Capítulo 25 | Esperanza

Beginne am Anfang
                                    

Ella se adentra en la cocina y escucho cajones ser abiertos, también sartenes y cubiertos. Me pongo sobre mis pies algo mareada y me tambaleo, pero me recompongo en segundos. Lo bueno de emborracharse con frecuencia, es que tarde o temprano tu cuerpo termina aumentando el nivel de aceptación. Sí, el licor te relaja, pero conforme pasa el tiempo, debes consumir más para llegar al efecto deseado.

Por eso es una adicción. La mayoría estaría vomitando en este momento de ser yo, pero esto para mí es como tomar leche antes de dormir. Aún así, me siento lo bastante tranquila como para no gritarle a mi madre que se largue de mi departamento.

La última vez que nos vimos, las cosas no quedaron como para que se comporte como una mamá preocupada y amorosa. Nunca le ha importado.

Sin embargo, ella saca una cajita amarilla de cartón de la bolsa plástica, con movimientos delicados obtiene del interior un sobre de té. Y, sin mirarme, se encarga de prepararlo.

Me dejo caer en la silla de la barra y clavo la mirada en mis uñas, aunque podría estar viendo cualquier cosa. Estoy confundida y no sé qué hacer, seguramente luzco como una lunática; pero, de todos modos, es en lo que menos se fijaría. Hay otras cosas que opacan ese minúsculo detalle. Está el desorden en mi casa, mis cabellos enmarañados, mi ropa hecha un desastre y que no estoy usando mis sentidos al cien por ciento.

Tal vez mi madre no está aquí y ya estoy alucinando cosas. Dejo de pensar y permito que me lleve la corriente, es algo sencillo pues es lo que hago cuando tengo una recaída como esta. Tarde o temprano iba a pasar.

Mi madre mezcla el contenido de una taza de cerámica rosa pálido, provocando que un tintineo rebote en las paredes de la habitación. Deja de darme la espalda y se acerca con cautela, como si temiera ser atacada. ¡Oh! ¡Vamos! ¿Qué es todo este teatro?

—No soy una criminal ni nada por el estilo, no te voy a morder tampoco, solo es alcohol. Ya deberías estar acostumbrada, nuestra familia tiene historial. —Sé que solo quiero herirla, y lo logro. Ella traga saliva y respira profundo, pero levanta sus ojos y los deja en los míos por primera vez desde que llegó.

—En realidad, tengo miedo de que salgas corriendo. —Es mi turno de apartar la mirada.

Coloca el recipiente frente a mí, ondas de humo bailan a causa de la temperatura alta, así que soplo porque no quiero quemarme.

Cuando papá se ponía muy tomado, ella siempre le daba té de manzanilla para ayudarlo a sobrellevar la resaca y bajar el nivel de alcohol en la sangre. Algo que no importaba con demasía porque volvía a hundirse en la misma mierda, terminaba peor que antes. Tirado en alguna parte de la casa con algún objeto o fotografía de Erik.

Le doy el primer trago a mi bebida humeante, me dejo llevar por lo caliente del líquido que pasa con rapidez por mi tubo y cae en mi estómago como si fuera un piano cayendo desde el piso más alto de un edificio.

La última vez que mamá hizo algo por mí fue un día antes de que internaran a mi hermano. Las cosas ya estaban tensas, pero todavía fingíamos ser la respetable familia Thompson. Preparó galletas de chocolate. Lo hizo para darle ánimos a Erik, pero me sirvió unas cuantas con una sonrisa. Para mí eso ya era demasiado, más cuando se aferraba a ignorarme.

Ella nunca me preparó un té, ni siquiera cuando tenía cólicos. Me siento ridícula porque ya soy una chica grande y no debería permitir que mi barrera se desmorone por algo tan estúpido, pero mi corazón se estruja fuerte al darme cuenta de que hizo algo por mí porque quiso hacerlo.

No es hasta unos cuantos tragos después cuando ella se aclara la garganta, sé que va a decir algo, sé que está aquí por una razón; pero no sé si quiera saberla. Hago como si no supiera que tiene la atención puesta en mí, me concentro en mi taza y en cómo calienta mi interior, apartando un poco las partes frías de mi cuerpo. Es más fácil así. Si me distancio, las cosas son más sencillas.

Begonia © ✔️ (TG #2)Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt