabía nada Andreta los miraba con desprecio y mencionando la oración "Creo que ya sabemos quienes reprobarán el semestre"

Llegó el turno de la muchacha.

-Amy Coast. No tengo experiencia alguna.

Escuchar ese nombre causó la satisfacción más grande en mi interior, que el resto del día no podía pensar en otra cosa más que en ella. Le dije a mi amigo que nos sentáramos más atrás con el pretexto de tener oportunidad de ayudarnos en los exámenes, donde los profesores tienen menor alcance de panorama.

-Yo creo que es por la chica que te gusta- respondió- Pero si a ti te hace feliz está bien.

Nos escabullimos, la tenía junto a mí, podía percibir su fresco olor a vainilla, tenía que ser mía, sin importar que la conociese de un día. Para poderme acercarme más pregunté sobre los apuntes. Me respondió indiferente, como si fuera cualquier persona.

Durante los siguientes días actuaba igual, en los recesos se escondía, no salía con las demás jóvenes y cada vez que intentaba hablarle para entablar amistad lo evitaba. Desesperado pedí ayuda de William.

-Bailey, sé que te he molestado mucho estos días pero quiero pedirte un favor.

Sin mencionar alguna palabra más aceptó.

-Claro que te ayudaré a conseguir tu Dulcinea mi querido Don Quijote, aunque sea de fantasía, por eso soy tu escudero Sancho Panza, pero sin panza.- me dio un abrazo amistoso tomándome por el cuello.

Desde ahí, cada martes, que era cuando más se le veía decaída se le acercaba, charlaban y se despedía. Hasta la fecha no sé como hizo para conseguir que me saludara o incluso hablara, por lo menos un hola y adiós era gran avance.

El profesor de música y artes propuso un trabajo final de semestre, para los que estaban bajos en su asignatura claro. Tenían que dar una presentación de talentos, si tu talento era bailar, tenías que bailar. La actividad podía ser cooperativa, es decir, con otros compañeros.

Pasando por los pasillos junto a Will conversando nos percatamos del sonido de un chelo. Venía del salón de música. Por un momento creí que era Amy pero después llegamos a la conclusión que era el profesor tratando se impresionar a los transeúntes presumiendo de sus habilidades, así que no le dimos importancia, aunque la verdad tocaba demasiado bien.

No podía ser Amy, ya que ella era demasiado tímida como para que toda la escuela la escuchase.



You Could Be MineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora